De leña, eléctrica o gas: consejos para encender una chimenea correctamente
Un elemento en el que cada vez invertimos más es la chimenea en cualquiera de sus versiones
Encender una chimenea tradicional de leña requiere ciertos cuidados y conocimientos para evitar posibles peligros
En general, las chimeneas eléctricas, de gas o de pellets se encienden con un simple botón
Con la llegada del frío toca poner a punto los elementos de calefacción que utilizamos en nuestro hogar o incluso invertir en ellos en caso de que sea necesario. En este sentido, cada vez más personas optan por el uso de chimeneas, ya sean tradicionales o modernas.
Y es que estos aparatos no tienen por qué precisar complejas instalaciones o requerir permisos de la comunidad de propietarios, ya que la mayoría de modelos actuales no necesitar salida de humos: incluso pueden resultar altamente ecológicos. Si estás pensando en invertir en una chimenea y no tienes claro cómo funcionan, toma nota de estos consejos para encender una chimenea en función del modelo que instales en casa.
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Cómo encender una chimenea: consejos en función del modelo elegido
No es lo mismo encender una chimenea de leña que una de gas y por tanto, el modo de encender una chimenea correctamente variará en función del caso. Tal y como explica Leroy Merlin, lo primero que deberás hacer antes de encender una chimenea de leña es limpiarla, ya que, de lo contrario, es posible que el humo no salga correctamente y se acumule en la estancia.
Una vez puesta a punto, ten en cuenta que la leña debe estar bien seca para prender bien y generar poco humo, y que las ramas de pequeño tamaño son necesarias para comenzar el fuego. También te serán de utilidad las pastillas de encendido, aunque siempre será mejor evitar su uso, ya que contienen sustancias tóxicas y generan malos olores.
Cuanto tengas todo el material, abre el tiro y los respiraderos y déjalos abiertos durante unos 20 minutos como mínimo antes de encender el fuego, para que haya oxígeno suficiente. Entonces tocará encender el fuego y para ello lo mejor es comenzar por piezas pequeñas y dejar que prendan bien para añadir poco a poco (y sin ahogar el fuego) piezas de mayor tamaño.
Para evitar que la falta de oxígeno apague las llamas, dispón las ramas más grandes de forma que quede espacio entre ellas y las brasas inferiores. Así el calor inferior ascenderá y 'contagiará' a las piezas añadidas. La forma más sencilla de hacerlo es imitar la forma de una pirámide, con el foco de calor en el centro.
En este proceso puede ser necesario usar pastillas de encendido pero, si no te convencen por su toxicidad y olores, siempre podrías utilizar papel o cartón para prender las pequeñas astillas y comenzar el fuego, siempre con mucho cuidado y evitando papeles plásticos o con tintas, ya que pueden resultar tóxicos.
A veces basta con aplicar fuego directo (mejor con cerillas largas) sobre estas pequeñas ramas, y existen alternativas como la lana de bosque con ceras naturales (filamentos de madera prensada y bañada en ceras naturales). Por último, no olvides contar con utensilios adecuados para mover el fuego y para limpiar tu chimenea: pinza, gancho, cepillo y pala son los básicos para mantenerla a punto en todo momento.
Mucho más sencillo será encender una chimenea eléctrica, ya que éstas funcionan con electricidad y, por tanto, bastará con seguir las instrucciones del fabricante en cuanto a su apagado y encendido. Muchas de ellas cuentan con mando a distancia.
Algo parecido ocurre con las de gas, donde suele ser necesario producir chispa y encender el quemador, siempre siguiendo las instrucciones del fabricante. En cuanto a las estufas de pellets, normalmente no hay que hacer nada más allá de cargarlas y encenderlas a través del botón de encendido, sin que tengamos que generar combustión manualmente: el propio aparato gestionará la cantidad de combustible necesario y lo administrará poco a poco para su quemado.