Antonio Zapatero, el médico que gestionó la pandemia en Madrid: "En tres años la covid sí será como una gripe"
El encargado de la lucha contra la covid en Madrid hace balance de su gestión
Acusa al gobierno de dejar solas a las comunidades y reconoce que al principio de la pandemia tuvo miedo
Calcula que con vacunas y tratamientos específicos en tres años el coronavirus será un virus estacional más
Antonio Zapatero se levanta a las seis y media de la mañana, y antes de las ocho suele estar en su despacho de la viceconsejería de salud pública. Antes de la pandemia era un médico internista -"siempre lo seré", dice- en un hospital a las afueras de Madrid. En él se enfrentó a algo que nunca había vivido, y pasó miedo las primeras semanas de marzo de 2020. A cargo del plan contra la covid de la comunidad que más se ha enfrentado al ministerio de Sanidad y que muchas veces ha nadado contra corriente en las restricciones de la pandemia, Antonio Zapatero cree que en Madrid se han hecho bien las cosas.
Dice que el hospital de pandemias Isabel Zendal ha merecido cada uno de los 150 millones de euros que ha costado -casi el triple de lo presupuestado al inicio- y que se ha criticado a Madrid sin fundamento. Pero, como médico, reconoce que nadie creía que algo como lo que luego pasó fuera a suceder, que marzo de 2020 les pilló a todos desprevenidos, que lo ha pasado muy mal gestionando la pandemia. Y que quiere volver a ejercer la medicina.
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Mientras, ayuda a solventar los últimos coletazos de la covid y planea qué otras cosas se pueden hacer en la sanidad pública madrileña. Se lee todo lo que cae en sus manos y dice que gracias a eso apostó por los test de antígenos para diagnosticar el coronavirus rápidamente. Fue su empeño personal y seguramente su mayor logro al frente de la viceconsejería de salud pública. En esta entrevista hace balance de su gestión y habla del futuro.
Pregunta. ¿Se ha acabado la pandemia?
Respuesta. No, desde luego que no. Pero el campo de batalla ha cambiado. El 91% de la población de la comunidad de Madrid tiene la primera dosis, en pocos días tendrán la segunda. Y eso es muy importante porque la pandemia ha sido una batalla entre un virus y un nicho de personas para infectar. Ahora a ese virus le cuesta encontrar ese nicho, porque a estas alturas ya sabemos que las vacunas disminuyen la posibilidad de infectarte en un 80%, la carga viral de los vacunados es un 20% menor y en el caso de que tu enfermedad progrese la probabilidad de ingresar en un hospital baja un 70%.
En tres años la covid puede ser incluso menos dañina que una gripe. El coronavirus no encontrará a gente sin proteger que infectar y su ciclo vital será el de un patógeno estacional más
De hecho en las últimas cuatro semanas, hay una media de 20-25 ingresos diarios por covid en toda la Comunidad de Madrid. Eso hace que sea posible la convivencia entre este virus y una población que está muy bien vacunada. Porque además hay un dato importante: la mayoría de los pacientes que ingresan son personas no vacunadas o con alguna patología o condición que hace que no hayan desarrollado inmunidad a pesar de la vacuna.
Pero el final está cerca. El ciclo vital de estos virus respiratorios nos indica que el virus acabará estando con nosotros, los vacunados nos podremos infectar pero más leves, y nos puede venir bien la infección porque nos dará un refuerzo inmunitario... y a la larga los virus cuando se encuentran con población inmunizada en cuatro o cinco años se convierte en un virus estacional que será seguramente menos dañino de lo que es la gripe ahora.
P. Llevamos ya dos años de pandemia casi... ¿quiere esto decir que en tres años la covid será, como se decía al principio, como una gripe?
R. Puede que tarde menos. Porque el virus se va a encontrar con un porcentaje muy muy alto de inmunizados, las vacunas van a ser cada vez mejores y centradas en las cepas, y encima ya empieza a haber tratamientos concretos contra la covid. Los monoclonales, en ciudadanos que pueden tener una progresión muy agresiva, disminuyen esta probabilidad hasta un 80%. Así que entre vacunas y fármacos específicos el coronavirus terminará siendo una situación médica perfectamente controlable.
El 20 de marzo de 2020 bajé a la urgencia y había 250 personas pendientes de ingreso... Lo que más recuerdo es que a pesar de haber tanta gente allí metida el silencio era absoluto: todos teníamos miedo, los médicos y los pacientes
P. La vacunación, que parece la solución, puede tener sus lagunas. ¿Habrá tercera dosis masiva?
R. Yo estoy esperando varias evidencias científicas. La primera, sobre el descenso de efectividad. Porque los estudios que hay son muy preliminares, y yo no conozco ninguna vacuna anterior a las de la covid que solo sean efectivas seis meses. Me cuesta creer que esta vaya a serlo.
