Queda poco más de una semana para que arranque en Madrid la COP25 de la ONU sobre Cambio Climático, una cumbre que llegó de rebote a Madrid a principios de noviembre, después de que el gobierno chileno tuviera que cancelarla por crisis que atraviesa el país. Aquí, se trabaja contrarreloj desde entonces. Y al frente de todo, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. Su agenda echa humo, pero conseguimos arañarle unos minutos para hablar de la cumbre.
Queda patente que corre, antes y después de la entrevista, pero mientras hablamos transmite sosiego y seguridad, la de quien cree firmemente en cada palabra que dice. Porque antes que ministra, Ribera es experta en el tema, alguien que lleva toda la vida trabajando en esa transición ecológica desde diferentes ámbitos.
Pregunta: ¿Cómo se prepara una cumbre de Naciones Unidas en apenas un mes? Normalmente se dedica un año a organizar un evento de este tipo.
Respuesta: Se requiere un compromiso muy fuerte de todas las personas que se encargan de la actividad logística, diplomática, institucional, de elaboración de contenidos, institucional… y solo es posible si se dan dos condiciones. Primera: la voluntad colectiva de hacerlo, porque requiere un esfuerzo muy grande, se requiere querer, un entusiasmo que o está o no está. Y segunda: se requiere gran profesionalidad, y eso en España se da.
Sabemos organizar eventos así, tenemos capacidad para responder rápido, somos una potencia mundial en esto. Tenemos las habilidades profesionales, la voluntad, el compromiso, la ilusión y la capacidad logística. Esto explica por qué siendo un desafío muy grande estamos en condiciones de responder a tiempo.
P: De París salió un Acuerdo, en 2015, y ahora ya tenemos las reglas básicas para implementarlo ¿Qué podemos esperar de esta nueva cumbre?
R: Hemos entrado en una nueva etapa, centrada en la acción en materia de clima: todo el mundo, no solo los gobiernos nacionales, se tiene que poner las pilas. Todos. Gobiernos locales, regionales, empresas, actores sociales... todos deben interiorizar la acción climática en su actuación. Estamos obligados a trabajar de un modo distinto, con un diálogo mayor entre los gobiernos y todos los actores de la sociedad. Ese Green New Deal que planteamos, lo difícil no es que sea Green ni que sea New sino que de verdad sea Deal, un acuerdo colectivo que se plasme cada día en esa capacidad de actuación.
Y hay un objetivo importante. En París se fijó una fecha a partir de la cual hay que endurecer y aumentar la ambición, y ese nuevo ciclo empieza en 2020, es decir, 15 días después de que acabe la cumbre. No cabe esperar nuevos compromisos en esta COP, porque eso toca a partir del año que viene, pero es una reunión importante para preparar el trabajo de cara a dar ese paso.
P: Pero de nuevo será un cumbre sin EE.UU. No es probable que asista Donald Trump.
R: Pero hay dos cosas muy interesantes que se han producido ya y que muestran cómo la comunidad internacional encuentra su camino, incluso en las circunstancias más difíciles. La decisión de mantener la COP en Madrid se produce en un momento en el que Trump denuncia París y Chile dice que no se ve capaz, pero la comunidad internacional ni sigue a Trump (que no es tendencia, es un caso aislado), ni se queda de brazos cruzados y acepta que no se puede hacer la COP, sino que responde y la mantiene.
P: Hay una novedad en esta COP con respecto a otras anteriores. El cambio climático está en la calle más que nunca. Este año ha habido multitud de manifestaciones en todo el mundo para reclamar una actuación urgente. ¿Esto puede ser un revulsivo para acelerar los cambios?
R: Efectivamente se ha producido un cambio importantísimo: hoy, el ciudadano de a pie siente que el cambio climático no es algo alejado en el tiempo y el espacio, sino que le afecta muy directamente y que quiere más actuación en la protección del clima. Eso nos obliga a los gobiernos a repensar lo que hacemos, nos empuja a hacer más. En la COP vamos a ver eso, más acción. Esto genera un estímulo grande a favor de más coherencia y más deprisa, pero a la vez es un desafío, porque nadie ha ensayado cómo hacer esto: darle un acelerón de la acción climática, como escuchar a la gente de la calle e integrarla en los procesos de decisión.
Todos los ciudadanos sentimos que esto nos afecta y queremos entenderlo mejor. Es importante que la acción climática esté también en la calle, que no sea una cosa de conferencias y ya está. Que lo vivamos, lo sintamos próximo. Y además es algo que genera cambios muy profundos en muy poco tiempo en colectivos de trabajadores, de vecinos… que se ven afectados por los efectos físicos del cambio climático o por los cambios regulatorios que nos obligan a salir de una economía carbonizada en favor de una descarbonizada.
Es clave tomar medidas de acompañamiento y atención a quien se ve amenazado por los efectos físicos del cambio climático o por los cambios regulatorios de la descarbonización de la economía, que sientan que la sociedad no se desentiende de ellos. Luchar contra el cambio climático no tiene que ser sinónimo de pérdida de oportunidades sino de generación de nuevas oportunidades. Pero no surgen solas, hay que crearlas.
