Carlos Duarte, biólogo marino: "Es posible recuperar los océanos en una generación si empezamos ahora"
El ganador del Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Conservación cree que el mundo no tiene un plan definido para mitigar los efectos del cambio climático
Critica que en España la ciencia se sigue usando como arma política en crisis ambientales como la del Mar Menor
Opina que el mayor peligro que amenaza a los océanos es que caigamos en la desesperanza de creer que no podemos hacer nada por salvarlos
El español Carlos Duarte (Lisboa, Portugal, 1960) se doctoró en Limnología por la Universidad McGill de Canadá. Su carrera investigadora le ha llevado al Instituto de Ciencias Marinas de Barcelona, el Centro de Estudios Avanzados de Blanes y el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, donde se convirtió en profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Entre 2011 y 2015 fue director del Instituto de los Océanos de la Universidad de Australia Occidental y entre 2012 y 2015 Distinguished Adjunct Professor en la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad Rey Abdelaziz, en Arabia Saudí. Asimismo, entre 2014 y 2016 fue catedrático adjunto en la Universidad de Tromso, en Noruega.
MÁS
En 2015 se incorporó a la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá, también en Arabia Saudí, donde actualmente es titular de la Cátedra de Investigación Tarek Ahmed Juffali en Ecología del Mar Rojo. Además, es también catedrático en la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y catedrático adjunto en la Universidad de Australia Occidental.
Es, además, uno de los tres científicos recientemente galardonados con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación, junto a los investigadores Terence Hughes y Daniel Pauly. Según el jurado, por “sus contribuciones seminales al conocimiento de los océanos y sus esfuerzos por proteger y conservar la biodiversidad marina y los servicios de los ecosistemas oceánicos en un mundo en rápido cambio”.
En su conversación con NIUS, Duarte apela al optimismo en lo que a la conservación de los océanos se refiere. "La comunicación sobre el estado de los océanos a la sociedad normalmente es muy negativa, los titulares son habitualmente catastrofistas, incluso fomentando, quizá, la desesperanza, sobre la posibilidad de contar con un océano saludable en el futuro".
Sin embargo, para este investigador, la situación a día de hoy no es tan mala, o podría no llegar a serlo si actuamos ya. "Mientras que hace 20 años, quizá, el pronóstico sobre el futuro de los océanos sería muy negativo y habría pocas razones para la esperanza, ahora, veinte años después, estamos viendo una serie de mejoras y de recuperación de distintos organismos del océano que nos llevan a la posibilidad de una perspectiva más positiva y optimista sobre el futuro de los océanos. El año pasado recopilamos esta información sobre nuestras pequeñas victorias en la conservación del océano para proyectarlas en el futuro y afirmar que es posible recuperar la abundancia de vida en el océano en una generación humana, es decir, hacía el año 2050, si empezamos ahora", asegura.
Es posible recuperar la abundancia de vida en el océano en una generación humana, si empezamos ahora
La ventana de oportunidad para logar este objetivo, sin embargo, es pequeña. "Tenemos una década para asentar las bases para alcanzar este objetivo y si no lo hacemos en estos diez años simplemente ya no será posible en el futuro y estaremos abocando a nuestros nietos y a sus nietos a un océano impactado más allá de cualquier posibilidad de recuperación", sentencia Duarte.
Para este investigador las claves para conseguir salvar los espacios marinos son sencillas. "Se trata de proteger especies, cosa que estamos haciendo de forma razonablemente acertada; de proteger espacios, y estamos en la ruta de conseguir tener un 30% del área del océano protegida para 2030, lo que será un gran hito; se trata también de reducir la contaminación, en lo que tenemos algunas victorias pero seguimos teniendo también problemas importantes tanto con la entrada de plásticos como de fertilizantes de uso agrícola y otros contaminantes que tenemos que resolver; también debemos cosechar los océanos de forma inteligente, es decir, reducir la presión pesquera y aumentar la producción sostenible a partir de la acuicultura; y finalmente, se trata de mitigar el cambio climático porque sin afrontar este problema todos nuestros esfuerzos en el resto de áreas se pueden ver abocados a un resultado poco eficiente".
No solamente es posible sino que es una responsabilidad ética
Para Duarte "tenemos esa oportunidad que no solamente es posible sino que es una responsabilidad ética porque es nuestra generación la que tiene la capacidad de entregar un océano saludable, o roto, a las generaciones futuras", pero, asegura, "también es una inversión inteligente porque calculamos que por cada euro que se invierta en recuperar los océanos se recuperarán diez euros en beneficios en la economía real".