Y lo segundo es el colectivo de ciudadanos en los que la vacuna no es efectiva. Hace poco un estudio del British Medical Journal ha analizado a seis millones de vacunados, diferenciando cuántos ingresan por covid y cuántos fallecen. Así se ha podido identificar grupos vulnerables a pesar de estar vacunados:
- Las personas con síndrome de Down tienen 12 veces mas probabilidades de fallecer por coronavirus que el resto de la población.
- Los trasplantados 7 veces más.
- Las personas con tratamiento activo de quimioterapia siete veces.
- Personas con demencias o enfermedades cardiovasculares, por dos.
- Y vivir en una residencia multiplica por cuatro.
Esos grupos son los que habrá que reforzar. A ellos hay que dirigir la tercera dosis. Para el resto hay que esperar a tener más evidencia científica.
P. Y ahora que la pandemia da sus últimos coletazos, ¿en qué cree que acertó en su gestión?
R. Cuando me llama el consejero para irme a dirigir, junto con otros, el hospital de campaña de Ifema, yo estaba en mi puesto en el de Fuenlabrada. En febrero el coronavirus de Wuhan era un comentario en la cafetería. En marzo tuvimos los primeros ingresos, un padre y un hijo, aunque todo parecía bastante controlado. La segun da semana de marzo aquello se desbordó. Casi de repente éramos un hospital solamente de covid, con 500 pacientes. Y el día que me llama el consejero Enrique Ruiz Escudero para irme bajé a la urgencia y había 250 personas pendientes de ingreso... Era desolador y lo que más recuerdo es que a pesar de haber tanta gente allí metida el silencio era absoluto: todos teníamos miedo, los médicos y los pacientes. Todos.
Luego en Ifema hicimos lo que pudimos, era una guerra. Y más adelante, cuando decae el estado de alarma y los casos vuelven a subir yo me di cuenta de que lo importante era detectar el origen de los casos, cortar las cadenas de transmisión. Y apostamos por los test de antígenos, que nos daban un resultado bastante fiable comparado con la PCR pero sobre todo nos daban el resultado en 15 minutos. Y pudimos llevarlos a atención primaria, y aislar a muchos más infectados. Esa decisión se nos criticó mucho, yo creo que sin demasiada evidencia científica.
Apostamos por los test de antígenos para diagnosticar y por restringir por zonas básicas de salud. Nos miraban como si fuéramos de otro planeta, pero elegimos ir conviviendo con el virus. Y creo que fue acertado
Otra de las apuestas que se hizo desde esta viceconsejería fue cribar las aguas fecales. Esto fue porque nos dimos cuenta de que había una serie de pozos que coincidían con áreas básicas de salud, y que testarlas nos permitía predecir un aumento de los contagios (esto es porque el virus se deshecha por las heces antes incluso de tener síntomas).
Y eso nos llevó directamente a establecer limitaciones a la movilidad por zonas básicas de salud. No tenía sentido restringir a ciudadanos de zonas en las que no había tantos contagios. Por ejemplo, en verano de 2020 se nos criticó por no cerrar las terrazas, parecía que veníamos de otro planeta. ¡Pero es que no teníamos ninguna evidencia de que hubiera habido brotes en las terrazas!
P. Respecto a esto se podría cuestionar la capacidad de rastreo de los brotes. Es decir, ¿se podía afirmar que el origen de un brote no eran las terrazas o, por ejemplo, el transporte público?
R. A esto se puede contestar con la definición de contacto estrecho de un infectado, de un positivo, que daba en ese momento la Organización Mundial de la Salud: eras contacto de un contagiado si habías estado más de 15 minutos a menos de un metro y medio y sin mascarilla. Esa situación, en teoría, no se daba en el transporte público. Por eso Madrid mantuvo abierta toda actividad que no supusiera origen de brotes. Para tomar una decisión de cerrar una actividad económica tienes que tener muy claro que es el origen de los contagios, porque si no matas el tejido productivo de una sociedad.
Lo que parecía es que el gobierno no quería dar noticias malas y que las decisiones las tomasen las comunidades. Y había un sentimiento generalizado de que cuanto más drástico eras, más responsable eras
Evidentemente, teníamos nuestra ración de estrés diario: nadie estaba tranquilo en salud pública ni en la consejería. Vivíamos pendientes de los datos. Pero teníamos que tomar decisiones.
P. ¿Cree que esas decisiones pueden estar detrás de que Madrid tenga un exceso de mortalidad que duplica al de otras comunidades autónomas?
