Una escena tan cotidiana como pedir un café en la barra de un bar es cada vez menos frecuente en nuestro país. Los bares cierran a un ritmo vertiginoso y donde más lo notan es en la España vaciada.
Es su lugar de reunión y confidencias en la barra, aquí es todo cuanto tienen sus vecinos. "Es el entretenimiento que hay en los pueblos, no hay otra cosa". "Pues una reunión para contar mentiras y verdades. Conoces, te enteras de cosas". "Nos conocemos, nos tuteamos y nos tomamos el café".
Desaparecen 2.400 al año y hay 20.000 menos que en 2010. Echan el cierre por la despoblación: cada vez hay menos clientela, sus sueños se van jubilando y apenas hay gente que se quiera hacer cargo de ellos. Raquel Díaz lleva el bar de Torrelobatón, en Valladolid. "Yo he trabajado en un bar de gasolinera, en pubs y no es lo mismo. Aquí entablas más conversación con la gente. Les conoces más. La gente se convierte como en tu familia. Es muy bonito".
En Castilla y León hay la mitad que hace 10 años. Un ejemplo es este pueblo: Montealegre de Campos, en Valladolid. El bar ha cerrado sus puertas y sus vecinos están desolados. "Lleva un año cerrado y ahora no nos vemos nadie en el pueblo". "Y nos quedamos en casa. Se pierde el contacto con los vecinos... Es una pena". Porque el bar es más que una barra de cervezas y cafés. Es una forma de vida y, a veces, todo cuanto tienen sus clientes.