En el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos Alimenticios los expertos coinciden en alertar sobre las redes sociales y un nuevo escenario, donde cada vez son más hombres los que sufren este problema. La psicóloga de la Asociación de Familiares Anorexia y Bulimia (ADEFAB), María del Mar Herrero Hernando destaca que "aunque nos siguen diciendo la misma estadística, por cada 9 chicas, 1 chico, yo ya estoy dudando que eso sea así, va cambiando. Esto no es de chicas, es de cualquier persona que pueda ser vulnerable al trastorno alimentario".
En los últimos años Internet y las redes sociales en especial, se han convertido en un caldo de cultivo donde se fomentan este tipo de prácticas, unas conductas que tienen su propia terminología para mantener en secretos sus trastornos alimenticios. Detrás de términos como 'Mía', 'Alisa', 'Ana' o 'Princesa', pueden esconderse graves enfermedades como la anorexia y la bulimia.
El término 'Ana' simboliza la anorexia, así como el término 'Mía', que simboliza la bulimia. 'Alisa' viene a referirse a la ortorexia, la obsesión por comer sano. Mientras que Princesas se llaman a sí mismas cuando están delgadas.
Robin Rica, CEO de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Instituto Centta, señala que "las instituciones y las fuerzas de seguridad actúan ante este tipo de webs y contenidos cuando los ciudadanos denuncian", sin embargo existe una gran facilidad a la hora de volver a abrir una nueva o la dificultad que hay para atajar estos grupos a través de las plataformas de mensajería instantánea. "Es como el mito de la hidra, cuando se cortaba una de las cabezas crecían otras 3".
La red social de Instagram, una de las redes sociales más populares entre los jóvenes y adolescentes, está demostrado que genera gran insatisfacción corporal, "algo que en una persona vulnerable acelera el proceso del trastorno de la conducta alimentaria", asegura la psicóloga María del Mar Herrero, "tengo personas en consulta que les he animado a que lo desinstale, porque me lo cuentan, me cuentan 'es que no puedo evitarlo, empiezo a verlo y cada vez me siento peor con mi cuerpo, empiezo a compararme con este, con este, además es que fíjate que bien comen y qué cuerpo tienen'. La insatisfacción corporal llega por ahí"
María del Mar Herrero también nos cuenta los dilemas de muchos padres a la hora de actuar con sus hijos: "Recuerdo que el año pasado hice una charla sobre los trastornos alimentarios en la infancia y cuando terminé, me comentaba una madre que a su hija de 8 años le había pillado viendo páginas de ‘Ana’ y ‘Mía’, me preguntó, ¿qué hago, le prohíbo verlo?, le contesté que era mejor que lo viera con ella porque prohibir significaba que al final su hija lo iba a ver en otro sitio. Se podría ir a la biblioteca, conectarse a internet y ver las páginas, que es peor que verlo con su madre y que su madre le indique que eso que está viendo ahí son cosas erróneas"
Desde el Instituto Centta, Robin Rica destaca una serie de pautas para alertar a las familias de que sus hijos pueden estar sufriendo un posible trastorno alimenticio: "La detección desde luego tiene un componente de información y sensibilización importante en el que todos debemos ser partícipes. Detectar que un ser querido comienza a restringir cosas que antes comía, muestra una actitud rígida con la comida o con el ejercicio, cuando encontramos comida escondida o restos de vómito en casa, son señales de alarma claras. Sin embargo, no podemos olvidar que estos trastornos, aunque se manifiestan en obsesiones y conductas relacionadas con el peso y la comida, traen consigo grandes dificultades emocionales y un terrible sufrimiento"
"Estar pendiente de los cambios emocionales y relacionales son una mejor puerta de entrada a plantear que algo no va bien en casa, en lugar de abordar frontalmente los síntomas alimentarios que muchas veces generan rechazo por parte de la persona y aumentan la tensión en la familia", matiza el experto.
La psicóloga cree que "muchas de las personas que tienen este problema, no lo consideran problema, creen que es un estilo de vida y es como hacer una reivindicación de su estilo de vida, cuando en realidad es una enfermedad mental grave con repercusiones graves tanto físicas como psicológicas".
Las personas que tienen un problema de trastorno alimenticio, ya sea por anorexia, bulimia, ortorexia o atracón, son personas que esconden un problema detrás. "El verdadero problema es que tienen baja autoestima, son perfeccionistas, les cuesta gestionar las emociones y tienen intolerancia a la frustración, entonces digamos que esas son como las papeletas que entran en el bombo de la lotería y si hay factores que pueden precipitar el trastorno de la conducta alimentaria, se va a desarrollar. Los adolescentes son las personas más vulnerables, pero los trastornos de la alimentación no tienen edad, pueden darse en niños, adolescentes, jóvenes, adultos, mayores. No hay edad ni hay sexo, ni peso tampoco, hay una idea errónea de que las personas con trastornos de la conducta alimentaria son delgadas y no tiene por qué ser así, pueden tener peso normal o incluso sobrepeso, obesidad", analiza María del Mar Herrero, quien ha insistido que por muy duro que parezca, es importante decir que "de los trastornos de la conducta alimentaria se salen, es difícil y lleva un proceso largo, pero se sale".