Madrugada del domingo al lunes. Un fuerte temporal sacude el Estrecho de Gibraltar. Llueve y el mar ruge con fuerza. El viento sopla a 40 km/h y las olas alcanzan los tres metros de altura. 80 personas se suben en una embarcación neumática en una playa de Nador, al noreste de Marruecos y a 15 kilómetros de Melilla. Casi todo son mujeres, originarias de Costa de Marfil y de Guinea Conakry. Entre ellas hay cuatro embarazadas y madres con sus hijos, uno es un bebé de apenas cinco meses.
Les acompañan siete hombres, de Eritrea, Pakistán y Bangladesh. Cada pasajero ha pagado dos mil euros por este trayecto. La travesía es muy arriesgada. Sobre las cinco de la mañana consiguen alcanzar Isla del Congreso, un peñón escarpado de los tres que conforman el archipiélago de Las Chafarinas, de soberanía española. Sólo en la de Isabel II hay destinado un destacamento de militares, que actúa bajo las órdenes del Ministerio de Defensa.
El patrón de la barcaza es marroquí. Tras dejarles en el islote regresa al punto de partida, abandonándoles a su suerte bajo la oscuridad. El temporal impide la evacuación. Un grupo de soldados les lleva agua, comida y mantas pero deben pasar 36 horas a la intemperie, aterrados, antes de poder ser rescatados.
Mientras, a casi 400 kilómetros de allí, 52 subsaharianos se preparan para entrar en Ceuta. Casi todo son hombres que, hacinados, se montan en una furgoneta. Unos minutos después el vehículo acelera y se empotra contra las barreras, logrando superar el paso fronterizo.
La presión es cada vez más fuerte. Desde el año 2013 la Unión Europea y Marruecos han ido poniendo en marcha la externalización de las fronteras. El reino alauita ha recibido una partida de 140 millones de euros para aumentar la vigilancia y contener la inmigración irregular.
Este dinero se está invirtiendo en la compra de material y el despliegue de las fuerzas de seguridad. En tierra, se han construído fosos, han elevado nuevas alambradas de concertinas y las fuerzas auxiliares mantienen un control férreo en el vallado de Ceuta y Melilla. En el mar han cambiado su forma de actuar: la Guarda Costera y la Marina Real han sustituido a Salvamento Marítimo en el rescate de las pateras. Así, después de interceptarlas regresan a Marruecos y los migrantes son devueltos automáticamente, siguiendo los acuerdos de readmisión.
Alrededor de cuatro mil personas han quedado atrapadas entre dos continentes. Esperan una solución que nunca llega por vía legal. La mayoría son subsaharianos que malviven en los campamentos levantados en los montes de las afueras de Tánger o de Nador, en infraviviendas construídas con ramas y plásticos. Algunos también alquilan habitaciones en casas compartidas con otros compatriotas en la misma situación.
Las organizaciones no gubernamentales denuncian que estas personas están siendo víctimas de redadas continuas y de expulsiones colectivas. Una situación desesperada de la que se aprovechan las mafias que trafican con seres humanos. Buscan nuevas rutas, cada vez más arriesgadas y a precios más elevados como única escapatoria, mientras Europa y Marruecos siguen sin resolver la emergencia humanitaria.
El compromiso de Marruecos para contener la inmigración irregular se ha intensificado desde principios de este año. Este verano España cedió a su vecino del sur 33 millones de euros para recompensar sus esfuerzos. Noviembre ha sido un mes difícil.
Según denuncia la Asociación marroquí de los Derechos Humanos (AMDH) a través de sus redes sociales, los soldados marroquíes han arrasado una veintena de campamentos que había en los montes de Nador y la policía ha detenido a cientos de migrantes que han sido trasladados en autobuses y de manera forzosa al sur del país. Entre ellos, muchas mujeres y niños que han quedado dispersos y sin un techo bajo el que dormir.
Helena Maleno reside en Tánger desde hace 15 años. Fundó el colectivo Ca-minando Fronteras para defender los derechos de estos migrantes. Vive pendiente de su teléfono. Recibe avisos cuando salen las pateras y alerta a Salvamento Marítimo para coordinar los rescates. El pasado lunes llamó pidiendo auxilio para el grupo de mujeres que había llegado con sus hijos a las Islas Chafarinas. "Hay menos salidas y los que salen, lo hacen poniendo en mayor riesgo sus vidas. Las rutas son cada vez más duras. Estas personas se lanzan al agua en situaciones más precarias y complicadas, aún con meteorología adversa. Pero eso da más poder a las redes criminales,que controlan cada vez más a las comunidades migrantes", asegura.