Pregunta: ¿Esta recuperación es factible si tenemos en cuenta las alertas del panel de expertos sobre el Cambio Climático de la ONU publicadas hace apenas un mes?
Respuesta: El informe del panel intergubernamental de expertos sobre el cambio climático que se dio a conocer hace un mes no contiene ninguna novedad. Es exactamente lo mismo que viene diciendo y que desde la comunidad científica se viene constatando desde hace dos décadas. Lo único novedoso es que el nivel de gravedad de los síntomas y los pronósticos se va agravando debido a la falta de acciones en términos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Ahora ya no hablamos de una futura aceleración del aumento del nivel del mar sino que ya se ha constatado que el aumento del nivel del mar ha pasado de alrededor de 1,5 milímetros por año a principios de este siglo a cerca de cuatro milímetros de crecimiento anual ahora mismo, debido sobre todo a la contribución de agua de deshielo de la placa de hielo de Groenlandia. Esto es algo que ya se había pronosticado y está ocurriendo exactamente lo que se había pronosticado desde hace décadas.
Vemos también como los eventos extremos climáticos se están haciendo cada vez más frecuentes y más intensos. También aquí no hay ninguna novedad. Es algo que se venía pronosticando desde hace años. Lo que pasa es que cuando llevamos veinte años diciendo: si seguimos por este camino vamos a ver estos síntomas en veinte años... Esos veinte años ya han pasado. Estamos viendo lo que los modelos pronosticaban en virtud a la trayectoria que llevamos.
Además, este deshielo del Ártico está afectado ya de forma importante a la estructura de densidad de las masas de agua del océano y esto afecta a todas las corrientes marinas y eventualmente a la redistribución de calor en el Planeta y afecta a los climas regionales.
Yo creo que no hay que seguir esperando a ver si dentro de diez años el sistema climático se comporta de acuerdo con lo que los modelos predicen porque llevamos treinta años de verificación de que los modelos están prediciendo de forma ajustada lo que ocurre por el camino de emisiones que llevamos.
Más preocupante es que recientemente, Naciones Unidas, para preparar la cumbre del clima en Glasgow, en noviembre, ha hecho un cálculo de cuales son los compromisos de las naciones sobre las emisiones y no hay ningún compromiso de reducción sino que, ahora mismo, lo que hay sobre la mesa es que esas acciones que los países se comprometen a desarrollar van a dar lugar a un aumento neto de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 16% en los próximos 10 años, lo que nos lleva a un escenario de un aumento de la temperatura global de 2,7 ºC por encima de los niveles de temperatura preindustriales, y que es 0,7 ºC peor que el objetivo menos ambicioso del acuerdo de París.
Es un fracaso de la convención del clima y un fracaso de los países en tomar acciones responsables.
Hace falta un plan, y yo no veo que haya ningún plan
Hace falta un plan, y yo no veo que haya ningún plan, y los que se están desarrollando en países concretos, o incluso en regiones como la Unión Europea, son planes que no están coordinados a nivel global y que no usan todas las posibilidades de cooperación, incluso económica o de cooperación al desarrollo, para alcanzar los objetivos.
Yo creo que hace falta diseñar desde cero la respuesta al desafío climático y que se activen procesos de cooperación entre países que permitan que esas soluciones formen parte de una nueva economía, de un nuevo sistema económico que impulse la ambición de las acciones.
P: ¿Cuál es la mayor amenaza que enfrentan los océanos?
R: La mayor amenaza para los océanos es que nos rindamos frente a la posibilidad de recuperarlos. La desesperanza es la mayor amenaza frente a los océanos porque estamos viendo a nivel global que cuando tomamos iniciativas razonables y bien meditadas el océano responde. Tiene una capacidad de resiliencia impresionantes que, lamentablemente, no es la misma que tenemos en ecosistemas terrestres donde las extinciones han sido mucho mayores y la capacidad de recuperación es mucho menor, pero en el océano seguimos teniendo la capacidad de recuperar un océano saludable.
Lo hemos visto el año pasado durante el confinamiento por el coronavirus, donde a nivel mundial hemos visto que ha habido una recuperación espectacular de muchas especies que están amenazadas, como tortugas, cuando la presión en las playas donde se reproducen ha disminuido porque la gente estaba confinada.
