Quienes duermen en la calle bajo temperaturas gélidas: "Duele más la indiferencia"
A las ocho de la tarde llegamos a las instalaciones que la asociación 'Solidarios' tiene en ciudad universitaria. Allí un grupo de voluntarios preparan café, leche caliente y algunas galletas. Es lo que llevarán a la gente que vive en las calles de Madrid. Se reparten en varias rutas y con sus termos se dirigen al centro de la ciudad. Nosotros acompañamos a quienes recorren la Gran Vía y aledaños.
Nos encontramos con Julio. Busca trabajo y pide una ayuda para comer. Es lo que pone en un cartel junto a unas mantas y su perra que le hace compañía. Lleva aquí un año. Se quedó sin trabajo, poco a poco perdió todos sus ahorros y la calle es la única opción que le queda. Nos comenta que no pide dinero, él solo recibe con cariño lo poco que le ofrezca quien se acerque a darle algo. Solo tiene buenas palabras para los voluntarios. "Si les pongo una nota... tiene que ser un 10. No se merecen menos", nos relata.
Continuamos andando por Gran Vía y nos adentramos en Plaza de la Luna. Curro nos regala una sonrisa y un... "Hombre... mis amigos". Se conocen desde hace años y este rato es muy importante para ellos. Les cuentan cómo ha ido su día, qué les han dicho por la calle... Curro destaca algo que le dijo un grupo de chicos por la mañana. "Se acercaron a mi y me preguntaron que si me sentía marginado. Les dije que yo no, que los marginados eran ellos". En ese rato, unos 10 o 15 minutos, nos regalo sonrisas, bailes y hasta nos dedicó un poema.
La realidad de la calle es dura y más cuando se enfrentan a temperaturas bajo cero. Unas mantas y unos cartones es lo poco que tienen. Camil, de 30 años, nos pide que le grabemos. Quiere que su hermano le vea cómo pasará la noche. "Él tiene casa. Vive bajo un techo. Le pedí ayuda muchas veces... pero me la negó siempre". La Gran Vía de Madrid es una de las principales arterias de la capital. A diario pasan miles de personas y pocos se fijan que ellos están ahí. Es una realidad invisible. Ignoramos su presencia con bolsas llenas de compras realizadas minutos antes, con prisas de camino al trabajo que un día ellos perdieron... y que en la mayoría de los casos les ha obligado a quedarse en la calle.
El frío es duro y se siente en invierno, pero duele más la indiferencia, que no entiende de frío o de calor.