Hace una semana millones de españoles disfrutaban en las terrazas de un verano adelantado a marzo, acudían a partidos de fútbol, conciertos y manifestaciones como la del Día de la Mujer.
Siete días después no pueden salir de casa salvo para lo imprescindible, colegios, bares y comercios están cerrados y el Gobierno ha impuesto un estado de alarma nunca visto en toda la historia de democracia. 47 millones de españoles en cuarentena. Calles desiertas que parecen sacadas de una película postapocaliptica.
Todo por un virus con una capacidad letal tal vez no muy superior al de la gripe -tardaremos tiempo en saberlo- pero tan invisible y temido como una peste medieval propagada por la celeridad cuántica de la globalización.
“Everything seems amazing in retrospect” (“Todo parece sorprendente cuando echas la vista atrás”), decía un cínico Donald Rumsfeld en la entrevista-documental de Errol Morris: The Unknown Known.
El título remite a una célebre frase con trazas de trabalenguas del propio Rumsfeld cuando era secretario de Defensa durante la invasión de Irak: “Hay cosas que sabemos que sabemos (known knowns). También sabemos que hay cosas que no sabemos (known unknowns). Pero también hay cosas que no sabemos que no sabemos (unknown unknowns). Es en esta última categoría donde están las dificultades”.
¿Ha sido lenta la reacción de España ante la crisis del coronavirus?
Tal vez había cosas que creíamos saber y no sabíamos o tal vez había cosas que no sabíamos y deberíamos saber. De lo que no cabe duda es de que todo parece sorprendente a posteriori: basta echar la vista atrás y repasar la cronología de los datos, de las valoraciones y de las decisiones tomadas (o no) a lo largo de estas últimas 11 semanas.
31 de diciembre, 2019
Unas horas antes de que el mundo celebre el fin de año y derroche los mejores deseos para 2020, la oficina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en China recibe una alerta de un nuevo tipo de neumonía de origen desconocido que afecta a 27 personas.
5 de enero
Mientras España debate con acaloramiento la investidura de Pedro Sánchez, la OMS emite un discreto comunicado sobre el nuevo virus: “Por la información de la que disponemos”, señala la responsable de enfermedades emergentes de la OMS, María Van Kerkhove, “ahora mismo no hay una transmisión sostenida entre humanos”. Desaconseja imponer restricciones de viaje a China.
7-12 de enero
El día 11 China informa de la primera muerte. Un hombre de 61 años con patologías previas. Esa misma semana, científicos chinos sitúan el origen del brote en un mercado de pescado de la ciudad de Wuhan y logran secuenciar el genoma del virus.
Se trata de un coronavirus de genética similar al que provocó la epidemia de SARS (siglas en inglés del Síndrome Agudo Respiratorio Grave) entre 2002 y 2003 en el sudeste de Asia. Proceden de murciélagos, aunque la transmisión puede pasar por un animal intermedio antes de saltar a los humanos. El SARS también emergió en China, infectó a más de 8.000 personas y causó 774 muertes en todo el mundo. La velocidad de identificación del virus ha sido extraordinaria. En el caso del SARS se tardó meses. La secuencia del genoma permite, de entrada, desarrollar kits de detección.
23 de enero
Con sólo 17 muertos y 630 infectados, China sorprende al mundo con una medida drástica. Confina a 11 millones de habitantes en la ciudad de Wuhan. El aislamiento se extenderá posteriormente a toda la provincia y más allá. Unos 60 millones de personas. Primeros casos en Tailandia, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos, todos en personas procedentes de Wuhan.
25 enero
Primera reacción del Gobierno español. En lo que va a ser la tónica dominante durante semanas, transmite un mensaje de tranquilidad. Hay que evitar el alarmismo. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del ministerio, el epidemiólogo Fernando Simón, considera muy poco probable que se importen casos de China; "No es imposible que vengan personas potencialmente infectadas, pero el número no es suficientemente alto como para pensar que va a haber una importación importante de casos".
