"Es un juguete fenomenal, mis hijos lo tienen”. Es lo primero que aclara el doctor Celso Arango, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP). "No hace daño como cuando hacemos determinadas dietas o dejamos de poner vacunas” pero “no tiene indicaciones ni propiedades terapéuticas; no está demostrado y creo que nunca llegará a demostrarse”.
El “problema” llega cuando unos padres se quedan “tranquilos” porque su hijo con déficit de atención juega con el Fidget Spinner y “dejan de buscar ayuda”, señala el psiquiatra.
El déficit de atención y la hiperactividad son trastornos en el neurodesarrollo de los niños, que suponen un patrón persistente de inatención y/o hiper actividad-impulsividad”, que deben tratarse con un especialista y siguiendo programas adecuados de psicoeducación, nos explica la psicóloga Carolina Toledo. La prevalencia de este trastorno en España es de 6,8%, según un estudio del investigador Ferrán Catalá López.
El profesor Víctor Conrado llegó a clase un día y todos sus alumnos, de entre 10 y 11 años, tenían un Spinner en la mano. “Fue imposible dar clase”, cuenta el docente que señala que el problema no es la peonza sino los niños que hoy en día son “multitarea, como nosotros, nos imitan” y así “su capacidad de atención disminuye”.
Conrado contó su mala experiencia en Facebook, en una carta abierta que se hizo viral en pocas horas. Hoy nos explica que “no es amigo de prohibir” y que como no pudo con el enemigo se unió a él.
Hay que sacarle partido a las cosas, sostiene. “Si algo motiva a mis alumnos, lo uso”. Ahora este profesor emplea la peonza de la polémica en matemáticas para hacer circunferencias, en naturales para medir la fuerza o en plástica para diseñar un compás. Ha conseguido que sus alumnos de Algeciras “entiendan cuando es el momento de usarlo y cuando no”.