Pedir ayuda para Madrid, la próspera capital, no suele ser lo más habitual, aunque ya nada lo es en medio de una pandemia que está poniéndolo todo patas arriba. El coronavirus golpea a la región madrileña, la que más aporta al PIB del país pero también la que más casos y muertes registra, con un recinto ferial convertido en hospital de campaña y una pista de hielo haciendo de morgue.
Ante ese crudo panorama, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha dejado una de las declaraciones más sonadas de este martes al llamar a la “solidaridad” para la Comunidad de Madrid, que ya empieza a ver su sistema sanitario al límite, en momentos en que sigue sin estar claro cuándo llegará el pico de contagios y el estado de alarma apenas cumple su segunda semana.
"Empezamos a detectar tensión en algunas partes del Sistema Nacional de Salud, en concreto en la Comunidad Autónoma de Madrid, y es el momento de la solidaridad con Madrid", ha expresado Illa. "Hago un llamamiento a la solidaridad con Madrid como lo haremos cuando ocurran situaciones de tensión en otras partes del Sistema", ha agregado.
Si el Gobierno y la Comunidad han mantenido tensiones desde el comienzo de la crisis (desde la polémica por el cierre de las peluquerías en Madrid hasta los continuos pedidos más material de parte la presidenta madrileña, Isabel Díaz-Ayuso), el llamamiento de Illa ha sido un cierre de filas. Las cifras no dan tregua: con 12.352 casos y 1.535 muertos, la región concentra más de un tercio de los contagios y más de la mitad de las víctimas mortales de España (que cuenta 39.673 casos y 2.696 fallecidos).
En su comparecencia, Illa ha explicado que el llamamiento se traducirá en tres acciones concretas: el despliegue en Madrid de recursos sanitarios desde otras partes donde no son necesarios; la compra de más material sanitario, en especial de respiración asistida, y activar toda la capacidad de producir esos materiales en España.
La petición de solidaridad es entendible con imágenes como la de Ifema, el recinto ferial que a finales del año pasado albergaba la COP-21 y que este martes, ya convertido en un hospital de campaña, prometía recibir a 300 contagiados y tener a más de un millar de sanitarios trabajando en turnos de 24 horas.
Una "especie de hospital de guerra", según ha definido José Luis Pérez Olmo, el director de Enfermería del Summa 112, en un vídeo donde el personal sanitario sonríe y hace la señal de la victoria.
La conversión de los macropabellones requirió la participación del Ejército, el Summa y el Samur. El hospital cuenta con módulos de 50 camas y un control de enfermería en cada uno de ellos.
Según Pérez Olmo, el improvisado centro médico "debe regirse de la misma manera que un hospital físico, pero este es ‘ad hoc’; los pacientes tendrán un mismo acceso, una misma recepción, acogida y clasificación, y el personal sanitario organizará los flujos".
En esa medida, el personal de Atención Primaria trabajará de lunes a viernes, mientras que el del Summa 112 lo hará los fines de semana. El centro, que dio su primer alta médica este lunes, acogerá algunos pacientes que vendrán de las urgencias del Hospital Severo Ochoa, casi colapsado tras recibir ese martes a más del triple de los pacientes para los que tiene capacidad.
Pero Madrid no solo lidera los contagios, sino también el número de muertes por el coronavirus, lo que ha hecho que “los recursos de los cementerios municipales estén al límite”, según ha reconocido José Luis Martínez Almeida, el alcalde de la capital.
Esa realidad ha dejado la imagen de otra difícil reconversión: la del llamado Palacio de Hielo, una pista de patinaje en el corazón de Madrid que este martes ya funcionaba como una gran morgue.
Desde la noche del lunes, hasta allí han estado llegando decenas de cuerpos de víctimas mortales del coronavirus. Debido a su baja temperatura, la pista de patinaje es más ideal en estos días para albergar cadáveres que, como ocurría normalmente, ser escenario de piruetas o resbalones.
Los vehículos del ejército son los encargados de trasladar los cuerpos hasta la improvisada morgue, que está gestionada por la Comunidad y la UME (Unidad Militar de Emergencias) y funciona como depósito principal de cadáveres en la crisis madrileña.
Por la falta de material sanitario para los entierros, las funerarias "no pueden seguir enterrando en estas condiciones”, según ha reconocido el alcalde madrileño.
El Ayuntamiento ha anunciado, además, que va a limitar de forma gradual la incineración de difuntos en sus dos crematorios -el del cementerio de la Almudena y el crematorio Sur- por la saturación de las instalaciones, que pese a funcionar las 24 horas no dan abasto, lo que ha provocado que la incineración se retrase entre dos y tres días.