Estaba escondido en el último rincón en el que hubiesen pensado. Pero los policías locales le encontraron escondido debajo del somier de una cama nido en casa de su pareja, pese a que tenía dos órdenes de alejamiento de ella. El hombre, de 40 años, natural de Estepona y vecino de Málaga, fue detenido por quebrantamiento de condena. Y todo gracias a la insistencia de un agente del Grupo de Investigación y Protección (GIP) de la Policía Local que la noche del 23 de noviembre recibió constantes llamadas que se cortaban al momento. Cada vez que él intentaba devolver la llamada, saltaba el contestador.
Desde ese momento, las sospechas de que pudiera tratarse de una víctima con protección, continuó llamando a ese número en los días siguientes. Finalmente, respondió una mujer, pero volvió a cortar de inmediato la comunicación al conocer que la llamada la realizaba la Policía Local. Tras llamarla otra vez, terminó identificándose como víctima protegida de VioGen. Dijo que ese era su nuevo número y que no tenía problemas, que su pareja no se encontraba en el domicilio y que todo había sido una equivocación. Pero las sospechas solo se incrementaron. La mujer dudaba y estaba insegura, tenía miedo.
Ante el riesgo de que la mujer pudiera ser víctima de maltratos, dos dotaciones de la Policía Local de Málaga, una del GIP y otra del Grupo Operativo de Apoyo (GOA), acudieron a su domicilio, situado en la barriada de Las Castañetas. La mujer les abrió la puerta. Estaba con los dos hijos de la pareja, ambos menores de edad. Y allí fue cuando encontraron al hombre, escondido. La mujer tenía miedo a delatarle porque la había amenazado con matarla. El caso es un ejemplo transparente de la prisión que viven muchas mujeres y el miedo a denunciar que las atenaza. Y más ahora en estos tiempos del coronavirus en los que muchas mujeres se ven obligadas a convivir con sus maltratadores.