La escena, que tuvo lugar en Tenerife, era escalofriante. Dentro del vehículo, un conductor quedaba suspendido sobre un precipicio. La mitad de su coche estaba sobre un puente y la otra mitad en el vacío. La tensión era absoluta. El conductor no podía moverse ante el riesgo de caer, mientras un bombero involucrado en la operación de rescate se sentaba en la parte delantera del vehículo para hacer contrapeso.
El hombre, Juan Francisco, que no tiene piernas, mantuvo la calma. “No he sacado un cigarro porque no fumo”, ha contado. Como el día ya no podía ser peor, se relajó y esperó el rescate.
Él conduce con las manos, y en su coche los mandos están en el volante. Ahí se apoyó para firmar una factura; precisamente, la del seguro del coche.
“Si pisas el volante el coche corre para atrás. Y el coche se fue solo para atrás”, ha explicado.