Emotiva, tierna y sumamente conmovedora, la historia de Herman lleva consigo uno de los momentos más entrañables de todos estos durísimos meses de confinamiento. En el marco de la pandemia, cuando la situación atravesaba los momentos más difíciles en España, el octogenario salía todas las tardes a su balcón a tocar su armónica. Alentado por su cuidadora, amenizaba a sus vecinos en Vigo, que salían también a las 20.00 horas de la tarde a sus terrazas y sus ventanas para participar en los tradicionales aplausos solidarios que se extendían por todos los rincones de España.
Herman comenzaba a tocar su armónica hasta el preciso instante en que todos esos vecinos irrumpían en un sonoro aplauso que él pensaba que eran para él, como si estuviese en un concierto que finaliza con un público plenamente entregado. Y aunque el motivo de los aplausos era inicialmente dar ánimo, cariño y apoyo a todos los sanitarios que luchaban por salvar vidas frente al coronavirus, pronto esa ovaciones, ese cariño y ese amor fue también para él.
Hoy, su hermosa historia se ha convertido en un cortometraje de animación que nos transporta, precisamente, a ese instante en que Herman se sentía como en un gran teatro, frente a su público, en ese escenario que convertía su balcón en el lugar desde el que expresar a todos su amor por la música.
El anciano, de origen alemán, sabía que a las ocho de la tarde empezaba la función y su cuidadora siempre se encargaba de que todo estuviese preparado, haciéndole feliz al hacerle creer que, efectivamente, los aplausos eran para él, convirtiendo su confinamiento en una fantasía que terminó por enamorar también a su público. Su alzhéimer le aleja desde hace años de la realidad, pero su pequeño concierto de armónica fue el disfrute de todos y, ahora, cuando acaba cumplir 80 años, tiene también su recreación a través de un cortometraje animado tras el trabajo de un estudio de Barcelona.