La goma de la olla exprés y otros asuntos que nos lanzan a las ferreterías esta semana

  • Muchos ciudadanos han hecho cola este lunes ante las ferreterías

  • Las ferreterías señalan que deberían haber permanecido abiertas durante la cuarentena

La mujer espera a la puerta de una ferretería de Barbate. En su mano, una bolsa de plástico deja adivinar un disco metálico. Es la tapadera de una olla exprés. Se le ha roto la goma. No parece gran cosa, pero para ella es un asunto importante.

"Se me rompió hace veinte días", dice. "Y eso en una casa para diez personas, tu me dices a mí, sin una olla a ver como te apañas para darles de comer".

En una casa para diez personas, tu me dices a mí, sin una olla a ver como te apañas para darles de comer".

Al otro lado de una barrera hecha con un tablón encajado en la parte baja de la puerta, y con una protección facial que la asemeja a un sanitario, está Ana, la ferretera. No pensaba abrir, había venido a arreglar papeles, pero la cola en la puerta, y las necesidades de sus vecinos, han hecho que se ponga manos a la obra.

"Me piden cerraduras, cables o alcachofas de ducha, gomas de olla", cuenta Ana. "Son cosas que son de necesidad, y que no han podido comprar porque estábamos cerrados. Creo que deberíamos haber estado abiertos. Si la construcción sigue, necesita que sigan los que le damos soporte. A ver dónde compras un martillo o unos clavos. Y luego están las necesidades de las casas".

El turno es ahora para Francisco, necesita un cerrojo: "Se me rompió la cerradura de la puerta del garaje y llevo dos meses esperando. La tengo con un alambre, y como estaba todo cerrado pues no he podido comprar nada", explica. "La cuarentena existe, y todo lo que tu quieras, pero las cerraduras se parten".

"La cuarentena existe, y todo lo que tu quieras, pero las cerraduras se parten"

Francisco no ha traído el cerrojo. Comienza una situación, que si ya era complicada en la vida anterior, ahora se vuelve casi imposible. Ana, va y viene por el negocio con la explicaciones de Francisco en la cabeza, sacando una cerradura tras otra. A la cuarta, parece que tenemos cerrojo.

"Yo voy y vengo las veces que hagan falta, para que no tengan que tocar nada, y puedan encontrar lo que necesitan",dice la ferretera. "Eso si, les advierto de que no es posible devolver nada. Ahora con el coronavirus, una cosa que ha salido de aquí, yo que que se quién lo toca".

Cita previa no hay dice Juan, el encargado de una ferretería situada a unos cientos de metros de la de Ana. "Aquí eso no funciona, aquí llegas pides la vez y esperas fuera. Si coges el teléfono no puedes atender. Esto es como el médico".

"¡Claro, como tú no lo cargas!"

Y aunque sin cita previa, todos guardan aguardan su turno pacientemente, intentando guardar los reglamentarios dos metros de distancia. Un hombre habla por teléfono. Le dice a su interlocutor que no hay botes de diez kilos de pintura. que de cinco, o de quince. La respuesta al otro lado del teléfono le hace exclamar: "¡Claro, como tú no lo cargas!".

"Lo que más me piden es pintura", señala Juan. "Esta todo el mundo pintando por si vuelve a entrar mal tiempo".

Y es que a estas alturas, todas las casas de este pueblo de Cádiz ya deberían lucir de blanco. Otra necesidad postergada por la pandemia. Ahora ya no, ahora ya pueden ir a la ferretería.

"La gente tiene ganas de movimiento, y en principio va bien, es el empujón", dice el ferretero. "Ya hemos arrancado, lo que hay que ver es cómo va el después".