Delincuentes con mascarillas: la distancia entre los ojos, el iris y las orejas pueden delatarles
Aprovechan la 'nueva normalidad' para no levantar sospechas entre las víctimas ni las personas con las que se cruzan
Suelen dificultar su identificación con gafas de sol, caretas, bragas, pasamontañas o capuchas
INTERPOL tiene un programa de reconocimiento facial con una base de datos única en el mundo
Ataviados con mascarillas quirúrgicas -como las que llevan la mayoría de los viandantes- dos ladrones irrumpieron en un chalet de Sant Cugat (Barcelona). Saltaron las alarmas y se dieron a la fuga. Los Mossos d'Esquadra les sorprendieron in flagranti.
Les pidieron que descubrieran sus rostros. La Ley de Seguridad ciudadana permite a los agentes obligar a una persona a hacerlo "cuando existan indicios de que han podido participar en la comisión de una infracción o lo crean necesario para prevenir la comisión de un delito."
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Comprobaron que estos dos ciudadanos chilenos acababan de salir de la cárcel. Habían arrojado un destornillador a una jardinera y las cámaras les habían grabado dentro del domicilio. Fueron detenidos.
Las mascarillas se han convertido en un complemento indispensable para los ciudadanos, de uso obligatorio en los espacios públicos. Los delincuentes intentan aprovechar esta 'nueva normalidad' para pasar desapercibidos y actuar embozados. Ahora pueden salir de su casa con la nariz y la boca cubiertas, llegar al lugar de comisión y darse a la fuga sin levantar sospechas entre las víctimas o las personas con las que se cruzan.
NIUS ha hablado con investigadores de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que coinciden al señalar que no encuentran mayores dificultades que de costumbre. Estas personas suelen ocultar la cara y disimular sus facciones. Utilizan gafas, pasamontañas, bragas, capuchas, gorros, caretas o pelucas para evitar ser identificados y entorpecer la labor policial.
Pero estos especialistas tienen a su disposición programas informáticos de reconocimiento facial que les permiten desenmascarar a estos individuos y cuentan con herramientas con las que reunir pruebas suficientes con las que demostrar la autoría de un hecho delictivo.
Las cámaras de seguridad
Durante el estado de alarma, tres atracadores asaltaron nueve establecimientos de Ciudad Real y Jaén. Siempre utilizaban el mismo modus operandi: entraban los comercios con mascarillas y gafas de sol y en las manos guantes de nitrilo azules.
Con un cuchillo jamonero amenazaban a los empleados para que les entregasen el dinero, generándoles un gran nerviosismo. La Guardia Civil difundió las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad entre los cuarteles de estas provincias para localizarles cuanto antes.
Pronto tuvieron respuesta. Uno de ellos era un viejo conocido en el puesto de Campo de Criptana. Al ver las imágenes grabadas en un supermercado los agentes determinaron que se trataba de un vecino de esta localidad, consumidor de droga habitual y al que habían detenido varias veces por robos con violencia e intimidación. Las imágenes no tenían muy buena calidad, eran de baja definición. Aún así pudieron distinguir al sospechoso por su morfología y su manera de desenvolverse, bastante peculiar.
Durante varios días agentes de paisano le estuvieron vigilando. No había gente en la calle y le siguieron discretamente. Les guió hasta sus compinches. Les fotografíaron y grabaron varios vídeos. En algunos aparecían con la misma ropa que habían utilizado durante los golpes. Así quedaron patentes su características físicas, su forma de andar, la vestimenta, y la relación entre los acusados.
El reconocimiento facial
En Murcia, hace un mes la Policía Nacional detuvo a un atracador de bancos al que llevaban un año siguiendo la pista. Había dado cuatro golpes, en los que se hizo con un botín de más de 170.000 euros. Se saltó el confinamiento y entró en una sucursal con una mascarilla.
Las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad permitieron relacionarle con hechos anteriores: en su primer golpe en Yecla, el hombre de 53 años iba a cara descubierta. En los dos siguientes con un pasamontañas. Había ampliado su radio de acción hasta Albacete. Intimidaba a los empleados con un arma de fuego.
INTERPOL cuenta con un sistema de Reconocimiento Facial (IFRS) en el que se almacenan las imágenes enviadas por más de 160 países. Es una base de datos única en el mundo. Combinado con un software automatizado de identificación biométrica este sistema es capaz de identificar a una persona o de comprobar su identidad.
Al introducir una imagen, el sistema la procesa y genera un algoritmo que la codifica automáticamente. Después se pueden realizar búsquedas precisas comparando los parámetros biométicos sobre los que se quiere indagar y ofrece listas de candidatos.
Los peritos examinan una a una esas imágenes. Tienen en cuenta las formas y proporciones de la cabeza, contornos faciales, los rasgos morfológicos de la nariz y la boca. El iris, la distancia entre los ojos o la forma de las orejas pueden delatarles, son únicos en cada persona.
Estos programas además permiten calcular los efectos del envejecimiento, del consumo excesivo de drogas o tabaco o de una cirugía plástica. También incluyen otras referencias como la pose, si tiene pecas, cicatrices o tatuajes, peso, altura o complexión física por ejemplo.
Otras pruebas
Aún así, los investigadores buscan otras pruebas para demostrar quiénen son los autores de estos hechos delictivos. Él análisis de las huellas dactilares o el perfil genético del ADN son la que tienen mayor grado de fiabilidad y permanecen inmutables.
Además, interrogan a las víctimas y a los testigos, que pueden señalarles en las ruedas de reconocimiento o aportar otros detalles como la dicción al hablar o si habían detectado algo extraño.
En Torrejón de Ardoz, un hombre asaltó tres farmacias en abril, cuando sólo estaban abiertos los establecimientos de primera necesidad. Llevaba una capucha y una mascarilla y amenazaba a los empleados con un cuchillo.
Los investigadores estudiaron sus movimientos. Por la proximidad entre los comercios pudieron intuir que se trataba de alguien que residía en la zona. Pusieron en marcha un dispositivo y aumentaron la vigilancia y consiguieron detenerle cuando salía de su casa.