Se inician antes en el sexo, tienen contacto con más gente gracias a las redes sociales -y, por lo tanto, acceden más fácilmente a relaciones sexuales-, toman como referencia el porno -lo que les hace adoptar conductas de riesgo- y encima han perdido el miedo a las enfermedades. Los adolescentes han duplicado sus infecciones de transmisión sexual (ITS) en cinco años.
De hecho, según el último informe del Centro Nacional de Epidemiología, entre 2016 y 2019 la incidencia de gonococo, clamidia y sífilis se ha duplicado en los jóvenes de 15 a 19 años en España. Y, lo que es peor, los adolescentes constituyen uno de los pocos grupos de población a nivel mundial en los que no descienden los nuevos diagnósticos de sida, sino que están estancados. En ellos, además, el diagnóstico tardío es una realidad preocupante, ya que afecta al 30 por ciento. Según refleja el informe de la Juventud de España del año 2020 (IJE), la edad de inicio de las relaciones sexuales se situaba en torno a los 16 años, un año menos que lo estimado en el informe anterior, de 2016, y sin diferencias sustanciales entre varones y mujeres.
Cristina Epalza Ibarrondo, miembro del grupo de trabajo de VIH e ITS de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP), aclara en NIUS cómo los cambios en las costumbres sexuales de la sociedad están afectando a los adolescentes, que, en sus propias palabras, "se inician en el sexo sin haber tenido una formación o asesoramiento previo. Yo les digo a ellos que es como empezar a conducir sin haber recibido calses". La especialista reclama una atención sanitaria específica para los chavales y chavalas de 9 a 18 años "en confianza, un lugar en el que encuentren a profesionales que sean para ellos referencia en salud, y en el que puedan hablar o se asesorados incluso sin presencia de sus padres".
Pregunta. ¿Por qué se ha producido ese incremento de ITS?
Respuesta. Es un fenómeno global, no específico de los adolescentes, sino que afecta también a otros grupos etarios. Muy probablemente, la causa subyacente es el progresivo cambio en las costumbres sexuales en la sociedad. En el caso de los adolescentes, el hecho de que la edad de inicio de las relaciones sexuales disminuya progresivamente sin duda ha tenido gran impacto en el aumento en el número de diagnósticos en este grupo etario.
P. En cuanto al VIH, ¿por qué a los adolescentes se les diagnostica tardíamente y qué puede suponer eso para su salud?
R. A diferencia de lo que sucedía hace años, si se toma de forma diaria el tratamiento frente al VIH, la infección se convierte en una enfermedad crónica. Esta pérdida del miedo a infectarse por VIH y otros factores, han llevado a un menor uso del preservativo. Los adolescentes y adultos jóvenes de 15-24 años representan el 21% de los nuevos diagnósticos en EEUU y el 11% en nuestro país.
Sin tratamiento, la infección por el VIH evoluciona a SIDA y muerte en la gran mayoría de personas. 680.000 personas perdieron la vida en el mundo en relación con el VIH en 2020, según la Organización Mundial de la Salud. Aunque existen pocos estudios específicos en adolescentes, el tiempo medio de progresión a SIDA en el adulto es de unos 10 años. Aproximadamente el 20% de los adolescentes y jóvenes menores de 25 años diagnosticados de VIH en España, estaban en estadío de enfermedad avanzada o SIDA según el informe de 2020.
El diagnóstico tardío es una realidad en el 35% de los jóvenes 15-24 años en nuestro país, según los datos de 2020. Este dato es menor que la media global de 47%, pero es extremadamente preocupante, puesto que implica que más de un tercio de los jóvenes que se han infectado se han diagnosticado ya con daños en su sistema inmunológico.
Y las causas de este diagnóstico tardío son varias:
P. ¿Por qué hablan de escaso contacto con el sistema sanitario? ¿Es que los adolescentes no van al médico?
R. Los adolescentes son una población sana, enferman poco. Y desde que reciben las últimas vacunas pautadas en el calendario sanitario, que suele ser entre los 12 y los 14 ó 16 años, no vuelven al médico más que con sus padres cuando están enfermos. Es decir, que van poco al médico y con sus padres o adultos responsables de ellos, con quienes precisamente a veces no quieren expresar sus dudas respecto al sexo.
