Sonreír no cuesta tanto. La lección de quienes luchan y disfrutan el día a día
Hoy, no transcribiré en estas líneas lo que he locutado hace unos minutos y han visto millones de espectadores por televisión y que tú también puedes hacerlo en el vídeo de justo aquí arriba. Quiero aprovechar este espacio para contar la experiencia cuando grabamos este reportaje y agradecer, sobre todo, a María y a Kraf, los minutos que nos regalaron aquella mañana. Lo hicimos en el hospital 'Niño Jesús' de Madrid. Quedamos a mediodía de un caluroso 26 de septiembre. Nos recibió la jefa de prensa de la Fundación Aladina y nos dirigimos al área de oncología donde realizaríamos el rodaje. íbamos a conocer una sala decorada de una peculiar forma para que los adolescentes que pasan sus días en el hospital, puedan evadirse de su enfermedad y compartan momentos felices entre ellos.
Allí conocí a María. Una niña de 14 años que desde hace dos años lucha contra el cáncer. Jugamos a un juego de cartas, y acabó ganándome por goleada. He de reconocer que el juego era un poco complejo. Durante los minutos que compartimos creo que no dejó de sonreír en ningún momento. Me contaba que es difícil tener a sus amigas lejos. Ella es de Talavera de la Reina. Es ahí donde cobra sentido esta sala. Aquí solo entran niños como ella. Tienen prohibido el acceso tanto sus padres, como los médicos y también los problemas. Aquí solo se puede entrar para olvidarse de todo y ser feliz. Y tengo que decir que gracias a María conseguí dejar mis problemas en la puerta. En aquella sala me enseñó a luchar, a sonreír, a ver la vida de otra forma. Gracias María porque al salir de allí me diera cuenta de que aquí solo estamos para ser felices.
También conocí a Kraf, un chico de 12 años, aunque casi tan alto como yo y eso que no mido poco precisamente. Él no era tan bueno en las cartas, pero sí en el futbolín. Mostró interés por el periodismo y también por el 'trono del amor'. Muchas preguntas, mucho interés... muchas ganas por saber, por descubrir. En definitiva, por curarse lo antes posible y vivir. Por cierto quiere estudiar enfermería, para ayudar a niños.
Seguro que mucha culpa de ello la tienen sus médicos y auxiliares por la labor que han hecho con él. También los voluntarios de Aladina, que acuden a diario a compartir su tiempo con ellos. ¡Qué GRAN labor hacen! y lo mejor de todo, sin recibir un céntimo a cambio, solo por llenar de ilusión esos pedacitos que a veces sentimos vacíos en nosotros mismos.
Mis compañeros y yo salimos de allí con una sonrisa. Salimos de la grabación con otra forma de ver la vida. Aquellos pequeños valientes nos dieron una gran lección. Mucho ánimo y fuerza pequeños, este vídeo es por y para vosotros.
Fernando López