Los técnicos de Sanidad también se muestran sorprendidos por el impacto mediático que está teniendo el virus en España, dadas las características de la enfermedad que provoca y que su mortalidad "no es excepcional", pues no supera el 2,5 por ciento, mucho más baja que la de otras patologías a las que estamos acostumbrados.
30 de enero
La OMS declara la alerta sanitaria global. Hay 9.692 casos en China y 122 casos en 23 países. La Casa Blanca suspende los vuelos con China y Rusia cierra sus más de 3.000 kilómetros de frontera. Italia confirma sus dos primeros casos.
En España, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, declara: “No se ha detectado ningún caso en España. Estamos preparados para afrontar cualquier eventualidad”. Al día siguiente, 31 de enero, se detecta el primer caso. Un turista alemán en La Gomera. Se contagió en su país. El virus ha tardado sólo un mes en cruzar 10.000 kilómetros y llegar a España.
1-11 de febrero
El COVID-19 bate marcas. 40.000 casos, la inmensa mayoría en China. El número de muertos en aquel país, 908, supera ya la marca mortal del SARS en todo el mundo. Segundo caso en España. También importado. Un turista británico contagiado en Los Alpes por otro que venía de Singapur.
12 de febrero
Después de una semana de cancelaciones sucesivas, la organización de la gran feria del móvil de Barcelona se resigna y cancela el Mobile World Congress previsto para finales de mes. Las autoridades españolas y catalanas habían manifestado en todo momento su apoyo a la celebración del congreso y han insistido en que no se corrían riesgos:
Antes de la cancelación, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, había insistido en que no había “ninguna razón de salud pública para adoptar medida alguna respecto a cualquier evento previsto en Barcelona, Cataluña o España”.
La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, había pedido no caer en el “alarmismo psicológico” y el secretario de Salud Pública de Cataluña, Joan Guix, había denunciado una “epidemia mediática y de miedo” motivada por intereses económicos y políticos contra el Mobile. El hecho de que otras ferias previstas en esas fechas no se cancelen da pie a todo tipo de agravios y teorías conspirativas.
13 de febrero
Primera víctima conocida del coronavirus en España. No es noticia ese día, porque no se sabrá hasta principios de marzo, pero el 13 de febrero muere en el hospital Arnau de Vilanova, Valencia, un español de 62 años que había viajado recientemente a Nepal. Tenía el COVID-19. Su caso se conocerá porque a finales de febrero Sanidad da la instrucción de hacer necropsias a todos los fallecidos por una neumonía de origen desconocido.
23-25 de febrero
Primer gran brote en Europa. Italia pasa de 5 a 152 casos. Súbitamente se convierte en el tercer país con más casos fuera de China y Corea. En la región de Lombardía, las autoridades confinan 10 pueblos alrededor de la ciudad de Codogno por cuyo hospital pasó dos veces el paciente número 1. La negligencia hospitalaria es uno de los factores que contribuye a la propagación del brote, según subraya el propio primer ministro italiano Giuseppe Conte.
"En España ni hay virus ni se está transmitiendo la enfermedad", explica el 23 de febrero Fernando Simón. Lo dice porque ninguno de los casos son de transmisión local. De hecho, el tercer positivo es un turista italiano en Tenerife cuyo caso pone en cuarentena a todo un hotel con mil personas. Los números evidencian una facilidad de contagio parecida a la de la gripe, pero ni España ni ningún país europeo impone restricciones de viaje a Italia.
26 de febrero
Primer caso de transmisión local en Sevilla. Se trata de un hombre de 62 años que no había viajado a ninguna zona de riesgo. El contagio le llegó de un tercero que había coincidido en Marbella con una pareja de Shanghai.
“La mortalidad del coronavirus es relativamente baja y la transmisibilidad, aunque no desdeñable, tampoco es explosiva. No vamos a ver hospitales colapsados con miles de enfermos. El sistema sanitario español está sobradamente preparado para hacer frente a lo que viene”, explica Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología en El País. “Cancelar vuelos a Italia no tiene evidencias de beneficio y causaría un daño social tremendo”, declaraba días atrás a Eldiario.es.
