Desarticulada en Barcelona la banda del ladrón contorsionista
Puestos a reinventarse, decidió darle una vuelta a su habilidad. Un contorsionista rumano de 55 años optó por adaptar su cuerpo al espacio de los butrones que abrían en los cuartos de la luz o en las zonas del ascensor de varias porterías de Barcelona que se encontraban junto a un bar. Agujeros minúsculos en los que pasaba horas hasta que llegaba el momento del atraco. Mientras él robaba la caja registradora del local o la recaudación de las máquinas de tabaco, tres españoles vigilaban. Calculan que el botín acumulado, tras varios meses operando, puede llegar a los cien mil euros. En la casa del cabecilla, en mitad del bosque, han encontrado planos y numerosos apuntes. Todo estaba muy controlado. Lo único que el líder dejaba al destino era el día del atraco. La fecha dependía de lo que dijera sagitario porque el cabecilla de la banda era supersticioso y, como contorsionista, parece que tenía una forma de actuar muy retorcida.