Así, esas grabaciones, que se realizaron durante cuatro días (hasta que personal del centro se percató de ello), revelan el trato vejatorio que Eduardo recibió por parte de su tutora, una profesora de apoyo, la auxiliar de enfermería y parte del personal de comedor del centro escolar.
De este modo, y según han relatado los padres en la emisora de radio, decidieron colocarle el dispositivo porque notaban que la actitud de su hijo había cambiado, ya que a pesar de su autismo, antes de entrar en ese colegio no había tenido nunca conductas violentas.
“Como todos los niños tenía rabietas, se angustiaba o se obsesionaba con algo, pero esa impulsividad y esa agresividad que vimos en él, la ansiedad que sufrió, la vimos a las semanas de comenzar las clases”, ha explicado Montse, la madre de Eduardo en la SER.
Y es que, al parecer y según se escucha en los audios, inmovilizaban al pequeño, era amenazado con pincharle en el culo si se portaba mal, con tirarle agua encima, se burlaban de él por su forma de comunicarse con adultos y, a pesar de que tenía tendencia al escapismo, lo castigaban con estar solo en el pasillo.
Tras todos esos hechos, un psiquiatra del Hospital General Universitario Gregorio Marañón certificó que Eduardo padecía desde hace varias semanas “episodios recurrentes recurrentes sin claro desencadenante de alteraciones del comportamiento [...] con marcada inquietud y autolesiones". Es más, tras dejar las clases en el centro de Getafe, el niño estuvo 15 días ingresado en el Hospital Niño Jesús. De allí salió con medicación.
Con todo ello, la familia contacto con un abogado para interponer la correspondiente denuncia por lo sucedido. Esta se interpuso en el juzgado de primera instancia e instrucción número 1 de Getafe, tras lo que el juez llamó a declarar a la tutora, a la profesora de apoyo y a una auxiliar de enfermería del centro. Las tres declararon que no existió ánimo de maltratar al menor y que todo lo que hicieron fue seguir las técnicas indicadas por el centro. Por su parte, el colegio ha asegurado en un informe remitido al mismo juzgado que desconoce las medidas que ha denunciado la familia “ajenas a nuestra intervención”.
La familia denuncia, además, que se siente abandonada por las instituciones públicas (administración educativa y Comunidad de Madrid): "Nos hemos sentido solos y abandonados". “A mi hijo no le han protegido”, ha asegurado Montse en la SER. La única respuesta que recibieron del centro fue una citación que recibieron por un expediente que quiso abrir el centro después de que Eduardo dejara de asistir a clase. Además, aseguran que la inspección educativa, a pesar de conocer los hechos, no ha movido ficha.
Ahora, Eduardo está en otro colegio, y aunque sus padres indican que le cuesta separarse de ellos, ha superado el periodo de adaptación. Eso sí, el pequeño sigue teniendo que tomar medicación por lo sucedido en el anterior centro.
La representante del AMPA del colegio ha asegurado que "nos hemos reunido con la dirección del colegio, con el representante de la consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Nos hemos quedado muy tranquilos, seguimos confiando en los profesionales del centro, hay una investigación judicial y es el juez el que determinara".