El crimen machista de Elena en Denia, una sucesión de errores
El Observatorio para la Violencia de Género cree que el crimen pudo evitarse con una red de protección eficaz
El caso de Elena falló en la percepción del peligro que realmente sufría
Román Chernov fue condenado 25 de febrero por agredir en dos ocasiones a Elena Veles y a su hija de 11 años, pero solo le condenaron a 28 días de trabajos en beneficios de la comunidad porque en ese caso consideraron que la alcoholemia era un atenuante. Le prohibieron durante un año acercarse a 300 metros y comunicarse con ella. La sentencia no es firme y ahora mismo estaba en vigor la medida cautelar de alejamiento que se impuso cuando denunció. Román había agredido a Elena y a su hija en dos ocasiones durante las navidades de 2017. Precisamente en marzo del año siguiente se archivó una denuncia por quebrantamiento de ese alejamiento. Lo denunció la propia Elena pero la fiscalía pidió el archivo y se adhirió la defensa de Román. No tardaría en volver a quebrantar otra vez las medidas cautelares. Esta vez llamó por teléfono al hijo de Elena en Rusia para amenazarlas a las dos. Ese quebrantamiento se sigue investigando pero no ha tenido repercusión en su situación de libertad. El Observatorio para la Violencia de Género se pregunta cómo es posible que no se tomaran medidas excepcionales que agravaran la situación de Román; aumentar el alejamiento o incluso la prisión provisional.
El caso de Elena también falló en la percepción del peligro
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El pacto de Estado contempla la reforma de las leyes para que la decisión ante un quebrantamiento no quede en manos de los jueces, que deben valorar si es grave o no. Se trata de que ante quebrantamiento, haya un mecanismo automático. Pero además el Observatorio recuerda la necesidad de que se implemente ya la valoración forense en los casos de violencia de género. El sistema VIOGEN deja la valoración de riesgo en manos de las policías locales (los ayuntamientos adheridos a VIOGEN) o en su defecto Policía Nacional o Guardia Civil. No es una decisión personal, es un sistema informatizado a partir de una serie de parámetros, pero al final está basado más en la percepción de peligro de la víctima, y eso siempre altera los resultados porque las mujeres maltratadas, en general, no son capaces de advertir el peligro como lo haría un profesional de la psicología forense por ejemplo. El caso de Elena también falló en esa percepción del peligro. Los vecinos han contado que Román se había presentado en la vivienda con sus llaves y que tuvieron que llamar a la policía. Desde entonces Elena había cambiado las cerraduras. Sin embargo ella no trasmitió a su mejor amiga ninguna señal de peligro. Y no debió de trasmitirlo tampoco en sus reuniones con los servicios sociales y con el servicio Artemis de protección que le puso en ayuntamiento de Denia. Seguramente porque no era consciente de tanto peligro a pesar de que Román le había presionado para que se marchara de la vivienda porque era suya, y la hija de Elena no era de él. Los amigos de Román hablan de que incluso le había ofrecido dinero para que se marchara. En medio de todo este ambiente se le rebajó la valoración de riesgo que había tenido inicialmente. Cuando denunció se le puso riesgo alto y en octubre se rebajó a riesgo medio, a pesar de que fue precisamente la Policía Local la encargada de comunicar al juzgado el último quebrantamiento de la medida cautelar de Román.
Dejaron de vigilar los movimientos de Román
De vigilar los movimientos de Román (riesgo alto) pasaron a no vigilarle a él, y solo centrarse en el control ocasional de Elena que llevaba pulsera telemática. El concejal de seguridad admite que falló el sistema, que ellos hicieron las cosas lo mejor que supieron y que habría que revisar esos parámetros que se introducen en el sistema VIOGEN y que ayudan a percibir los riesgos. Cree que el crimen es prácticamente imposible de evitar porque el asesino lo preparó, compró un cuchillo el día anterior y una escalera con la que se ayudó para escalar a una terraza y después a la del segundo piso donde dormía Elena. La niña huyó a casa de un vecino y salvó la vida. Pero desde el Observatorio la opinión es que sí se pueden evitar si se teje una red de protección eficaz, que en este caso no se ha tejido. Elena tenía solo telealarma, no sirvió de nada porque dormía y no tenía vigilancia, y no estaba controlada por la noche. Nadie había valorado la posibilidad de que el asesino escalara a su balcón. Eso sí, estaba siendo atendida a nivel social y educativo. Aprendía español porque quería actualizar en España sus estudios de psicología. De momento se ganaba la vida limpiando. Todo para cuidar a su hija. El 70% de los crímenes machistas de este año son mujeres con hijos. Una vulnerabilidad que se está estudiando porque parece más complicado protegerlas.