“El desánimo es total”, Miguel Marcos, el médico internista que escuchan las redes sociales

  • Miguel Marcos, médico internista: “Nos hemos quedado dormidos durante el verano”

  • "No se puede convivir con el virus, es como convivir con un tigre de Bengala que al final te va a morder"

  • "Pensábamos que era una carrera corta, pero es una maratón y nos hemos hecho el sprint en marzo"

El día 25 de febrero España no había detectado ningún caso autóctono de coronavirus. Parecía una cosa china y lejana. Ese día los informativos contaban con cierta condescendencia cómo Italia había decidido confinar algunos pueblos del norte del país. Ese día un médico de Salamanca, Miguel Marcos, decidió escribir un hilo en Twitter que se convertiría en viral. Decía cosas como ésta:

España tardó aún 20 días más en declarar el estado de alarma y lo que vino después convirtió a este país en uno de los más castigados del mundo por la pandemia.

Miguel Marcos Martín lo sabe muy bien. Es médico internista en el Hospital Universitario de Salamanca, profesor de universidad e investigador del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca. Ha vivido en primera línea el combate contra el virus -fue uno de los encargados de organizar los grupos covid de su hospital-. Más de 30.000 personas siguen sus comentarios en la cuenta @drmiguelmarcos. No siempre son del gusto de todos. En julio se le echaron encima por avisar de que ya estaba aquí la segunda ola, cuando las autoridades sanitarias se negaban a reconocerlo. Tardarían dos meses en hacerlo.

NIUS: Salamanca sufrió con fuerza el embate de la primera ola y no se está librando de la segunda. ¿Cuál es la situación ahora mismo?

Miguel Marcos: Ahora mismo estamos en el peor momento de la segunda ola. No sabemos si se puede poner mucho peor o se empezará a estabilizar. En Madrid hay zonas que se están estabilizando, en otras no. Esto es como la predicción del tiempo, hace poco salió un estudio que apuntaba a que apenas podemos predecir lo que va a pasar durante los próximos días y depende mucho de las medidas que tomemos.

¿Cómo está la ocupación hospitalaria?

Hay cerca de 200 pacientes ingresados, UCI y no UCI.

La ocupación de camas habilitadas para críticos supera el 74%, muy por encima del umbral del 35% que fija el ministerio de Sanidad.

Es un umbral importante, pero es un indicador que varía mucho según las camas disponibles de UCI. Es el indicador más grave porque si las camas de UCI están ocupadas y no tienes un respirador disponible, tenemos un problema muy serio. Pero el indicador que mejor nos mide cómo evoluciona la pandemia es el número de hospitalizados porque ahí no hay trampa ni cartón. Si un hospital tiene 300 ingresados hace diez días y ahora están bajando hacia 200, la situación está mejorando claramente, pero seguro que la UCI sigue igual de llena.

¿Cuánto tiempo puede estar un paciente ahora en UCI?

En marzo había estancias muy largas, tanto en UCI como en planta, de incluso meses. Ahora están menos tiempo ingresados y, de forma global, la gravedad es menor, pero está pareciéndose cada vez más a marzo. Una de las razones es que los pacientes llegan antes y, por tanto, menos graves. Cuando el cuerpo está un tiempo con el oxígeno bajo en sangre, todas las células se van lesionando. Si la gente llega después de muchos días respirando mal en casa, la situación en la que ingresa es más grave. Ahora afortunadamente a los pacientes se les atiende antes de lo que se hacía en marzo. No porque el virus haya mutado o sea más leve, que eso es un bulo que está corriendo y no es real. Además, ahora vemos a todos los pacientes. En marzo, veíamos sólo a los graves. Los leves y moderados estaban en casa o no había sitio para ellos en el hospital y los graves ocupaban todo.

¿Ha variado también la edad? ¿Siguen siendo predominantemente mayores?

Hace unos meses sí que eran pacientes más mayores. Ahora no tanto. Para que haya un paciente de 40 años en la UVI, tiene que haber 100 pacientes de 40 años enfermos. Ahora tenemos pacientes jóvenes en la UVI porque hay muchísimos casos fuera, en la calle. Si hay 200 pacientes de 40 años que se infectan a la vez, tres o cuatro pueden que ingresen en el hospital y puede que dos vayan a la UCI.

Te lo pregunto porque sigue muy extendida la idea de que el coronavirus se ceba con los mayores y de que los jóvenes se libran de la hospitalización y las UCI.

En Salamanca, por la seroprevalencia de la primera ola, se infectaron unas 30.000 personas. Ahora puede haber habido 40.000 personas infectadas. Si hay 20.000 personas de 40 años afectadas, va a haber muchísima gente que se ponga mala e ingrese en el hospital. Tenemos mucha gente de 30, 40 años e incluso menores de 30 años que han bajado a la UVI. La idea de que si soy joven no me va a pasar nada, desde el punto de vista individual es jugar a la lotería. Y hay más probabilidades de que toque un COVID grave que de que te toque la lotería.

