Lourdes es enfermera vocacional. Habla con pasión de su trabajo, pero un deje de pena le empaña la voz. Porque para desarrollarse profesionalmente ha tenido que irse a vivir a dos mil kilómetros de su Andalucía natal. Lleva ya seis años en Munich (Alemania) "por necesidad y no por gusto", aclara.
Porque cuando se graduó en Enfermería se pasó dos años sin trabajar. Nadie la contrataba porque no tenía experiencia laboral "así que era la pescadilla que se mordía la cola: en la privada no me contrataban porque no tenía experiencia, y en la pública tenía pocos puntos también porque no tenía experiencia. Pero sin trabajar, ¿cómo iba a conseguir experiencia?", se queja
Una amiga le habló de emigrar. Y nunca pensó que fuera tan fácil. Una empresa se encargó de reclutarla, formarla en alemán y contratarla. Y así llegó, en enero de 2013, a Munich. Con un contrato indefinido en un hospital público alemán. Con ella se trasladó su pareja, que tras un breve período de adaptación encontró trabajo, también en un puesto relacionado con su formación académica, doce meses después de emigrar.
"No se puede comparar", dice Lourdes. "Aquí (en Alemania) hay muy poco paro, al final encuentras trabajo. Y mi desarrollo profesional ha sido espectacular en comparación con lo que podría haber hecho en España: tengo 30 años, soy enfermera especialista y tengo 7 años de experiencia laboral", se lamenta. Y lamentarse es el verbo porque le duele saber que en España sus posibilidades eran mucho menores: optar a una plaza pública mediante oposición, pero partiendo con pocos puntos por no tener experiencia laboral, o resignarse a contratos precarios en la sanidad privada.
Según cálculos del Consejo General de Enfermería una enfermera cobra en la sanidad privada alrededor de 1.100€ de sueldo base. En la pública, sin guardias, unos 1.500€. En Noruega estas profesionales perciben 5.000€ al mes. Lourdes cuenta que en su hospital gana 2.300€ netos.
"Pero no me quedo por el sueldo", aclara Lourdes antes de insistir en lo que echa de menos su tierra y a su familia. "Me quedo por las oportunidades", dice. Durante dos años el estado alemán le ha pagado un máster para especializarse en quirófano. Una especialidad no reconocida en España y que le confiere una categoría profesional superior.
Las enfermeras españolas están muy bien valoradas en todo el mundo, porque el programa de estudios es pionero y puntero. Además, en muchos países la enfermería no es una carrera universitaria sino lo equivalente a una formación profesional que en muchos casos no incluye ni una parte práctica. Así que a las españolas se las rifan, casi literalmente. Lo cierto es que en los últimos dos años ha descendido el número de enfermeras que emigran, porque ha aumentado la oferta de empleo en España, pero aún hay unas 8.000 enfermeras españolas que trabajan en el extranjero.
La Organización Mundial de la Salud ha declarado el 2020 como el Año Internacional del Personal de Enfermería y las Matronas. Una profesión que en España se convirtió en título universitario en los años 70 y que reivindica con fuerza su importancia.
En España hay 246.138 enfermeras, según datos del Consejo General de Enfermería. Esta entidad, que engloba a los colegios de enfermería de todas las comunidades autónomas, constata que el número de enfermeros en ejercicio –en relación a la población- sitúa a España a la cola de Europa:
"Nos harían falta 130.000 enfermeras más para llegar a la ratio europea", explica Diego Ayuso, secretario general del Consejo General de Enfermería de España (CGE). "Y graduadas suficientes hay, pero trabajar aquí no es tan atractivo como hacerlo en el extranjero. Hay que hacer que los que se van no se vayan ofreciéndoles condiciones mejores que las actuales".
Según Ayuso las causas de este éxodo masivo de enfermeras son tres:
Según el secretario del CGE, en España hay dos velocidades: tenemos el mejor programa formativo del mundo, pero en el ámbito profesional no ha habido el mismo desarrollo. Y aclara: "No hay categorías profesionales dentro de la enfermería como sí las hay en medicina y no se respetan las especialidades. Si yo soy especialista en salud mental no debería trabajar en pediatría, pero aquí no se distingue y, por mucho que yo me haya formado en un ámbito, se me ofrecen trabajos que no se corresponden con mi especialidad. No tiene sentido".