Están en una tierra de nadie sanitariamente hablando, no se les da acceso a una sanidad centrada en el adolescente. Los padres tenemos que acompañar a nuestros hijos pero debe existir una forma adecuada de atenderlos en horarios que les venga bien, o permitirles consultar dudas sin sus padres. Porque ellos están acostumbrados a que al médico les lleven sus papás, pero cuando les pasa algo de la esfera de la sexualidad y no se sienten tranquilos o con tanta confianza como para compartirlo con sus padres, se lo guardan.
Así que entre que los adolescentes se ponen poco enfermos y van poco al médico, y que las revisiones pautadas acaban sobre los 14 años... Tienen el último contacto sanitario activo en esa edad tan difícil. En Madrid, por ejemplo, solamente hay un centro abierto mañana y tarde, gratuito, centrado en adolescentes. Y otro en Barcelona. En el resto de España, nada.
Eso provoca que si tienen un problema con 16 años y hasta los 18 no pueden ir solos al médico, pero no quieren contárselo a sus padres porque temen que les vayan a castigar, o porque se avergüenzan... No saben qué hacer. Se ven obligados a ocuparse de su salud sin haber sido entrenados antes. Yo les digo que es como ponerse a conducir sin haber recibido clases, no podemos pedirles eso a nuestros adolescentes, es injusto que les dejemos solos. Así que al final muchos acuden a internet.
P. ¿Encuentran las respuestas en internet?
R. Ellos son nativos digitales, están acostumbrados a vivir online. Y eso ha multiplicado sus interacciones sociales, pero también multiplica el riesgo. Ya no necesitan ir a un bar o a un deporte o al instituto para conocer a alguien y después tener sexo. Además, esto también favorece el inicio más precoz de las relaciones sexuales, y cuanto más joven es uno más riesgo de ser más frágil, o incluso de no tener dinero para comprar preservativos o, fíjate, de no tener la tarjeta sanitaria. Hay un desfase entre que los adolescentes se inician en la vida sexual y otros aspectos de la vida como ir al médico tu solo o tener dinero. Y en esos cambios que pasan los jóvenes la sociedad no les está acompañando lo suficientemente rápido.
P. Además del más fácil acceso al porno, ¿influye la cultura, musical por ejemplo, en las conductas sexuales de los chavales?
R. El contexto en el que viven los adolescentes actualmente está hipersexualizado. Desde muchos tipos de anuncios, videoclips, la letra de muchas canciones y por supuesto, el fácil acceso a contenidos sexuales inapropiados a través de internet y redes sociales. Todo esto ejerce una enorme influencia en una persona “en construcción”, como es el adolescente, que busca el identificarse con los pares y para el que la pertenencia al grupo es clave.
P. ¿Cómo ha influido la pandemia en la sexualidad de los jóvenes? ¿Veremos en los años venideros un descenso de ITS por la falta de interacción, un aumento exacerbado del consumo de porno..?
R. Las restricciones han supuesto una disminución en los contactos para una gran mayoría, pero también un retraso en el contacto con el sistema sanitario, cuyas consecuencias a medio y largo plazo están por descubrir. Lo que hemos visto de momento en población general, es una disminución en los diagnósticos de ITS, pero un aumento de la positividad, cuando se compara con los años previos a la pandemia.
Y, como pasa con el VIH, en el resto de ITS un aumento en el diagnóstico tardío implica un aumento en el riesgo de transmisión a otras personas. Detectar y tratar a una persona con una ITS, además de mejorar su propia salud, evita nuevas infecciones. Por lo tanto, la posible disminución de ITS por la relativa limitación de la interacción social puede verse contrarrestada por el retraso en su diagnóstico y consecuente diseminación.
En el caso de los adolescentes, los efectos disruptivos derivados de un mayor uso y abuso de tecnologías han sido bien descritos en otras esferas del funcionamiento familiar y escolar tras la pandemia, y probablemente han supuesto efectivamente un aumento de la exposición a contenidos sexuales. De hecho, en los últimos años venimos registrando un aumento progresivo de los casos de adolescentes que consultan tras agresiones sexuales o contactos de riesgo, y la tendencia se ha mantenido al alza a pesar de las restricciones en relación con la pandemia.