Algunos expertos argumentan que los casos de Italia hasta la fecha son aproximadamente los mismos que atiende en una semana un gran hospital español durante el pico anual de la gripe.
27-29 de febrero
A finales de mes, el COVID-19 se sigue viendo como un problema fundamentalmente chino. 80.000 de los 85.000 casos son chinos. Pero la situación se empieza a escapar de las manos en Italia: 1.000 infectados y 29 fallecidos. Francia, con 73 casos, cancela las reuniones de más de 5.000 personas. El gradualismo, a veces con decisiones contradictorias, es el enfoque dominante en Europa.
En España, Sanidad asegura que "no hay una gran transmisión" de coronavirus. El mes se cierra con 50 casos. Fernando Simón mantiene la calma, pero advierte de que “en nuestro país habrá fallecidos porque esta enfermedad produce un cierto nivel de letalidad”.
1-8 de marzo
La primera semana empieza con más de 3.000 muertes por COVID-19, 2.912 en China, y 89.000 casos en todo el mundo. Pese a todo, Pekín anuncia que cada día se registran menos casos nuevos. En la provincia de Hubei cierran uno de los 16 hospitales construidos para hacer frente a la epidemia. La OMS elogia a China y anima a copiar su estrategia de restricción de movimientos, control social y apabullante inversión de recursos materiales y humanos en nuevos hospitales.
En Italia, sin embargo, la epidemia se desboca. Ya son 1.501 los casos y 66 los fallecidos. A finales de semana, decreta el confinamiento de 16 millones en el norte del país. La propagación sin control en Italia apenas eleva la guardia en otros países cercanos como Alemania, Francia y España.
"El 90 por ciento de los casos en nuestro país son importados", dice a principios de semana Fernando Simón. Más allá de partidos a puerta cerrada con equipos de las zonas calientes, Sanidad no recomienda suspender eventos sociales. Sólo aconseja que quien tenga síntomas no acuda. "Si mi hijo me pregunta si puede ir, le diré que haga lo que quiera", asegura preguntado por la manifestación del 8-M; un acto masivo más en un fin de semana cargado de aglomeraciones sociales: el congreso de Vox, partidos de fútbol, cines, discotecas, restaurantes…
Sanidad explica que se está produciendo un incremento del 20% diario de los casos y que "no hay una situación descontrolada" de la enfermedad en España. El miércoles 4, Fernando Simón no recomienda cerrar las escuelas “porque ahora mismo no reduciría el riesgo de transmisión y sí podría incrementarlo en algunos focos de interés”. Ese mismo día el líder del PP, Pablo Casado, expresa su apoyo al Gobierno y traslada un mensaje de "confianza y tranquilidad" en el Sistema Nacional de Salud.
Esta primera semana de marzo, España eleva la cifra de positivos de 50 a 600 casos y de 1 fallecido a 17. Teniendo en cuenta que desde el contagio hasta el agravamiento de la enfermedad puede pasar un mes, no es aventurado estimar que el coronavirus se propaga en silencio desde hace semanas por España.
9 de marzo
El lunes de la semana crítica amanece tranquilo. El presidente del Gobierno visita el centro de alertas sanitarias en una visita sin más contenido que la imagen. A esa hora de la mañana el ministro de Sanidad “no contempla cerrar escuelas”. Tampoco ve necesaria la suspensión de actos y concentraciones.
La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, pide no caer en el "alarmismo" ni en los "excesos" porque "se están haciendo las cosas bien". Expertos como el epidemiólogo de referencia Antoni Trilla argumentan que los más de 600 casos de coronavirus en España representan una cifra "razonablemente baja" desde un punto de vista global.
Pero todo cambia súbitamente en cuestión de horas. A media tarde, el Ministerio de Sanidad informa de 28 fallecidos y 1.200 positivos, más del doble que el día anterior. Madrid es el foco principal. Con estas cifras, el Gobierno regional y Sanidad anuncian el cierre de todos los centros educativos durante 15 días en Madrid, La Rioja y la localidad de Labastida. Por la noche, Italia, con 8.000 casos y 463 muertos, decide confinar todo el país.
10-15 de marzo
Todo se precipita en cuatro días, entre el martes y el sábado. Sanidad eleva el escenario de “contención” a “contención reforzada”. La clausura empieza por los eventos deportivos y se extiende a lo largo de la semana con nuevos cierres de escuelas, locales de ocio, museos, comercios, iglesias… Incluso las Fallas de Valencia y las procesiones de Semana Santa se suspenden, una decisión sin apenas precedentes históricos. El turismo y la Bolsa se hunden. Cientos de empresas recurren al teletrabajo. Miles de personas acaparan alimentos. Las estanterías se vacían en algunos supermercados.
Cunde el temor a que el sistema sanitario colapse. Después de China, Italia, Corea del Sur e Irán, España ya es el quinto país del mundo en número de casos y el cuarto en muertos. La enfermedad alcanza a dos ministras del Gobierno, Irene Montero y Carolina Darías, y a Begoña Gómez, la mujer del presidente del Gobierno. Todas participaron siete días atrás en la manifestación del 8-M.
El sábado, después de un Consejo de Ministros de siete horas, el Gobierno de Pedro Sánchez decreta un estado de alarma que restringe los movimientos de 47 millones de españoles durante 15 días. Sólo podrán salir de casa para tareas imprescindibles.
¿Ha sido lenta la reacción de España?
China cerró las zonas infectadas con sólo 17 muertos y 630 infectados. Italia con 8.000 casos y más de 400 muertos. Francia, con menos infectados y muertos, (4.500 casos/91 muertos) ha tomado el sábado por la noche las mismas medidas que España.
Desde las 14:00 horas del domingo 8 a la misma hora del domingo 15, el número de casos se ha multiplicado por 12 (7.753) y el de fallecidos por 16 (288). El Gobierno de España ha reaccionado cuando se ha detectado un crecimiento exponencial. Pero como señalaba Fernando Simón, la foto de positivos y fallecidos que vemos ahora nos dice lo que ocurría hace 10 días e incluso un mes.
La cuestión es si se podría haber hecho más a la hora de controlar los focos y prever su extensión o se deberían haber impuesto fuertes restricciones, digamos, el 1 de marzo cuando no se tenían constancia de ningún fallecimiento y el número de casos era sólo 73. ¿Quién habría defendido entonces poner todo un país en cuarentena?
¿Ha sido exagerada la reacción del Gobierno?
Otros países no han recurrido (por ahora) a medidas tan drásticas. Corea del Sur parece estar frenando la propagación con otros métodos y ahora mismo suma menos muertos que España.
Alemania empezó con un número de casos equiparable a España y sin medidas de contención extrema han ralentizado la propagación (por ahora): dos mil casos menos que España y sólo nueve muertes por coronavirus.
En el Reino Unido -1.100 casos y 21 muertos el domingo 15 de marzo- el primer ministro Boris Johnson asume que no se puede frenar al coronavirus y lo mejor es que el país se inmunice pasando esta infección leve en el 80% de los casos. El muy británico “Keep calm and carry on”.
Tarde o temprano, el coronavirus pasará, pero dejará una marca si su incontenible propagación se percibe como otro fracaso más de las élites y la globalización. Los dirigentes españoles y europeos se han puesto en manos de los epidemiólogos como en anteriores crisis miraron a los economistas y luego a los politólogos.
Y como en las crisis anteriores, unos dirán ahora que se venía venir, que se subestimó y otros que la reacción está siendo exagerada. Demasiadas veces no sabemos que no sabemos (Unknowns Unknowns), diría Rumsfeld, y estos giros inesperados nos hacen exclamar: everything seems amazing in retrospect. Sí, todo parece sorprendente a posteriori o, en versión más castiza, “qué fácil es hablar a toro pasado".