Randy Koussou Alam-Sogan ha vuelto a situarse en el centro de la polémica, tras reunir a decenas de personas en su chalet de Aravaca el pasado fin de semana. Aterrizó en Madrid a principios de 2020. Originario de Benín y descendiente del reino de Dahomey, se ha dado a conocer en España por sus fiestas multitudinarias en plena pandemia.
El africano se acaba de separar de su mujer y de su hija, que nació hace cinco meses en la capital. Según fuentes policiales, durante el puente de la Constitución el empresario ha estado de fiesta desde el jueves hasta el sábado.
Reporteros del programa de Ana Rosa pudieron grabar en la puerta el continuo goteo de asistentes durante la noche del viernes. Además consiguieron algunos vídeos en los que puede verse a estas personas bailando sin mascarillas, ni distancias de seguridad, con las ventanas completamente cerradas y sin ninguna medida para prevenir posibles contagios de la covid-19.
El príncipe Randy concede esta entrevista a NIUS en el salón de su casa, uno de los escenarios principales de estos eventos. Está convencido de que "hasta el momento nadie ha enfermado por acudir a sus fiestas".
Pregunta - La Policía Nacional pudo constatar la asistencia de unas 85 personas el fin de semana pasado en esta casa, cuando las reuniones sociales están limitadas a un máximo de seis. ¿Cómo explica lo ocurrido?
Respuesta - Soy nuevo en Madrid, estoy aquí solo, no tengo amigos de toda la vida y echo de menos a mi familia. El viernes por la noche empezamos siendo unas 20 o 25 personas, tomamos una pequeña cena y unas copas. Era una especie de despedida porque estoy pensando en mudarme de esta casa.
Admito que invito a más personas de las permitidas. Pero siempre ocurre lo mismo. He hecho fiestas en Dubai, París o Londres y aunque parezca increíble, nunca he visto un lugar en el que la gente invite a otras cinco personas sin decírtelo, como aquí y solo te las presentan cuando ya están dentro. Multiplica eso por 15 o 20.
Entre los invitados había algunos promotores y relaciones públicas de locales de ocio nocturno, que tienen una red muy amplia de contactos y una larga lista de clientes. Son ellos los que empiezan a enviar mensajes en sus grupos de whatssap a mucha gente, a la que yo ni siquiera conozco para que vengan.
Cómo máximo había 70 o 75 personas el viernes de madrugada este salón y en la cocina otras diez. Algunas querían entrar en la casa y no pudieron. En un momento dado intenté detener la fiesta. Pero imaginate parar cuando hay toque de queda, la policía está fuera esperando a poner multas toda la noche. ¿Crees que la gente quiere salir? Desde luego que no.
Encendí las luces, les pedí que se fueran pero nadie se quería ir. Yo no puedo sacarlos por la fuerza de mi casa. No digo que esté bien pero intento explicar el contexto. Estas personas se sienten frustradas porque todo está cerrado. Lo están pasando bien, quieren divertirse y socializar. Y yo también.
Reconozco mi error. Tengo la culpa porque la gente abusa de mi confianza o de mi generosidad, pero yo no puedo estar en la puerta controlando a todo el que entra en mi casa. Esto no es un club. Se me fue de las manos. Yo no conozco a estas personas y físicamente no puedo manejarlos a todos.
P- No es la primera vez que ocurre, según sus palabras. ¿Se debe entonces a una falta de control de sus invitados?
R- No organizo estas fiestas de forma intencionada. No estoy loco. Sé que si aquí dentro hay cien personas la Policía acabará viniendo y tendré problemas. No soy estúpido. Pero esta casa es muy grande, no es un estudio. Puede haber un grupo de personas en el salón, otro en la cocina o en la terraza. No están todas juntas. No me doy cuenta hasta que ya es demasiado tarde.
P- ¿Los asistentes tuvieron que pagar para acceder?
R- Pedí a los que no conocía directamente una pequeña participación de 50 euros, para cubrir gastos de la limpieza o de la bebida. Es algo muy común. Suelo designar a dos personas de confianza para que recojan el dinero porque yo no me siento cómodo haciendolo.
Se trata de una aportación voluntaria. Cada uno es libre de decir si lo hace o no, no todo el mundo participa. Lo hago porque el día siguiente tengo que pagar a una chica para que venga a limpiar seis horas y arreglar los desperfectos pero no me lo quedo ni saco ningún beneficio.
Quizás algunos sí estén ganando dinero con todo esto, es algo que yo no sé. Si mandan mensajes a sus clientes diciendo que paguen por venir a un evento exclusivo seguramente lo hagan. Pero yo no, desde luego.
P- Usted es responsable de lo que ocurre dentro de su casa y de lo que pueda pasar en estas fiestas, por ejemplo si se desata un brote. Según dice, el 70% de sus invitados son famosos o gozan de cierto reconocimiento entre la sociedad española. Estamos viendo cómo las cifras del coronavirus siguen en aumento. ¿Le parece un buen ejemplo para los ciudadanos?
R- Puede usted preguntarles lo mismo a ellos, ¿por qué no dan ejemplo a los ciudadanos españoles y dejan de acudir a las fiestas de Randy si saben que no deberían? No pueden responsabilizarme de las decisiones de los demás. Solo me hago responsable de mis propias decisiones.
