Con un traje manifiestamente grande y aparente tranquilidad. Así ha vuelto a comparecer ante la justicia el exdirector del colegio de Salesianos de Cádiz, Francisco Javier López Luna. El sacerdote fue procesado en mayo de 2016 por abusos sexuales a más de una veintena de alumnos de su colegio, menores de edad. La Audiencia Provincial de Cádiz le absolvió del delito de abusos sexuales y le condenó al pago de una multa por vejaciones. Lo mismo hizo el Tribunal Supremo.
Pero en aquel juicio, de gran repercusión mediática, uno de los chicos llamado como testigo ofreció en su declaración indicios de haber sido también víctima del exdirector. De ahí, de ese testimonio, arranca una pieza separada que lo ha vuelto a sentar en el banquillo.
La Fiscalía pide cuatro años y medio de prisión por dos delitos, uno de trato degradante con abuso de superioridad y otro contra la indemnidad sexual por pegar y arrancar, supuestamente, el vello púbico al joven que, cuando sucedieron los hechos, en el curso 2012-2013, era un niño de 13 años.
López Luna, a preguntas de su abogado, ha repetido hoy los argumentos de 2016: su despacho era un lugar de encuentro, donde acudían los alumnos que querían con toda libertad.
"Nos lo pasábamos bien. Quien necesitaba algo, iba allí, les dejaba mi ordenador. Iban a disfrutar y a jugar y reírse con el resto de compañeros. No existía ninguna jerarquización conmigo. Yo era uno más, teníamos un trato de colegas", ha afirmado el exdirector.
No agredió al joven, no abuso de él. Todo era una "didáctica" en la que él participaba como uno más. Una "didáctica" que incluía juegos entre niños como uno denominado `golfi´ consistente en dar un tirón de las partes íntimas al otro. "Eran juegos, peleas, pero jamás hubo ninguna connotación sexual".
Lo relatado por el entonces menor, y ahora un joven de 21 años, choca con los argumentos del exdirector. Según el joven, un día que se encontraba jugando a un videojuego en el ordenador del sacerdote, dijo una palabrota: "Noté que se levantaba, que venía hacia mí por la espalda, puso las manos en mis testículos y me tiró del vello púbico".
La defensa del sacerdote ha subrayado las distintas versiones ofrecidas por el joven desde que sucedieron los hechos, algo sobre lo que también ha preguntado el juez. La respuesta de éste ha sido que han pasado casi ocho años desde lo sucedido, y que entonces sólo tenía 13 años.
Y todo frente a un acusado que ha llegado a romper a llorar. Además de los cuatro años y medio de prisión, la Físcalía ha pedido libertad vigilada para el sacerdote durante cinco años, y el pago de una indemnización de 9.000 euros para el ex alumno.