David Gómez, el celador que retrata el brillo perdido de los 'no héroes' del coronavirus

  • Cada día dibuja a uno de sus compañeros del Hospital Puerta de Hierro de Madrid y sube el retrato a Instagram

Antes de que empezara el horror, de que empezáramos a intuir siquiera lo que iba a pasar, David Gómez pintaba la vida por afición. Disfrutaba retratando con destreza lo que le llamaba la atención. Sobre todo la sonrisa de María Silvestre, su mujer. Hasta que un día, hace casi un mes, se encontró con la cara demudada de María y le impresionó.

María es fiseoterapeuta respiratoria del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid, donde también trabaja David de celador. Ambos luchan desde dentro contra este virus que lo está cambiando todo, que mata destrozando sueños y familias.

El día que María asustó a David, había estado luchando por salvar a un paciente muy afectado. Estaba cansada y con miedo. Y David quiso distraerla. Intentar devolverle de algún modo la alegría que se le estaba yendo.

"La vi asustada, sobrepasada, esa no era mi María. Ella es la alegría en persona, tiene una sonrisa preciosa, y esa sonrisa ya no estaba. No por la mascarilla, no estaba por lo que estaba viviendo", cuenta David.

Cogió su lápiz y retrató a su pareja. Con mascarilla, mostrando sus ojos cansados, llenos de entereza, pero sin brillo. Ese brillo que tanto gusta a David de la mirada de María

Aquel retrato lo colgó en su perfil de Instagram con un título: No Héroe número 1.

Y así empezó todo. Al día siguiente se cruzó con un amigo al entrar al trabajo. Un compañero celador del hospital, y descubrió, que tampoco era él.

"Estaba sobrepasado. Agotado. Es un compañero que lleva diez años trabajando en UCI, ha visto de todo, y aún así, estaba también asustado", explica. Por eso dibujó a Gabriel.

Su lápiz describió su cansancio y las palabras descubrieron a la persona: padre, hijo, hermano, amigo. Y lo que sentía: Con miedo como todos.

Tras Gabriel llegaron más, porque pensó que sería buena idea hacer un retrato por día. De compañeros, amigos, conocidos, trabajadores que cada día se enfrentan con entereza a la lucha contra el covid-19

"Poco a poco se ha ido corriendo la voz, y ya hay quien me pide que le pinte. Intento que salga una representación de todos. Porque todos son importantes. Desde las chaquetas rojas, que con su mascarilla puesta orientan a los que llegan al hospital, hasta a una compañera de la UCI que no le dejan trabajar porque tiene una patología", explica.

Todos los que he retratado han perdido el brillo en su mirada

Una compañera que, cuenta David es "la alegría de la UCI", y ahora está triste porque no puede ayudar. También a ella quería devolverle la alegría.

"Todos los que he retratado han perdido el brillo en su mirada. Sobrepasados", aclara. Eso es, explica, lo que une a todos los que dibuja.

Por ellos, por todos, cuando sale del trabajo, y sus dos hijos pequeños le dan un respiro, David saca su lápiz y retrata a la persona, que no al héroe.

"Es lo que nos comentó la doctora Palanca, de mi unidad de psiquiatría. No somos héroes, somos personas, con nuestras circunstancias. Personas con historias detrás".

Historias que David cuenta en cada retrato. Con pocos palabras, pero suficientes. Contando que detrás de esas mascarillas hay gente normal, como cualquiera de nosotros. Y acompaña sus dibujos con unas frases que describen también lo mejor de cada uno.

Como Ana, la administrativa de la que dice: "Pídele lo que quieres y remueve el mundo para conseguírtelo".

Mientras la lucha siga David quiere seguir también con sus retratos.

No sabe cuantos le quedarán, ni tiene claro que pasará luego con ellos: "Me han dicho que quizá el hospital se quede con algunos, lo mismo a modo de collage. Y el resto se los regalaré a sus protagonistas", cuenta este celador que, confiesa que lo que de verdad sueña es con dibujar sonrisas de niños.

"Cada día cuando salgo a aplaudir veo a los niños de la urbanización por la ventana, y más que aplaudir me fijo en sus caras. Ellos sí que son héroes encerrados para que la enfermedad no se trasmita", comenta emocionado. Y recuerda a su otro hijo, el mayor, fruto de su anterior relación, y al que no ve, y extraña, desde hace mucho. "Estoy deseando darle un abrazo, es muy duro estar separados", confiesa.

Y nos despedimos deseándole suerte, que quede poco para que pueda darle ese abrazo soñado. Y antes de colgar el teléfono le preguntamos si tiene pensado cómo acabar su serie de retratos. Se lo piensa y nos dice. "Sí, con el retrato que lo empezó todo. La sonrisa recuperada y preciosa de María ", su pareja.