A sus 36 años Montse Medina es el claro ejemplo de una mujer de éxito y un espejo en el que mirarse cualquier emprendedor que quiere triunfar en el competitivo mundo de la tecnología y la empresa.
El currículum de esta ingeniera aeronáutica valenciana es apabullante. Estudió becada en la prestigiosa universidad estadounidense de Stanford un máster en matemáticas computacionales y en 2011, con apenas 27 años fundó en Sillicon Valley, meca de la innovación mundial, la Startup Jetlore, dedicada a la inteligencia artificial, que vendió a Pay Pal por varios millones de dólares. Pero sus logros profesionales no se quedaron ahí, y a su vuelta a España fichó como socia por la prestigiosa consultora Deloitte.
Sin embargo, ni el dinero, ni los premios, ni los éxitos profesionales conseguían que Montse fuera feliz. Un vació que le ha hecho dejar todo lo conseguido para atender “una llamada de Dios” y ordenarse como monja contemplativa en un monasterio de las Agustinas.
Un radical cambio de vida que hizo público a finales del pasado mes de diciembre con una carta que envió a sus socios de Deloitte y que se puede leer en su totalidad en su cuenta de Linkedin, en la que se describe como “Sierva de Dios”.
En la misiva, la joven explica los motivos que le han llevado a tomar “la decisión más importante y más sencilla” de su vida.
Como católica practicante, Montse acudía cada domingo a misa, sin embargo, como ella misma señala, “usaba todos los talentos que la infinita bondad de nuestro Dios me había regalado para acumular riquezas en este mundo, enorgullecida por la gloria, poder y dinero que iba obteniendo” en su carrera profesional y que le provocaba un “estado deplorable” de su alma “mientras me engañaba a mi misma, convencida de que complacía a Dios”, explica.
Para tratar de dar respuesta a sus inquietudes, mientras seguía cosechando triunfos, Monte participaba en comunidades católicas y en voluntariados, e incluso trató de fundar su propia ONG. Actividades que no le libraban, como ella misma dice, de seguir “hundida en mi miseria, sin saber qué hacer con todos mis pecados”. Por eso decidió definitivamente abandonar la vida que había llevado los últimos 12 años, y para la que había sido educada, para que “el Señor sea mi único Dios, y no el dinero”.
La extensa carta redactada por Montse Medina termina “pidiendo perdón a quienes haya podido hacer sufrir en estos años o por los que se puedan ver perjudicados de alguna manera por esta decisión vocacional”.
Las reacciones a la publicación de la carta en su cuenta personal de Linkedin se cuentan por decenas, con comentarios, que en la mayoría de los casos agradecen su testimonio y la felicitan por su decisión.