Se supone que no debo hacer fiestas, que no está permitido por el Gobierno debido a la pandemia y el confinamiento. Lo acepto. Pero la gente viene por voluntad propia. Todos incumplen la norma. Además, no es lo único que está poniendo en riesgo a la gente en este país. Hasta el momento nadie se ha puesto enfermo en mis fiestas y sé que eso no es una justificación.
Si vas a los restaurantes nadie lleva puestas mascarillas en la mesa. No seamos hipócritas. Reconozco cierto nivel de culpa pero la gente también comparte otros espacios públicos con el mismo riesgo. No es lo peor que está pasando. ¿Cuál es la diferencia?.
P- ¿Es debido a este peligro que su pareja se ha marchado de casa con su hija?
R- Por supuesto. Me las he llevado a un apartamento por todo lo que ha pasado a raíz del primer incidente, en octubre. Tenemos un bebé y la madre de mi hija no quiere estar en fiestas. No es una chica de fiestas. Especialmente en este momento que la niña es pequeña. Deben estar en paz y en un lugar seguro.
P- No sólo han sido fiestas en esta casa. A principios de noviembre fue sorprendido por la Policía Nacional en un bar de copas en el centro de Madrid, saltandose el toque de queda, junto a un grupo de empresarios de la noche madrileña. ¿Tiene algún acuerdo con ellos?
R- Conozco a uno de los hombres que dirige ese club. Aquella noche yo estaba en la ciudad y me llamó para que fuese a tomar una copa. Estuve solo una hora allí dentro. Desafortunadamente para mí, llegó la policía municipal. Se enteraron de que el local estaba abierto y todo eso. Me pidieron la documentación, colaboré y me vine a casa.
P- Eran las seis de la mañana. Ya había toque de queda y supuestamente debía haber estado desde hacía horas en su casa.
R- Tengo otro apartamento alquilado en el centro donde a veces me reúno con amigos. Había estado antes allí. Es como un hogar fuera de casa aunque allí no hacemos fiestas grandes. Los vecinos son mayores y les molestan los ruidos. Tampoco es una actividad continua.
P- En estas fiestas siempre está rodeado por chicas jóvenes que trabajan en discotecas como imagen y cobran por horas. Algunas son extranjeras sin papeles. ¿Les paga por acudir a estos eventos?
R- En España las mujeres son libres y hacen lo que quieren. Nadie las obliga. No todas son chicas de imagen ni escorts o extranjeras sin papeles. Muchas vienen a divertirse o a buscar una oportunidad.
En una fiesta con 60 hombres tiene que haber mujeres, para que resulte interesante. Es siempre así, en todo el mundo. Esto no es una oficina de inmigración. También hay estudiantes, que tienen que pagarse los estudios o chicas que se han quedado sin trabajo y necesitan ingresos. Algunas vienen porque creen que las voy a pagar o los futbolistas lo hacen. Están haciendo lo mejor por sobrevivir y nadie puede culparlas por eso.
-P- Las cuentas de algunas de sus empresas se encuentran bloqueadas por impagos y hay quienes aseguran que mantiene actualmente grandes deudas. ¿Qué puede decir al respecto?
R- Mantengo a mi familia, a veces tengo retrasos con los empleados pero al final siempre acabo pagando. Al mover grandes sumas de dinero todo debe estar justificado y eso lleva su tiempo. Todo el mundo tiene deudas a su nivel. Hasta Donald Trump.
Dirijo negocios con distintos nombres, es un holding, invertimos en otros proyectos o empresas. Las actividades han bajado, igual que en el España, debido a la pandemia. Es algo completamente normal.
Yo no soy un príncipe comparado al de Inglaterra o Noruega, nunca he dicho eso. Ser rico es relativo. Tenemos tierras, posiciones principales, un estatus real, pero mi familia no es billonaria.
P- Estas sanciones ¿No tienen ninguna consecuencia para usted?
R-La consecuencia por ejemplo es que voy a tener que dejar esta casa porque los vecinos están hartos y los entiendo, tienen razón. El dueño de la casa también está harto. La policía viene aquí continuamente, salgo en las noticias como un hombre loco y fiestero y así no es como quiero aparecer en España. De todos modos acepto mi responsabilidad.
Si la policía quiere llevarme a la comisaría o ponerme una multa lo aceptaré. Da la impresión de que piensan que hago esto porque creo que no me puede pasar nada. No es así.
P- ¿Y por qué no piensa esto antes de organizar estos eventos?
R- No lo pienso de una manera lógica. Pienso en el momento en el que esté bebiendo algo, una cerveza con amigos, divirtiendonos un rato juntos. Charlamos, tomamos algo, deseando que pase pronto la pandemia. Pero no pretendo mostrarme ante el resto de los españoles como si puedo hacer lo que yo quiero y no me preocupo por ellos.
Pueden mandarme una notificación, multarme para que no lo haga más, acumular pruebas para pedir una orden judicial y entrar. No voy a volver a hacer nada ni tener eventos porque no quiero que pase eso, que tengan orden para entrar en mi casa.
Hay cientos de fiestas en España de gente más importante que yo. ¿Por qué no van y les preguntan? Solo puedo decir que no va a volver a repetirse ningún incidente como este. Voy a mudarme de esta casa. No digo que me vaya a ir de España pero quizás a otra ciudad como Marbella o a otro barrio de Madrid. Aún no lo sé. Lo estoy pensando.