Francisco Javier García perdió a su padre, Pascual, de 92 años, tras contagiarse con coronavirus en la residencia de mayores donde vivía, la Fundación Elder de Tomelloso (Ciudad Real).
De 160 ancianos que había ingresados en el centro 76 murieron a causa del covid. Ahora, la justicia investiga un posible delito de homicidio por imprudencia y omisión del deber de socorro de los responsables del centro en los primeros momentos de la pandemia.
La pesadilla de Francisco comienza el 8 de marzo de 2020. Aquel día, como todas las semanas, llamó a la residencia para hablar con su padre. "Me dijeron que estaba constipado y con fiebre y que le costaba trabajo hablar, que no se podía poner". En los días siguientes, tanto él como sus hermanos siguieron intentando comunicarse con su padre sin éxito. Nadie cogía el teléfono. "Saltaba una y otra vez un contestador con un mensaje grabado que repetía "nos pondremos en contacto con los familiares".
Pero ese contacto no llegaba. "Cada vez estábamos más nerviosos, sobre todo cuando nos enteramos de que la UME había entrado en la residencia para desinfectarla porque había casos de covid. Luego supimos, también por las noticias, que el centro había sido intervenido por la Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha el 18 de marzo", explica. "En ese momento ya habían fallecido 15 personas, pero no se había informado a los familiares de lo que estaba ocurriendo allí dentro", lamenta.
El día 20 por fin tienen noticias. "Se nos informa de que mi padre ha dado positivo en coronavirus", recuerda. "Y ahí ato cabos, el constipado, la fiebre y el esfuerzo que le costaba hablar eran síntomas de la covid-19", apostilla, "y empiezo a temer lo peor, que lleve doce días sin tratamiento". Ese mismo día Francisco exige una videollamada con su padre. "Necesitaba ver cómo estaba, aunque desde la residencia aseguraban que se encontraba bien, sin fiebre y estable, que solo había perdido las ganas de comer", relata.
Tiene que esperar una semana más, hasta el día 27 de marzo, para que al fin se produzca esa videollamada. "Es entonces cuando veo el estado deplorable de mi padre. Era piel y huesos. Cuatro días después, fallece", dice con tristeza. "Ni su imagen ni tampoco sus palabras se me van de la cabeza desde entonces: "Sácame de aquí, que hay muchos muertos", me pedía, "como avisándome de que él podía ser el próximo, tal y como sucedió".
Francisco, en pleno confinamiento y a 300 km de la residencia, recuerda aquellos momentos con rabia e impotencia. "Fueron días horribles y lo han seguido siendo. Yo he estado depresivo, con insomnio, pensando que mi padre se marchó creyendo que le habíamos abandonado", relata. "A día de hoy todavía me cuesta. Va a hacer un año y soy incapaz de asimilarlo".
12 meses después de lo ocurrido el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Tomelloso investiga si hubo delito por parte de los gestores de la residencia en la muerte de Pascual y en la del resto de los ancianos fallecidos en el centro de la Fundación Elder al inicio de la pandemia.
El 9 de abril el juez tomará declaración a seis testigos, y el 16 de abril será el director de la residencia, José Manuel Sampredo, quien tenga que declarar en calidad de investigado. "Seguro que se excusa, diciendo que hicieron lo que pudieron, pero no es cierto", espeta. "El director general de Sanidad de Castilla-La Mancha ya reconoció ante los medios que en el centro no existía ningún tipo de protocolo covid, que no tenían médico para atender a nuestros familiares y tampoco suficientes epis". NIUS ha intentado hablar con José Manuel Sampedro, pero éste ha rechazado referirse al caso alegando que "lo hará donde tiene que hacerlo, ante el juez".
"Estoy contento porque se le cite a declarar, porque dé la cara, ya que ante nosotros no lo ha hecho", arguye Francisco. "Ni si quiera me han dado el pésame. Dos meses y medio después de que ocurriera todo me llaman de la residencia para preguntarme que qué acciones iba a tomar. Yo les dije, denunciar, solo quiero que se aclare todo esto".
Francisco fue uno de los primeros en actuar. "Mi padre murió el día 31 de marzo, el 1 de abril lo enterré yo solo, que no hay tristeza más grande, y al salir del cementerio me fui directo a poner la denuncia al cuartel de la Guardia Civil. Allí fue donde me dijeron que se estaba formando una plataforma de familiares afectados y contacté con ellos", explica.
"Esto ha sido durísimo. Mi padre pasó una guerra civil, una postguerra, una dictadura y viene a morir en una democracia en unas condiciones... que me cuesta decirlo, pero en aquella videollamada parecía salido de un campo de concentración. No se lo merece, ni él ni ninguno de los mayores fallecidos. Hay que luchar para que se sepa la verdad", concluye.