Llega el frío y se dispara la demanda de calefactores y radiadores. Las tiendas notan un aumento de las ventas de estos aparatos de hasta el 40%. Sin embargo, a veces, sistema de calefacción que creemos que nos va a hacer el invierno más llevadero termina en tragedia. Hoy hemos conocido que una mujer de La Roda, Albacete, tuvo que ser hospitalizada ayer tras inhalar accidentalmente gas butano.
Además, según un estudio de Mapfre, en 2017 los aparatos de calor –estufas, braseros y chimeneas- se colocan en segundo lugar con el 21% de las muertes en incendios de viviendas.
Los expertos recomiendan usar la calefacción central, siempre tengamos y podamos. Si no es posible, hay que vigilar muy bien nuestras estufas y braseros. Lo ideal es usar calefacción a base de radiadores o estufas sin combustión, es decir, sin llamas.
Si optamos por los braseros hay que tener en cuenta que sus llamas pueden matarnos en media hora si estamos en un lugar sin ventilación. Cuanto más amarillas las llamas, más peligrosas son porque más monóxido de carbono genera. El monóxido de carbono puede matarte sin darte cuenta: no tiene olor, ni color.
Estos accidentes se producen porque se dan dos circuntancias: una mala combustión por un mal matenimiento o porque el aparato está suicio y falta de ventilación.
Este gas silencioso no provoca dolor, ni fatiga, ni asfixia. Simplemente genera un cansancio prolongado y en realidad lo que está haciendo es matarte lentamente y sin que te des cuenta. El monóxido de carbono ocupa en la sangre el espacio del oxígeno y se extiende de esta forma por todo nuestro cuerpo. Afecta especialemente a los pulmones y el aparato circulatorio. Llega un momento que la persona sufre una parada cardiorespiratosria pero sin sufrir porque antes se ha quedado dormida.
Sí que provoca náuseas, dolor de cabeza y pérdida de la consciencia. Precisamente por esto, sus víctimas no pueden, a veces, pedir ayuda.
Si optas por calentar tu hogar con estos aparatos de calor debes saber que: