España llega al verano a la cabeza en contagios y tasa de positividad en Europa
La incidencia acumulada a 14 días, de 120 casos por cada 100.000 habitantes, es la segunda más alta después de la de Portugal
En cuanto a la positividad, los datos del Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) muestran un porcentaje alto en regiones como Andalucía, La Rioja o Cantabria
Los expertos consideran que la tendencia al descenso en España es mucho más lenta que en la mayoría de países de nuestro entorno
España comienza el verano a la cabeza de Europa en contagios y positividad por coronavirus. La imagen es familiar, parecida a la del año pasado: el mapa del Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) va tiñéndose de naranja y rojo según avanza al sur. A diferencia de entonces, hay cada vez más población vacunada y las mascarillas desaparecen de la vida en exteriores. El macrobrote de esta semana recuerda que el camino es aún difícil. Los datos en el continente no hacen más que confirmarlo.
La última actualización del ECDC señala que la incidencia acumulada de España es de 120 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, la segunda más alta después de la de Portugal (124). La cifra española supone casi el doble que la de Francia (66) y unas cinco veces más que la de Alemania (25), instalada en el rango que Sanidad situó como nueva normalidad. A nivel de comunidades, solo la Comunidad Valenciana, Galicia y las Islas Baleares aparecen con baja transmisión. Los datos no recogen la incidencia de Reino Unido tras su salida de la UE, que doblaría de largo la de España.
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En tanto, la tasa de positividad de una buena parte del país está por debajo del 4%, pero ningún territorio tiene una cifra inferior al 1%, que es cuando el verde empieza a estar presente en el mapa. Al contrario: regiones como Andalucía, La Rioja, Cantabria, Cataluña o Aragón están en la franja más alta. No hay otro lugar en el continente con esos números. Según la Organización Mundial de la Salud, más de un 5% de pruebas positivas supone una propagación sin control de la enfermedad, aunque es un indicador para coger con pinzas.
Un descenso mucho más lento que en el resto de Europa
"España llega al verano con un descenso ralentizado en el número de nuevos contagios, con un estancamiento en la incidencia acumulada de 14 días, con tasas de incidencia aún altas, 10 veces mayores que lo que tuvimos el verano pasado al iniciar la desescalada", ilustra Daniel López Acuña, exdirectivo de la OMS. "La tendencia al descenso de la incidencia en España está siendo mucho más lenta que en la mayoría de los demás países de la Unión Europea", agrega el experto en relación a los datos del ECDC.
El epidemiólogo insiste sobre el aumento de la incidencia en los grupos más jóvenes, un incremento que Sanidad ya ha venido corroborando en las últimas semanas, a la vez que alerta del riesgo de rebrotes ante la práctica ausencia de restricciones y una sensación veraniega y prematura de final de pandemia. A su juicio, el alto ritmo de vacunación no bastará de momento para frenar posibles escaladas en los contagios, ya no digamos reducirlas.
"Avanzamos bien con la vacunación y debemos continuar sin parar pero debemos tener claro que la vacunación por sí sola no frenará los contagios en el verano y que necesitamos medidas de salud pública firmes para mantener a raya la incidencia y hacerla descender", señala López Acuña, que cree además que los equilibrios son aún "precarios" y que hace falta mucha prudencia.
El coronavirus juega a las monedas entre vacunados y no vacunados
Los datos son fríos para explicar esa fragilidad, pero no el macrobrote del viaje de fin de curso de Mallorca: mezcla de alcohol, desenfreno y reguetón, es el peor de todo lo que llevamos de pandemia, justo cuando el patógeno parece más bajo control, con más de 500 contagios en varias comunidades y al menos 80 positivos confirmados en Países Bajos, así como padres contagiados.
Un episodio así funciona como gran banco de pruebas para el virus: puede encontrar huecos, descubrir que la red —parafraseando a Julian Barnes— es también una potencial colección de agujeros atados con un hilo. El virólogo Javier Cantón utiliza otra metáfora: dejamos que juegue a las monedas entre vacunados y no vacunados.
"El virus tiene la oportunidad de desafiar nuestras vacunas en el momento en que circula en ciudades con personas vacunadas y no vacunadas", explica Cantón, que tiene una tesis doctoral sobre otro coronavirus, el MERS-CoV. "Al igual que en las máquinas recreativas, el virus consigue monedas fácilmente infectando gente no vacunada y las va a usar para jugar partidas en los vacunados, con el reto de superar la inmunización y hacerle un game over a las vacunasgame over", añade.
El experto recuerda que la protección de la población más vulnerable con las vacunas ha permitido levantar muchas de las restricciones, pero ese nuevo escenario abre un debate sobre cómo conviviremos con el virus. "¿Cuántas hospitalizaciones y muertes de gente joven podemos asumir como sociedad a cambio de ir levantando prohibiciones?", se pregunta.
Hay que dar marcha atrás o aplicar el freno de emergencia si hace falta
En esa línea, otras preguntas son pertinentes: ¿estamos en una desescalada definitiva a partir del final de las mascarillas en exteriores? ¿Habrá que dar marcha atrás en algún momento? La experiencia reciente en Reino Unido o en Israel, que han tenido que retroceder ante la rápida propagación de la variante delta, puede ser un espejo en el que mirarse.
"Debemos entender que, tal como ha ocurrido en otros países, hay que estar listos para aplicar si fuese necesario el freno de emergencia y dar marcha atrás a la relajación de algunas medidas, como levantar la obligatoriedad del uso de la mascarilla en exteriores o el alivio de medidas restrictivas en el ocio nocturno", cree López Acuña, para quien "habrá una falsa percepción de que la pandemia ha terminado" tras este fin de semana.
Cantón, de su lado, estima que las mascarillas en exteriores podrían volver en lugares donde los indicadores empeoren. "El virus no se ha ido a ninguna parte, aunque parezca que el 26 de junio [cuando dejó de ser obligatorio llevarlas al aire libre] deja de haber contagios", señala el científico. Ante las variantes, aun las más transmisibles, no hay mejor defensa que "mascarillas, ventilación y sentido común". Incluso en verano.