A partir del día 15 de julio empieza a haber más positivos. En esas fechas, digo en Twitter que ya está aquí la segunda ola y recibí un aluvión de críticas. El mensaje oficial en ese momento es que no hay segunda ola.

Salamanca es una ciudad universitaria. 20.000 de los 30.000 estudiantes vienen de fuera. Algunos focos en este entorno han sido noticia. ¿Se ha notado en el hospital?

El aumento de casos sí que ha sido evidente en los centros de salud que por cercanía atienden más a la población universitaria. En cuanto a repercusión hospitalaria, menos. Porque muchos son estudiantes que están en colegios mayores y no suelen tener familia en Salamanca. Pero, sin duda, es un factor como todo lo que está abierto, todo lo que genera un flujo de gente. En la universidad, los protocolos en las clases son claros y es difícil que alguien se contagie en la facultad. Pero, lógicamente, el movimiento de gente que se genera en la ciudad, en el ocio nocturno, es un amplificador de los casos, igual que ocurre con los colegios o con la reincorporación al puesto laboral de mucha gente.

De hecho, antes de la llegada de los estudiantes, ya en julio, comentaste en las redes que veías venir la segunda ola.

Sí. Veíamos que subía el porcentaje de PCR positivas sobre el total realizado. Este es un indicador muy sensible en fases iniciales. A partir del día 15 de julio empieza a haber más positivos. En esas fechas, digo en Twitter que ya está aquí la segunda ola y recibí un aluvión de críticas. El mensaje oficial en ese momento es que no hay segunda ola. Fernando Simón, en un mensaje desafortunado, dijo “si es la segunda ola, no lo parece”. Nos hemos quedado dormidos durante el verano. Se ha tardado mucho en reaccionar. La frase con la que no puedo es la de "convivir con el virus", porque no se puede convivir con un tigre de Bengala que al final te va a morder. En Salamanca, a principios de agosto empiezan a subir los ingresos y, ya entrado agosto, tenemos que ampliar a otra planta. Nadie esperaba tan pronto la segunda ola y costó mucho convencer al personal a mediados de agosto de que la segunda ola estaba aquí. La gente que volvía a trabajar, tal vez por un mecanismo mental de defensa, no se podían creer que estuviera pasando. Pensábamos que era una carrera corta, pero es una maratón y nos hemos hecho el sprint en marzo. Nadie está preparado para seguir corriendo tanto tiempo, nadie está con fuerzas ni emocionales ni físicas para aguantar esto durante un tiempo indefinido. No sabemos lo que va a durar, no sabemos si vamos a estar libres de esto en enero, si va a ser en marzo o hasta junio del año que viene... Esta situación genera mucho estrés, y no solo a los sanitarios.

¿Cómo vivisteis la primera ola?

Lo de marzo fue terrible en cuanto a intensidad de trabajo, de gravedad de pacientes, de mortalidad y de miedo propio de los profesionales por ellos mismos y por sus familias. La primera quincena de marzo estábamos en calma tensa. Recuerdo ir por el hospital diciendo a la gente “ponte la mascarilla”. Era como en las películas cuando hay gente avisando que viene la ola gigante mientras otros están leyendo el periódico. Y en el periódico decían que no había de qué preocuparse. Pero, bueno, tampoco nos habíamos visto nunca en esto. De repente, el fin de semana del 15 de marzo ya veíamos que íbamos a una ocupación de media planta por día, luego pasamos a una planta entera por día y la situación era evidente que “estallaba”. El 15 de marzo, domingo, hubo una reunión en el hospital de Medicina Interna para hacer el plan para la semana pensando que podíamos ocupar dos plantas más. Ocupamos cuatro plantas más. Yo me sentía como en la guerra, todo el mundo corriendo. Iba a un sitio del hospital para preparar la siguiente planta Covid y decía “esto hay que ponerlo o quitarlo”, y te miraban y preguntaban “¿pero, de verdad?”, “sí, sí, en dos días estamos aquí”. El día de mi cumpleaños fue el 23 de marzo y recuerdo estar en casa cenando y estar respondiendo con el móvil a las felicitaciones de cumpleaños mientras al mismo tiempo con el ordenador enviaba mensajes a la gente de los grupos covid.

¿Se nota mucho el desánimo?

El desánimo es total. Seguimos porque es como cuando vas en la bicicleta, si dejas de pedalear te caes. Faltan las energías que había en la primera ola para hacer protocolos, actividades de investigación, llegar a casa y seguir trabajando o preguntando a compañeros de otros hospitales, etc. Antes había mucho intercambio en nuestros foros y ahora la gente lo hace mucho menos porque está quebrada y agotada. Son palabras duras, pero es la realidad. Estás deseando desconectar un poco, porque hace falta psicológicamente. Vamos a seguir en la brecha, eso está claro, pero el desánimo del personal y la capacidad que tenemos para afrontar esta segunda ola está bastante disminuida.

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