El escándalo de la futbolista que hacía fotos íntimas de sus compañeras en el vestuario para su novio y entrenador
"Empezó como un juego; no éramos conscientes de las consecuencias", alegan
La autora de las fotos también grabó a sus hermanas para su novio
El fiscal propone un acuerdo que les evitaría la cárcel a ambos
La Audiencia Provincial de León ha comenzado el juicio por el escándalo del que fuera segundo entrenador del equipo femenino Grisú Club de Fútbol de Oviedo, Pablo M.F., y su novia, la exjugadora del equipo Andrea F.G. Ella fotografiaba con su móvil y a escondidas al resto de jugadoras desnudas o en ropa interior en la intimidad de los vestuarios en la temporada 2016-2017 y después le enviaba a él el material por WhatsApp.
La presidenta del club, María del Carmen Pintado, se enteró al finalizar aquella temporada, en el mes de julio. Entonces informó a las afectadas, tres de ellas entonces menores, pero se ha guardado silencio para no entorpecer las investigaciones. La trama se descubrió cuando Pablo y Andrea contactaron con una menor de 14 años en San Sebastián simulando ser productores musicales y prometiendo hacerla famosa. Pero Pablo, de 39 años, fue más allá al intentar que la niña mantuviera relaciones sexuales con él. La menor denunció y la investigación dio comienzo.
La policía registró el domicilio de Pablo, en Oviedo, y se incautó de abundante material pornográfico. De hecho, no sólo había grabaciones de las futbolistas del Grisú. También tenía material de las hermanas pequeñas de Andrea. La mayor, con una discapacidad psíquica severa, tenía 16 años. La menor solo tres. Al parecer, esos archivos eran para su uso personal y no se encontró evidencia de que hubiera transferido el material a terceros. La autora de las fotos y vídeos confesó sus delitos en agosto de 2018 a la Guardia Civil al saber que estaba siendo investigada.
"Todo empezó como un juego; me ponía retos y tenía que superarlos"
Pablo y Andrea están acusados por captación de menores, posesión de pornografía infantil, vulneración del derecho a la intimidad y utilización de menores con fines pornográficos. "Todo empezó como un juego, en el que me ponía retos y tenía que ir superándolos; no éramos conscientes de que fuese ilícito, de las consecuencias", ha asegurado en la Audiencia la todavía pareja.
El fiscal pedía inicialmente 29 años de cárcel para él y siete y medio para ella pero, al considerar que concurre el atenuante de confesión, así como la de reparación del daño -ambos han pagado el doble de las indemnizaciones que solicitaba el ministerio público- ha propuesto una rebaja en la pena que dejaría el asunto en seis años de cárcel para él, que no cumpliría ya que el ministerio público pediría la suspensión de condena, y en dos para ella.
En el caso de Pablo, existe también la atenuante de enajenación mental. Al parecer, sufre de fetichismo, tiene una "mentalidad infantil" y solo se excita con objetos y fotografías. El fiscal, Ismael Tascón, insiste en que la entrada en la cárcel solo agravaría su estado. Además, subraya que no tocó a las chicas y a las menores y nunca distribuyó el material pedófilo. Los dos acusados han aceptado la rebaja, pero las acusaciones particulares no están de acuerdo y por ello continúa el juicio.
Las jugadoras del Grisú: "Nunca lo hubiésemos esperado"
En la primera jornada de testificales también declararon tres jugadores del Grisú, que tuvieron la opción de hacerlo mediante videoconferencia pero prefirieron dar la cara. "Nunca lo hubiésemos esperado; teníamos relación de equipo, pero iba más allá, salíamos a tomar alguna cerveza tras los entrenos, éramos amigos", dijeron. Alguna incluso ha admitido que ahora tiene problemas psicológicos para estar en un vestuario. Habrá que esperar a las próximas semanas para conocer la resolución judicial.