Bajo su punto de vista, estas políticas han tenido un fuerte impacto en Marruecos. "A partir de 2013 se había llevado a cabo una política de integración para las personas migrantes pero en los últimos meses se ha ido hacia atrás. El Ministerio de Salud había dado sus pasos, se había inscrito a los niños en el registro civil y fomentado derecho a su educación pero de repente han llegado las redadas, gente que vivía en el norte y que estaba asentada desde hace mucho tiempo se ha visto desplazada hacia el sur y están golpeando derechos que se habían conseguido hace años", critica.
La ruta de las Chafarinas ha existido siempre pero la llegada de embarcaciones se ha multiplicado durante el último año. Está siendo utilizada por traficantes de personas que tratan como mercancía a mujeres, niños y hombres de origen asiático, porque saben que no pueden ser repatriados y son trasladados al puerto de Melilla.
A mediados de octubre el Coronel Jefe de la Guardia Civil en Melilla, Antonio Sierras, mostraba su preocupación. 450 personas habían entrado en territorio español utilizando esta vía desde principios de año. En agosto hubo un repunte.
José Palazón es el Presidente de la Asociación Pro Derechos de la Infancia (PRODEIN), que tiene su sede en esta Ciudad Autónoma. Lucha para poner voz a los colectivos más vulnerables. Visita regularmente el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI). Estos días ha estado con las mujeres y los niños rescatados en Las Chafarinas. "Llegaron a una isla deshabitada con mala mar, frío y viento. Tuvieron que pasar la noche sin un sitio donde resguardarse, allí se quedaron solos. Había niños pequeñitos, y se vieron sin compañía, sin ayuda, pasaron mucho miedo, fue un mal trago", nos cuenta.
Explica cómo se ha desarrollado este fenómeno en los últimos años. "Antes llegaban pequeñas barcas con grupos de cinco o seis hombres y ahora son zodiacs más grandes; lo llamativo es que van sólo mujeres. Las mafias saben que las mujeres y los niños acaban siendo trasladados a Melilla y que los hombres son sistemáticamente deportados. Por eso se ha ido perfilando esta ruta y es lo que estamos viendo estos días."
Palazón critica la falta de control en Las Chafarinas y denuncia la impunidad con la que actúan estas redes. "Da la impresión de que hay una organización consentida por España y por Marruecos para que vengan estas mujeres. No hay una actuación firme del lado español ni del marroquí. Y yo no quiero decir que no las dejen entrar sino que haya un tratamiento especial con estas personas que son las más vulnerables y víctimas de los traficantes", asegura.
Los hombres deben buscar otras alternativas para conseguir entrar en Europa. Hasta hace dos años la primera opción era saltar el vallado que delimitaba el perímetro de España y Marruecos. Ahora es casi imposible.
El presidente de Prodein calcula que actualmente entran de manera irregular en Melilla entre 30 o 50 personas al mes: algunos saltan valla, otros pasan la frontera en coche o también a nado. "Los saltos al vallado se han reducido drásticamente. Esas entradas en grupo que resultan tan llamativas, ahora mismo son imposibles por la acción de las fuerzas marroquíes. Las concertinas, la valla, normalmente pueden sortearlas. Pero el ejercito marroquí es terrible y deporta o mata a la gente", afirma.
Por eso, los que pueden pagan entre 500 y 3000 euros a las mafias para cruzar la frontera. Ocultos en camiones o autobuses, en dobles fondos en los vehículos -como fueron sorprendidos este jueves dos adolescentes africanos en el puerto de Melilla- o como el martes en Ceuta, en el interior de una furgoneta kamikaze, en la que también viajaban dos menores.
En los próximos días el Gobierno español empezará a reforzar el vallado en las fronteras de Ceuta y Melilla. Las organizaciones humanitarias ya hablan de una 'fortaleza europea' para referirse a este nuevo muro inteligente, que contará con la más moderna tecnología.
En las zonas más conflictivas se va a instalar una nueva alambrada que alcanzará los diez metros de altura y que estará coronada por unas estructuras consideradas infranqueables. Las concertinas del vallado de Ceuta y Melilla ya han sido retiradas por completo del lado español, aunque ahora se encuentran en territorio marroquí, alambradas enteras de tres metros con cuchillas.
Palazón ve el avance de estas obras y se lamenta. "Han blindado totalmente las fronteras de Ceuta y Melilla, que podrían estar abiertas y no pasaría nada. Así habría un control de la gente que pasa, se sabría el número, conoceríamos su identidad, acabaríamos con las deportaciones en caliente y podrían abrirse procesos de regularización para ayudar a estas personas que no encuentran ninguna oportunidad".
En su opinión, el ejecutivo español desvía la mirada y descarga responsabilidades sobre Marruecos. "La gente se está dejando la vida en el Mediterráneo -igual que antes pasaba en Ceuta y Melilla- pero así, si hay una desgracia, estas personas no resultarán muertas por la acción militar, simplemente por el mar ¡como si no hubiese responsables de haber creado esas rutas!", añade con ironía.