Gigantes y cabezudos recorren las calles de Cercedilla en las fiestas de la Natividad. A los pies de la estatua de su hermano Paco, flores y velas recuerdan a Blanca. Suenan festivas las dulzainas y los tambores, el dolor se lleva en el corazón.
La familia ha creído que Blanca hubiera querido que se celebrara la fiesta. El pueblo la quiere y el monolito con la avenida que lleva su nombre sigue cubierto de flores. Risueña, luchadora, como un amor recordarán a Blanca.