A la supuesta víctima, Adriana Giogiosa, de 55 años, la vieron por última vez el 30 de marzo. Acababa de volver de Argentina, su país natal, y pasó por casa de una vecina a recoger su ordenador portátil.
La mujer vivía en una habitación alquilada en Majadahonda, Madrid, desde hace años. Pero siempre desconfió de su casero, un joven de 32 años, que entraba en la casa a horas intempestivas y que hacía muchos viajes al contenedor.
Sin embargo, lo que más ha llamado la atención a la Guardia Civil es que les impidió el acceso a su casa. En el registro, con orden judicial, hallaron manchas que podrían ser de sangre y una picadora de tamaño industrial con restos que podrían pertenecer a un ser humano.
El joven de 32 años está detenido acusado de asesinato. Para los vecinos era un completo desconocido porque la propietaria de su casa era su tía, quien supuestamente lleva años en una residencia. Sin embargo, sus conocidos dicen que la tía no está allí.
De momento, los agentes intentan averiguar si más inquilinas de este joven están desaparecidas. Mientras tanto, buscan el cuerpo de Adriana en un vertedero de Pinto porque sin cuerpo no hay delito.