La vida moderna está arruinando el sentido del olfato de la humanidad y está provocando que la gente quiera comer alimentos salados y con grasas, asegura un científico a The Telegraph.
Los olores fuertes y más sencillos provenientes de la contaminación, la basura no reciclada e incluso los hogares desordenados están corroyendo nuestra capacidad para detectar los matices de la naturaleza y están haciendo que la gente enferme, tal como afirma al mismo diario la doctora Kara Hoover, experta en la evolución olfativa.
Asimismo, en una reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia celebrada en Boston aseguró que las personas con un olfato alterado son más propensas a ser obesas porque tienden a preferir los alimentos que huelan mejor. Y no es lo único, porque estas personas también tienen un mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental como ansiedad o depresión.
Según afirma el académico de la Universidad de Durham, "nuestro sentido del olfato evolucionó en un contexto en el que normalmente estábamos interactuando con el medio ambiente". Sin embargo, "hoy no interactuamos con el medio ambiente y, en su lugar, vivimos en lugares muy contaminados".
Un mal olfato tiene sus efectos sobre el gusto de las personas, lo que significa que las personas que se vean afectadas buscarán siempre un alimento con un sabor más fuerte, a menudo salado o graso. Por el contrario, las personas que tengan un buen sentido del olfato son más propensas a tener un menor peso corporal.
Aquellos que presenten una pérdida de olfato, en su mayoría han aumentado la ansiedad sobre su propio olor corporal porque no saben si huele bien o mal, según explica la doctora Hoover. "Se ponen nerviosos por no poder oler peligros como fugas de gas o humo".
Ante este problema, Sadiq Khan, el alcalde de Londres, amenazó con prohibir los coches diésel más viejos en los días con niveles de contaminación del aire demasiado altos, pues hasta 9.000 muertes se han relacionado con la mala calidad del aire.
Además, nuevas investigaciones han informado de que la contaminación por diésel podría duplicar las posibilidades de desarrollar demencia.
El estudio que se ha realizado sobre este asunto también apunta que aquéllos que viven en áreas más sucias o donde la basura no se recoge son también más propensos a sufrir alteraciones en el olfato.
En la reunión de Boston, la doctora dijo que quería ver más verdes las ciudades para proteger el sentido del olfato de las personas. Sin embargo, aún está lejos de conseguirse.