Esther Samper, divulgadora: "En las farmacias hay miles de productos que no deberían venderse"
La doctora Esther Samper publica el libro 'El lado oculto de la farmacia'
Samper pone en duda la venta de determinados productos, como la homeopatía, en las boticas
Cirtica a autoridades sanitarias, médicos, farmacéuticos y laboratorios por confundir al consumidor
A Esther Samper le gusta pisar charcos, porque si no no se entendería que haya publicado un libro en el que no deja títere con cabeza y reparte capones a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, el Ministerio de Sanidad, las farmacias y los laboratorios. Quiso ser clara, dice, para que todos podamos discernir entre productos realmente sanitarios y los que no lo son: "No hay que limitar las críticas cuando están justificadas y me respaldan la evidencia científica e incluso la ley", dice.
Samper es autora de El Lado Oculto de la Farmacia (Planeta) y en esta entrevista desgrana productos que se pueden encontrar habitualmente en las farmacias y que en realidad no curan, y a veces ni siquiera alivian síntomas. Homeopatía, antitusivos o fármacos de toda la vida que han quedado obsoletos pero que siguen en el imaginario colectivo.
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Pregunta. En el libro critica la responsabilidad de todos los estamentos sanitarios respecto a pseudoterapias, fármacos milagro, homeopatía, complejos vitamínicos...
Respuesta. Yo creo que para una crítica razonada hay que analizar el papel de cada actor. Detrás de El Lado Oculto de la Farmacia hay muchos colectivos que determinan que encontremos muchos productos no ideales en la farmacia. Era injusto cargar esta responsabilidad solamente en los farmacéuticos porque muchas veces ellos tienen la obligación de vender determinadas cosas incluso aunque no consideren que es el tratamiento adecuado.
De todas formas, la inmensa mayoría de los profesionales sanitarios, incluyendo farmacéuticos, son honestos. Pero como en todas las profesiones hay profesionales excelentes, normales y desastrosos.
P. Uno de los charcos que pisa es el de los médicos que recetan medicamentos que no son adecuados o no tienen eficacia probada.
R. Es que yo quería diferenciar entre los productos claramente ineficaces para todo como la homeopatía y otros que son eficaces para algunas patologías o circunstancias, pero no para otras y se están recetando para estas últimas.
Hay desactualización de la evidencia científica de los que llamo medicamentos dinosaurios. Fármacos aprobados hace mucho tiempo que no han actualizado su posología, por ejemplo, o para qué se usan.
Pero en esta última categoría están sobre todo los antidepresivos, que ante la falta de profesionales de la salud mental en la sanidad pública los médicos de atención primaria terminan recetándolos... Y no ahondan en la causa del mal del paciente, pero la saturación del sistema hace que los ciudadanos no tengamos acceso a terapias psicológicas o psiquiátricas, terminamos yendo al centro de salud y allí el profesional en cinco minutos tiene que solucionar cosas que llevan mucho más tiempo. Se recetan antidepresivos que a lo mejor no son los ideales para una determinada dolencia, por ejemplo.
P. Uno de los productos con mejor fama y del que alerta en el libro es el aloe vera, del que llega a afirmar que es cancerígeno.
R. Porque ingerido lo es. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria alertó de que es potencialmente carcinógeno.
Y como tratamiento dermatológico, en forma de cremas o aceites, ni siquiera tiene eficacia probada. Está claro que tiene efecto laxante, certificado con estudios. Pero se ha popularizado el uso del aloe vera sin tener evidencia científica solvente detrás.
P. ¿No teme que alertar sobre la falta de evidencia de algunos productos de venta en farmacias aliente el discurso negacionista de las vacunas, por ejemplo, o de la ciencia?
R. Si alguien está decidido a desconfiar de los medicamentos o farmacéuticas todo le ayuda. Pero lo que yo quiero es fomentar la información, el espíritu crítico sobre lo que nos venden.
Todo el mundo tiene que saber que los medicamentos son los productos más seguros que podemos obtener, porque han pasado muchísimos controles. Pero eso no quiere decir que no haya medicamentos que no deban estar ahí para ciertas indicaciones. Hay que ser transparentes, es la mejor manera de que las personas confíen en la ciencia.
También hay que decir que los medicamentos más recientes tienen muchísima evidencia científica detrás, tienen que superar unas pruebas con mucha exigencia. Por desgracia, en todos los sectores hay trampas, y en el sanitario también. Encontramos ensayos clínicos con una calidad metodológica muy pobre. Por ejemplo, hay muchos ensayos clínicos sobre homeopatía pero cuando analizas los detalles ves que el ensayo está mal realizado y no permite sacar ninguna conclusión.
P. ¿Cómo puede el ciudadano de a pie discernir entre productos bien probados y aquellos no demostrados?
R. Sobre todo preguntando al farmacéutico. Que la mayoría, como digo, son honestos. Pero si dudamos, preguntémosle su opinión sobre la homeopatía. Si nos dice que tiene muchos beneficios o que va muy bien para enfermedades, yo cambiaría de farmacéutico.
O preguntarle por el nombre de complementos dietéticos como vitaminas, sobre su efecto en determinada enfermedad. Ellos por ley no pueden relacionar curación de enfermedades con complementos alimenticios así que ahí tendríamos otra señal de alerta de que nuestro farmacéutico no es honesto. Igual que hay médicos que prescriben homeopatía. No podemos obviar que están ahí y lo mejor contra estos falsos productos milagrosos es la información.