R. Hay que leer esos datos con cuidado, porque ese exceso de mortalidad se cuenta del total de la pandemia, y el de Madrid lo suben especialmente la primera y la segunda oleada. Sobre todo la primera, tras la cual el ministerio de Sanidad lanzó el estudio Ene-covid, para ver cuánta gente había pasado el virus y tenía anticuerpos, y en Madrid salió la mayor tasa de España. Madrid sufrió de lleno la primera ola que no afectó tanto a otras regiones. Pero si vamos a la tasa de mortalidad de las últimas oleadas de covid, la de Madrid está por debajo de la media nacional. La letalidad de Madrid una vez que pasa la primera y segunda ola es menor que la del resto de España.
P. ¿Se ha sentido Madrid señalada por el gobierno de España?
R. Hemos estado solos, eso es así. Y, como dicen los madrileños, tengo que decir ahora que a mucha honra. Pero lo que hizo el gobierno fue dejarnos la gestión a las comunidades autónomas. Lo que parecía es que el gobierno no quería dar noticias malas y que las decisiones las tomasen las comunidades. Y había un sentimiento generalizado de que cuanto más drástico eras, más responsable eras.
Pero al final muchas cosas nos han dado la razón. El propio Fernando Simón dijo hace unas semanas que se habían matado moscas a cañonazos. Yo creo que en España se han hecho cosas con poco sentido, con poca base.
Para mí lo fácil habría sido cerrar todo Madrid, pero habríamos arruinado económica y psicológicamente a los ciudadanos
Para mí lo fácil habría sido cerrar todo Madrid, pero habríamos arruinado económica y psicológicamente a los ciudadanos. Cada semana que tomábamos decisiones éramos conscientes de que lo que decidiéramos iba a repercutir muy mucho en la vida de los madrileños. Y otras comunidades han sido más restrictivas y han tenido picos mayores que los nuestros. Las medidas que han tomado no valían para nada.
P. Y ahora, después de todas esas decisiones, ¿qué va a hacer Antonio Zapatero?
R. Seguiré aquí hasta que haya nuevas elecciones. Pero yo tengo claro que soy médico, vengo de la medicina interna y mi idea es acabar mi carrera en mi hospital y en mis clases de la universidad. No tengo mayor aspiración que esa. Creo que este trabajo había que hacerlo y ha sido una experiencia profesional impagable. Lo hemos pasado todos muy mal, muy mal, pero ha merecido la pena.
P. En este año y medio que le queda en la consejería, ¿qué quiere poner en marcha?
R. Hay cinco líneas fundamentales: la reforma de la atención primaria, el refuerzo de la salud mental, dotar de recursos humanos razonables, reducir la lista de espera y gestionar la cola del covid.
P. ¿Le dejarán hacer todo eso?
R. Yo soy muy peleón. No sé qué hago en medicina porque yo debía haber sido tenista, y en el tenis peleaba cada bola. Aquí soy igual pero cuando trabaja en la administración pública te das cuenta de que no todo puede ser para ya o de un día para otro, que es difícil. Pero confío en que podamos hacer muchas cosas.
No sé qué hago en medicina porque yo debía haber sido tenista, y en el tenis peleaba cada bola. Aquí soy igual pero cuando trabajas en la administración pública te das cuenta de que no todo puede ser para ya
P. Cuando vuelva a su hospital, ¿cómo cree que le van a recibir los compañeros?
R. Yo creo que bien. Siempre me he encontrado con palabras de apoyo y aliento.
P. Pero también ha recibido muchas críticas del sector sanitario, sobre todo por la creación e inversión en el hospital Zendal, por el traslado de trabajadores a otros centros allí.
R. Lo del Zendal es injusto. Ha cumplido su labor, han pasado casi nueve mil enfermos de coronavirus y se ha vacunado a un millón de personas. Y va a seguir dando apoyo a los hospitales, y va a cumplir una labor muy bonita que es la rehabilitación de pacientes de estancia prolongada. La inversión que se ha hecho ha merecido la pena, creo que sí. Ha cumplido con creces.
Este campeón de España de veteranos de tenis no para ni un segundo durante la entrevista. Antes de empezar revisa unos documentos, firma otros, y en cuanto acaba aparecen varios directores generales con asuntos pendientes. El sol frío de las diez de la mañana, hora a la que acaba esta charla, entra por los enormes ventanales de su despacho, enfrente del hospital de La Paz. Pasó parte de la pandemia en un barracón en Ifema, y otra en el centro de salud de Goya, rodeado de ruido. La paz de este despacho no casa con el Antonio Zapatero que habla a toda velocidad, casi sin vocalizar, y cita estudios y datos de memoria. Le queda año y medio en la gestión de una sanidad que conoce bien.