Corey Atchison ha pasado 29 años en una prisión de Oklahoma (EE. UU.) condenado a cadena perpetua por un crimen que jamás cometió. Un jurado le declaró culpable hace casi tres décadas de haber asesinado a un policía y ahora se ha demostrado que no fue él.
Atchison fue condenado en 1991, a los 20 años, por el asesinato un año antes del agente de policía James Lanede de un disparo en pecho. A lo largo de todo este tiempo tanto él como su familia han mantenido que era inocente.
Sus abogados han defendido en todo el proceso que no había pruebas reales que le vinculasen con el crimen. Se ha demostrado que los testigos se vieron obligados a declarar en su contra presionados por la policía. Ahora una jueza de Tulsa le ha declarado inocente aunque la fiscalía ha anunciado que se plantea recurrir.