P: ¿Qué es para usted Greta Thunberg? ¿Esta cumbre puede ser distinta con o sin la participación de la joven activista sueca?
R: Greta Thunberg se ha convertido en un referente importante para mucha gente y solo por eso merece respeto y admiración. No es tan sencillo abrirse camino. Sus mensajes pueden resultar sencillos pero son revolucionarios: "Escuchad a la ciencia y haced más"; "Me habéis fastidiado la infancia, no quiero que mi vida adulta sea igual". Pero al mismo tiempo creo que hay que ser respetuosos y cuidadosos, es una adolescente que merece protección, no se puede esperar de ella que responda como si fuera un Nobel de Física, ni se puede desviar la atención de quien debe dar respuestas a la acción en materia de clima.
Su presencia puede ser una experiencia que anime y motive a muchos jóvenes, pero esto no debe desviar la atención de la respuesta a lo que ella está pidiendo: ordenar las cosas para que el cambio ocurra. No basta con su mensaje potente de alarma y su llamada a la acción, eso se tiene que traducir en medidas y actuaciones.
P: Pero ambas cosas se complementan...
R: Sí, se complementan, de alguna forma. No nos podemos quedar solo con un grito de rabia, que es muy legítimo, sino superarlo y abordar las respuestas concretas.
P: Los jóvenes están siendo protagonistas, más que nunca, de la lucha contra el cambio climático. A la hora de negociar y de transmitir lo negociado ¿se están cambiando los mensajes para dirigirse más a ellos?
R: Esto es importantísimo y es algo que me afecta y priorizo de manera especial. Por fin vemos una dimensión temporal que todo el mundo intentaba no ver y que cambia radicalmente el planteamiento. Esa dimensión temporal fortalece el protagonismo de quienes tendrán que gestionar lo que decidamos hoy: los adultos del mañana. Y esto es un desafío: cómo integrar esas voces, que tienen un peso moral y un enfoque fresco, y que son clave a la hora de cambiar las cosas.
Es una llamada de atención muy importante a los consejos de administración de las empresas, a las instituciones públicas y demás. No basta con regular, decidir y producir para hoy, tenemos que producir y regular para mañana y pasado mañana. Necesitamos pensar con una proyección temporal más larga y prestar atención extraordinariamente respetuosa y con protagonismo activo a quienes, de algún modo, aunque de forma poco articulada, tienen una visión sobre lo que quieren y lo que no. Es todo un desafío.
P: Es a ellos a quienes les va a tocar ejecutar lo que están decidiendo en estas COP.
R: Les va a tocar o bien gestionar o bien ser testigos de lo que ya no va a ser gestionable, y eso no es razonable, todos queremos tener la oportunidad de gestionar.
P: El cambio climático ya no es un problema del futuro, como podía serlo en las primeras COP, ahora es algo que ya existe en el presente. Esto también ha cambiado con respecto a otras cumbres, que empezamos a sufrir sus efectos.
R: Sí, es presente y es urgente. Sentimos una amenaza real en nuestro tiempo vital. Pero si solo vivimos en el presente y no proyectamos, podría ser peligroso. Necesito saber dónde quiero estar en cada momento, generar una esperanza, porque eso me permite saber cómo encontrar equilibrios sobre qué priorizo, no puedo hacer todo a la vez. Hay que tener una cierta dimensión temporal.
Hay dos cosas importantes. Por un lado, la sensación de que esto es real ya, no es para pasado mañana. Esto lo sabe el ciudadano que vive en Hamburgo y se encuentra con 38 grados muchos días de julio o el de Sevilla, que vive la mitad del año con temperaturas muy por encima de lo habitual. Todo esto lo sentimos como una amenaza ya y necesitamos respuestas urgentes ya. Esto es importante de cara a la movilización, pero no basta con esto, con la foto rápida. Hay que saber que las decisiones que tome hoy deben facilitar las que tome mañana, porque mis objetivos son llegar a la neutralidad del carbono, a la descarbonización, a la resiliencia en un plazo de tiempo muy corto pero distanciado de este primer momento.
P: Pero el hecho de ver ya los efectos del cambio climático puede generar una mayor concienciación ¿Eso no juega a favor a la hora de implicar a todos los actores, a toda la sociedad, en ese cambio?
R: Sí, y en esto hay algo fundamental, que es la educación ambiental de los ciudadanos. Por ejemplo, ha sido determinante cómo los bancos y los inversores se empiezan a preguntar sobre las inversiones. "¿Y si de repente hay una regulación que excluye todo esto? ¿Cuales son los riesgos? Porque si ni siquiera los sabe, pues igual no le financio, o le financio de manera muy cara".
Se empieza a trasladar a la sociedad una manera diferente de entender el riesgo, el valor, la oportunidad, el coste... y esto moviliza de manera diferente. Nos hace pensar, porque todo esto hasta hace poco parecía responsabilidad de unos pocos, que se dedican al tema. Pero no, esto es transversal. Todos entendemos que los Derechos Humanos son transversales y que nos afectan a todos. Pues esto es igual. Con el cambio climático estamos hablando de responsabilidad compartida entre todos.