DMD defiende que la actuación de Ángel "debería quedar impune" ya que "con el actual código penal se podría defender que el acto de Ángel es una cooperación necesaria pero no es directa". Según afirman, "es ella la que sorbe de una pajita y es ella la que lleva a cabo el acto final de darse muerte".
Esta asociación critica que el artículo 143.4 del Código Penal, en vigor desde 1995, "aún castiga con penas de prisión a los que ayudan a morir a otro, aunque la petición de morir sea lúcida, reflexionada y realizada reiteradamente por una persona con una dolencia irreversible que le provoca sufrimientos insoportables".
Antes que Ángel y María José, el precedente más famoso es el del gallego Ramón Sampedro que reclamó incansablemente ante los tribunales su derecho a una muerte digna, algo que logró en enero de 1998.
Sampedro pasó 25 años postrado en una cama tras sufrir un accidente en una playa que le dejó tetrapléjico. Su lucha se topó siempre contra la negativa de la Justicia y los partidos políticos de regular la eutanasia y el derecho a una muerte digna. La policía detuvo a Ramona Maneiro, la que era su cuidadora y compañera pero no fue juzgada por falta de pruebas.
Su historia tuvo un segundo acto cuando en 2005, Maneiro confesó que había sido ella la que le había suministrado un vaso con cianuro que le ocasionó la muerte.