La guerra de las angulas: los furtivos se vengan del golpe policial quemando el barco ‘chivato’
Los agentes buscan a los culpables de los que han quemado el barco tan solo 48 horas después de una gran operación contra los anguleros furtivos
Completamente arrasado ha quedado el barco de los investigadores que ayudan a la Guardia Civil a luchar contra la pesca ilegal
El dueño del barco y pescador alquilaba la embarcación a los científicos de la Universidad de Córdoba
El pasado miércoles la Guardia Civil llevó a cabo una operación contra los furtivos que pescan angulas en río ilegalmente. Requisaron un total de 54 anguleras ilegales y sin matricular en el fondo del río. Los agentes tienen contabilizadas entre la desembocadura del río Guadalquivir hasta Sevilla un total de 54 artefactos flotantes de este tipo, 36 se encuentran en la provincia de Sevilla y 18 en la provincia de Cádiz.
Completamente arrasado ha quedado el barco de los investigadores que ayudan a la Guardia Civil a luchar contra la pesca ilegal de angulas en el río Guadalquivir. Una venganza al más puro estilo mafioso. Los agentes buscan a los culpables de los que han quemado el barco tan solo 48 horas después de una gran operación contra los anguleros furtivos.
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La Guardia Civil sospecha que, detrás del incendio del único barco que colaboraba estrechamente en la lucha, están los pescadores ilegales que esquilman el fondo del río. El dueño del barco y pescador alquilaba la embarcación a los científicos de la Universidad de Córdoba que luchan contra la pesca ilegal. Ya le hundieron otro barco hace 10 años por denunciar el furtivismo.
Para poder sacar un solo kilo de angulas se pierden hasta 23 mil kilos de especies adultas que se podrían estar comercializando. Estas actividades ilegales representan por tanto un serio peligro para todos los que se dedican de manera legal y profesional a la pesca en el litoral.
Los furtivos venden el kilo de esta especie acuática a un precio de oro que oscila entre los 6 mil y 7 mil euros, por lo que están dispuestos a todo. A esto se le añade la defraudación fiscal del dinero en negro que mueven estos pescadores ilegales. Las redes que usan esquilman 134 especies, un desastre ecológico que arruina al resto de pescadores.
Además sus plataformas ilegales se usan para el tráfico de hachís, donde ocultan los fardos. Manuel, el dueño del barco que ha quedado arrasado, pide a la administración que le cedan un de los barcos decomisado a los narcos para seguir con su labor.