Cuando hemos disminuido el nivel de ruido y de actividad pesquera porque la gente estaba confinada hemos visto una recuperación importante de muchas especies, también hemos visto grandes animales como ballenas o tiburones volver a ocupar los hábitats que habían abandonado hace tiempo porque se habían vuelto demasiado ruidosos y peligrosos para ellos, y hemos visto que es posible recuperar el océano porque la respuesta es, realmente, mucho más rápida de lo que pensábamos.
P: Esa esperanza ¿Es posible también en espacios tan degradados como el Mar Menor?
El Mar Menor en España es el caso de una muerte ecológica anunciada
R: El Mar Menor en España es el caso de una muerte ecológica anunciada. Lo llevamos viendo y denunciando desde hace décadas. Yo, personalmente, he trabajado en el Mar Menor desde 1990. He ido siguiendo esa pérdida de capacidad ecológica. Y no hace falta preguntarse cuáles son las causas.
Es un deterioro de un ecosistema marino 'de libro'. Sabemos perfectamente cuáles son las causas y cuáles son las soluciones. También sabemos que las soluciones no van a llegar a corto plazo. Hay que emprender acciones decididas que suponen reducir enormemente la carga de fertilizantes, pesticidas y herbicidas en la actividad agrícola en toda la cuenca del Mar Menor, reducir también todos los vertidos ilegales de aguas con vertidos agrícolas y urbanos, y también vamos a necesitar aumentar el intercambio del agua con el agua del Mar Mediterráneo para facilitar esta recuperación porque es fundamentalmente un problema de falta de oxígeno. Y cuando no hay oxígeno para respirar nada más importa.
Vamos a tardar al menos veinte años en tener un Mar Menor saludable. No hay que engañarse, no hay soluciones mágicas, pero lo que me mueve un poco a la desesperanza es que lo que yo estoy viendo es un conflicto entre lo que parecen ser científicos de un gobierno y científicos de otro que, creo, señala un problema fundamental de nuestro país y que es el de que carecemos de una ciencia independiente.
Si estamos hablando de científicos del Gobierno Regional y científicos del Gobierno Central, en mi opinión ninguno de ellos son científicos porque la ciencia debe ser independiente.
Yo creo que la única vía es crear una comisión científica independiente que haga un dictamen sobre las causas del deterioro del Mar Menor, que son evidentes, no hacen falta grandes estudios para saber lo que está pasando; y luego hacer un dictamen sobre las soluciones necesarias, que también son soluciones claras y evidentes. Y luego que las administraciones se pongan de acuerdo para poder implementar estas soluciones en vez de generar un enfrentamiento entre científicos de un partido político y científicos de otro que, en mi opinión, a mis compañeros, en conversaciones privadas, les he dicho que eso es inaceptable.
En España, la ciencia sigue siendo un arma política que se usa a conveniencia de los partidos políticos.
Pero en España, la ciencia sigue siendo, como en gran medida en la comunicación, un arma política que se usa a conveniencia de los partidos políticos.
P: Hablando de comunicación de la ciencia. ¿Cómo se debe abordar la proliferación de mensajes negacionistas tanto en asuntos medioambientales como en otros como el coronavirus?
R: La importancia de la comunicación del conocimiento científico nunca ha sido mayor que ahora. Lo hemos visto con la pandemia donde el papel de la ciencia ha sido fundamental. Y sin embargo seguimos encontrándonos con esos sectores de la población que que deciden ignorar a la ciencia y tomar otras opiniones que no están basadas en la ciencia.
Yo creo que no se trata de un problema de falta de compromiso de los científicos con la comunicación, sino que nos encontramos con un problema de fragmentación de la sociedad en silos de opinión. Yo, normalmente, cuando comunico cosas sobre ciencia, mis canales de comunicación llegan a un público que ya está concienciado sobre asuntos, por ejemplo, como el medio ambiente, la importancia de los océanos, la acción climática o la importancia de la ciencia, y siempre me quedo en esa burbuja.
Hay otra burbuja que, a lo mejor, presta oídos a otro tipo de información y yo creo que el desafío está en buscar canales que perforen esas burbujas y que conecten opiniones en entornos que ahora mismo están aislados y que se mueven como esferas aisladas de opinión y comunicación.