La desesperación de un desahucio anunciado: "El único que me ha contestado es el Papa"

  • El próximo mes de noviembre Rosario y José podrían ser desahuciados de su casa en Jerez de la Frontera (Cádiz)

  • En 2017 el nuevo propietario del edificio comenzó a transformarlo en viviendas turísticas

  • El desahucio ha sido pospuesto hasta el mes de noviembre

Rosario tiene 79 años y una mirada azul que a veces se aleja, para su fortuna, de lo que está viviendo. Su casa está en la calle Justicia de Jerez. La misma justicia, esta con minúsculas, que el pasado martes irrumpió en ella para desahuciarla. Su abogado, de oficio, olvido avisarles hasta el día anterior.

"Llama, y nos comunica que al día siguiente venía aquí la comisión judicial", relata José, que vive junto a su madre. "El martes a las diez y media de la mañana se coló aquí un cerrajero y la comisión judicial", añade.

Milagros, su prima, también vivió la escena. "Nos sentimos mal. Unas personas con una prepotencia, mirándote por encima del hombro. Nos sentimos muy mal de ver a una persona, con la edad que tiene mi tía, que no está bien, haciéndole preguntas con mucha prepotencia", se lamenta.

Rosario escucha lo sucedido en silencio. Escucha también cómo, a la vista de la situación, se decidió posponer el desahucio hasta el próximo lunes 14 de octubre y cómo, una vez más, esta misma mañana, les comunican un nuevo plazo, de un mes, para dejar atrás buena parte de su vida.

"Que digan lo que quieran", levanta esa mirada azul Rosario. "Que yo mientras no me encuentren una casa que me convenga no me voy. Hombre, es verdad, si fuera a decir, yo debo algo…yo a todos lados que voy siempre estoy al día", comenta Rosario.

Llevan aquí desde 2001. Han pagado religiosamente cada uno de los recibos de 120 euros que se amontonan sobre la mesa. Viven con 600 euros. Una vida con lo justo, que cambió en 2017 cuando la nueva propiedad empezó a transformar el edificio en viviendas turísticas.

"Todos los techos se han arreglado, menos el nuestro", dice José. "La casa está comida de humedad. Cuando caen cuatro gotas de agua se inunda todo esto. No arreglan nada. La culpa es nuestra siempre", añade.

"Ya no hay azotea para tender la ropa", comenta Milagros mientras señala hacia arriba. "Toda la vida de Dios las casas de vecinos han tenido una azotea, ahora es un solárium. Ahora es para que vengan a ponerse morenos".

Porque mientras esta mujer de 79 años espera a que la echen de su casa, el resto de viviendas lucen sus mejores galas para aparecer en las páginas web más conocidas. Una planta aquí, unos farolillos allí, unas tumbonas rojas de diseño más arriba...

"Esto es una tensión bestial", dice José. "Nadie te abre la puerta. El único que me ha contestado es el Papa" comenta José mientras enseña una respuesta cortés del Vaticano.

"Solucionarle no le soluciona nada, pero por lo menos le contesta", añade su prima.

Una carta que pasa a formar parte del largo reguero de documentos entre los que viven ahora. Sentencias de desahucio, burofax de notificaciones, peticiones de ayuda, recibos. Hoy, aunque les han dado un mes más de plazo, no es un día de alegría.

"Para mí no lo es. No nos están diciendo se van a quedar hasta que le den a mi tía una vivienda o lo que sea. Es la misma situación, una pescadilla que se muerde la cola", se indigna Milagros.

"Yo lo único que pido, que se aplique de una puñetera vez el artículo cuarenta y siete de la Constitución, que se cumpla el derecho a la vivienda", dice José al lado de su madre.

"Todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna y adecuada…", así comienza ese artículo. Rosario vuelve a alejarse en el azul. Setenta y nueva años. Cuando llegue noviembre tendrá que dejar su casa, si nada ni nadie lo remedia.