El cuerpo sin vida de Déborah Fernández apareció el 10 de mayo de 2002 desnudo en una cuneta de O Rosal, a más de 40 kilómetros de su casa en Vigo. El asesino de la joven de 22 años ocultó los genitales de la joven colocando sobre ellos restos de vegetación. Su rastro se perdió diez días antes, el 30 de abril de 2002, cuando salió a correr por el paseo de la playa de Samil, en Vigo.
Ese mismo día, Déborah Fernández, estudiante de diseño gráfico, dejó su teléfono móvil en casa poco antes de salir a correr ya que tenía la intención de regresar a su casa. La mañana antes de desaparecer, la joven declinó la oferta de acudir a una cena a casa de un familiar ya que tenía que ordenar unos archivos en su ordenador. Después acudió a la peluquería a depilarse y, por la tarde, decidió salir a hacer deporte.
Su rastro se perdió a la altura del Museo del Mar cuando un conocido la vio mientras la adelantaba en la carrera. Diez días más tarde, el 10 de mayo de 2002, el cadáver de Déborah Fernández fue localizado completamente desnudo en la cuneta de la carretera C-550 de Vigo. Sin embargo, unos helechos cubrían sus genitales. Al lado del cadáver, los investigadores también pudieron descubrir un preservativo usado, la funda y un pañuelo.
Cuando los médicos forenses realizaron la autopsia al cuerpo, determinaron que la joven de 22 años había muerto a causa de una sofocación. Es decir, algo le impedía respirar. Sin embargo, en la autopsia se constató que no había sido violada aunque sí habían introducido semen en el cuerpo de la joven una vez fallecida aunque los análisis de ADN no pudieron dar con la identidad del hombre al que pertenecía el semen.
En un primer momento, los policías no descartaron que Déborah Fernández se encontrase con alguna persona conocida y muriese súbitamente. Al fallecer, la persona que se encontraba con ella en ese momento se habría asustado, no supo qué hacer, escondiese el cuerpo y, días más tarde lo colocase en la cuneta donde apareció. Uno de los motivos que mantenía esta hipótesis es que la joven se hubiese depilado el mismo día de su desaparición.
Sin embargo, los resultados de la autopsia certifican que la mujer murió el mismo día de la desaparición y su cadáver estuviese escondido en un lugar "oscuro, seco y no sometido a intemperie", por lo que no se descarta que permaneciese en un arcón congelador. Es decir, la persona que colocó el cadáver en la cuneta tenía la intención de crear una escena del crimen ficticia.
Además, por la zona en la que fue ubicado el cuerpo también se sospecha que el asesino tenía firmes intenciones de que la policía lo encontrase. Por este motivo, no se descarta que Déborah Fernández fuese asesinada por una persona conocida. 17 años más tarde, cinco equipos de investigación y tres jueces diferentes no han logrado descubrir qué pasó con la joven.
El periódico ABC ha asegurado que la familia de la joven coincide con parte de las hipótesis que manejaron los agentes. En un primer momento, los allegados a Déborah creen firmemente que la fallecida se encontrase con alguien conocido y accediese a montarse en su coche ya que la zona en la que desapareció se encontraba a tan solo 500 metros de su casa y se trata de un lugar bastante visible donde alguien se hubiese percatado si se tratase de un secuestro.
Además, el medio de comunicación también asegura que los familiares de la viguesa están completamente convencidos de que el asesino lavó a la joven antes de esconder su cadáver durante una semana y, posteriormente, abandonarla en la cuneta.
Informativos Telecinco ha tenido la oportunidad de hablar con Rosa Fernández, hermana de Déborah. 17 años después, la familia de la joven ha puesto en marcha una recogida de firmas para que el caso de Déborah Fernández no prescriba y puedan encontrar al culpable de su muerte. Tanto Rosa como sus hermanos quieren que el juzgado de Tul reabra el caso porque creen que hay indicios suficientes para encontrar al responsable de su muerte. "La Policía lo que dice es que tal y como la reposan intervienen dos personas. A ella no la arrojan, no la lanzan, a ella la colocan, la colocan con mimo, con cuidado y le colocan el pelo", revela la mujer.
Rosa Fernández ha asegurado que su familia "necesita que se haga justicia" y también ha mostrado su queja por cómo se llevó a cabo la investigación de la muerte de Déborah. "Cuando me hago con la copia íntegra del sumario y empiezo a leérmelo todo me doy cuenta de que hay muchísimas contradicciones, muchísimas mentiras, muchísimos cambios de testimonio y que faltan declaraciones vitales", asegura Rosa. Aún quedan tres años para que el caso prescriba y, por eso, su familia asegura que ahora es el momento de volver a pedir respuestas y pedir justicia para Déborah.
TE PODRÍA INTERESAR: