María Cristina Barreiro Espinosa, 42 años, es la directora de la academia de inglés 'My Helping Shadow', situada en el número 33 de la calle General Pardiñas, el local más cercano donde tuvo lugar la explosión de un edificio del barrio de Salamanca de Madrid, el pasado viernes. Tras la fuerte explosión el edificio dañado será demolido parcialmente.
Cristina es una americana, casada con un español y lleva 15 años en España. Siempre dando clases de inglés a los más pequeños. "Con una vitalidad y una vocación que mueven montañas", dice Isabel, madre de unos niños que van a su academia. Pero está vez la explosión la ha dejado rota por dentro.
Coge el teléfono intentando sonreír, pero enseguida se echa a llorar recordando cómo ocurrió todo. "Era la una y media de la tarde del viernes. Estaba pensando, si me daba tiempo a ir al banco y de repente, sin escuchar ningún ruido, noté un impacto brutal, como una implosión, y veo como todos los escombros, cascotes, paredes y el techo caen sobre mí con un terrible estruendo", cuenta con la voz entrecortada. Casi no puede hablar.
Cristina estaba organizando las clases de la tarde cuando todo se vino abajo. Estaba ella sola en la academia. "Había mucho humo, no veía nada, no podía respirar. Solo escuchaba gritos y una voz de mujer muy cerca de mí pidiendo socorro. No entendía nada, ¿cómo había llegado esa mujer a mi lado si yo estaba sola en la academia?", recuerda la directora de My Helping Shadow.
Todo eran escombros y humo, intentó encontrar a la mujer que gritaba pero no pudo. Vio una luz, era la calle y pensó que tenía que salir de allí y pedir ayuda. "Me arrastré como pude sobre los escombros tenía mucho miedo por si había otra explosión, pero conseguí salir a la calle. Me dolía mucho la pierna. Cuando la vi estaba sangrando muchísimo, era una sangre oscura. Me asusté, pero intenté mantener la calma, me dije: 'si gritas y lloras te vas a desangrar". Entre varios vecinos me llevaron a un bar cercano y me tumbaron hasta que llegó el Samur. Yo solo gritaba: 'Hay una mujer dentro sacarla, sacarla'", dice Cristina muy nerviosa mientras recuerda la escena.
Era la vecina del ático que había explotado. En el momento justo de la explosión bajaba en el ascensor y el impacto fue tan grande que la metió de lleno en la academia bajo los escombros. "Por suerte, ella está bien", dice Cristina, "la vi luego en el hospital".
Cuando llegó el Samur estabilizaron a Cristina y la llevaron al Hospital de la Princesa. Allí estuvieron unas dos horas suturando la herida que tenía en la pierna. 25 puntos. "Por el momento me está costando mucho hablar de todo de lo que he vivido, es la primera vez que cuento la historia y casi no puedo ni hablar, pero aunque tengo muchos dolores físicamente estoy bien. Solo doy las gracias por estar viva. Si llega a pasar por la tarde con la academia llena de mis niños no se que hubiera pasado, preferiría estar muerta. Por suerte solo estaba yo", explica entre lágrimas.
Lleva dos días en shock. No puede dormir, tiene permanentemente la imagen en su cabeza. Con cualquier mínimo ruido se pone a llorar, se altera. La academia está completamente destrozada y no sabe que va a pasar con ella. De momento, no les han dicho nada. "Se acabó, todo por lo que he trabajado se acabó, pero estoy viva y volveré a salir adelante, aunque ahora no puedo pensar en eso. Solo en mis niños, y que hoy puedo seguir contando mi historia", apunta.
Esta profesora quiere agradecer a todos los servicios de Emergencias, Samur y Bomberos cómo la atendieron, la calmaron, la ayudaron. A ella y a los demás vecinos afectados. También pide porque el presidente de la comunidad del 35, el herido que está grave en el hospital se pueda recuperar pronto. "Espero que en algún momento podamos volver a la normalidad, a dormir y a ser los de antes. Es un milagro que hayamos sobrevivido", concluye esta profesora que, por ahora, no podrá abrir su academia en meses.