El espectáculo de las auroras boreales en el cielo de Finlandia que no vemos en España desde hace 150 años
El cielo de la Laponia finlandesa se tiñe de colores durante el fenómeno natural que atrae a miles de visitantes cada año
En 1870 pudo verse una aurora boreal en el norte de España y en otros lugares del mundo
Espectáculo de luz y color en el cielo del Círculo Polar Ártico. La bóveda celeste sobre Laponia, al norte de Finlandia se ha teñido de los colores verde, rosa y azul propios de la aurora boreal en un baile de formas que se juntan y separan convirtiendo estas olas de partículas solares en magia pura.
Se trata de un fenómeno natural que cada año atrae a miles de visitantes embelesados con capturar en sus cámaras y retinas tanto brillo en el cielo. No es habitual verlo fuera de esta latitudes tan septentrionales pero pocos saben que en España se han llegado a ver auroras boreales parecidas a estas.
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Según cuentan las crónicas, en España pudieron contemplarse auroras boreales en 1870 gracias a una gran tormenta solar al sur de Europa, que pudo divisarse en Norteamérica, Europa, en El Cairo (Egipto), Bagdag (Irak), y algunos puntos del hemisferio Sur, como Brasil.
Un estudio publicado en el 'Journal of Geosphysical Research', analizó hace años la información que recogieron los periódicos y observatorios geomagnéticos de la época sobre aquel "evento de tiempo espacial extremo", que en el caso de que volviera a suceder, pondría en peligro a satélites, naves espaciales y astronautas.
"Las auroras a baja latitud suelen ser de colores rojizos, pero las de 1870 presentaron además una paleta variable de colores, incluyendo tonos verdosos y blancos", explica el físico de la Escuela Politécnica de la Universidad de Extremadura y autor del estudio, José Manuel Vaquero.
En España, el 24 de octubre de 1870, el físico Fuertes Acevedo lo observó desde Santander y describió la aurora como "el reflejo de un inmenso fuego" y la del día siguiente como "brillantes claraboyas hacia el norte de un color violeta rojizo".
"Tuvimos el grato placer de contemplar este fenómeno meteorológico, que tanto pánico causó a las mujeres y personas vulgares, creyéndolo precursor de guerras, pestes y otros disparates", señalaba 'El Vigilante' de Menorca. El rotativo catalán apuntaba que, en el siglo XIX aunque no se supieran las causas del fenómeno, "sólo por su influencia sobre las agujas imantadas se cree que es debido al magnetismo terrestre".
Los magnetogramas revelan que durante esos dos días de 1870 se produjo una intensa perturbación, constituida por dos tormentas geomagnéticas distintas, que afectó al campo magnético de la Tierra. "Gracias a algunas observaciones fotográficas del Sol realizadas durante aquel año, hemos identificado un grupo de manchas solares de larga duración, que probablemente fue el responsable de este gran evento del clima de espacio", indica Vaquero.
Eventos extremos en la meteorología espacial
Además, el investigador explica que de la misma forma que existen eventos extremos meteorológicos (como una inundación), también de vez en cuando se producen eventos extremos en la meteorología del espacio, como las tormentas solares, que se producen con mayor frecuencia cuando las manchas solares (áreas de gran actividad magnética) son más grandes.
Así, desde estas manchas del Sol se libera al espacio un flujo de electrones y otras partículas que, al interaccionar con el campo magnético de la Tierra, producen las auroras boreales en el hemisferio Norte y las australes en el Sur.
Igualmente, el físico alerta de que los ingenieros espaciales y de telecomunicaciones y, en general, los científicos están "realmente preocupados" con los eventos de tiempo espacial extremo, ya que pueden poner en peligro a los astronautas, las naves espaciales y los sistemas tecnológicos terrestres.
En cambio, apunta que los satélites de monitorización solar, como el 'SOHO' (una misión conjunta de la NASA y la ESA), han mostrado su habilidad para predecir el tiempo de llegada a la Tierra de las erupciones solares y sus eyecciones de masa coronal asociadas, fenómenos que favorecen la aparición de las auroras en latitudes bajas. En el trabajo han colaborado investigadores de la universidad española de Extremadura, así como de las universidades portuguesas de Lisboa, la Lusófona, y la de Coimbra.