La muerte de Eleazar Blandón, jornalero que trabajaba en Lorca en unos campos de sandías a más de 40 grados sin estar dado de alta en la Seguridad Social y en pésimas condiciones, ha despertado el interés por la situación laboral que atravesaba.
Eleazar, de Nicaragua y de 42 años, llegó el año pasado a Bilbao cuando huía de su país -como explica su hermana Ana Patricia, que reside en Almería- por el régimen sandinista y por la dictadura de Daniel Ortega. Después de un tiempo en el que recibía amenazas, decidió irse y dejó allí a su mujer, embarazada, y a varios hijos. Quería poder enviar dinero a su familia.
Hace tres meses que acudió a la Murcia en busca de trabajo temporal en los campos calurosos de esta región. Lo encontró en unas tierras cerca de Lorca, donde el sábado pasado sufrió un golpe de calor y murió. Según explica su hermana, el jueves ya sufrió un desmayo. El sábado ya no se pudo librar del desastre.
Como ya informó NIUS, el hombre fue abandonado por una furgoneta el sábado a mediodía en el Centro de Salud de Lorca-Sutullena inconsciente y con ropa de trabajo. Unas fuentes afirman que quien dejó al trabajador no se desentendió de él, sino que lo dejó en manos de los sanitarios. Eleazar no estaba dado de alta ni tenía papeles en España. El juez que decretó este lunes la puesta en libertad sin fianza del empresario ecuatoriano para el que trabajaba el fallecido considera que existen “bastantes” indicios para considerarlo responsable de un delito contra los derechos de los trabajadores.
Según afirma su hermana Ana, Eleazar sufría humillaciones constantes en el trabajo, a más de 40 grados. "Mi madre estaba intentando llevarlo de vuelta a Nicaragua, porque ya no aguantaba más". Estaba cansado laboral y psicológicamente.
Su hermana cuenta que recibía llamadas en las que su hermano lloraba y lamentaba las condiciones infrahumanas en las que trabajaba. "En el campo le trataban de burro, lento, les tiraban polvo con los zapatos...".
Además, afrontaba sin agua su jornada laboral, como lo explica su hermana: "Allí, quien lleva una botella de agua bebe, quien no, no". Cuenta que la casera de su hermano habló con ella y le explicó que el día anterior a la muerte, limpió un recipiente de aceite de la casa donde estaba alquilado para poder llenarla de agua, aunque Ana asegura que "no era suficiente para trabajar". El día que murió Eleazar fue el único día que llevó agua.
Hoy un informe médico ha confirmado que Blandón llegó al hospital sin pulso y en parada cardiorrespiratoria, además de dar negativo en la prueba del covid-19. En este, también se afirma que el trabajador entró al hospital Rafael Méndez de Lorca en coma y con livideces en sus miembros: "No entiendo por qué lo humillaron tanto y lo abandonaron allí tirado", lamenta la hermana.
Según EFE, fue sometido durante 40 minutos a un masaje cardíaco, aunque sin resultado positivo, tras lo cual el cadáver fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Murcia para la práctica de la autopsia.
Ana explica que ahora mismo "no sabe nada del cuerpo de su hermano", pide información. Aun no ha podido ver el cuerpo y lo único que quiere es poder llevarlo a Nicaragua, "que pueda descansar".
Ella tiene miedo de que la muerte de Eleazar quede en el olvido, ya que ve que el posible culpable de la muerte de su hermano está libre y con un abogado. Ni su familia ni ella pueden pagar una funeraria ni repatriar el cuerpo por falta de medios económicos.
Por ello mismo, se ha abierto una campaña en Facebook en la que la familia de Blandón está pidiendo dinero para poder hacer frente a estos gastos: para poder llevar el cuerpo a Nicaragua con sus familiares y hacer justicia por las pésimas condiciones en las que trabajaba. "Nosotros cuando venimos a España sabemos que es para trabajar duramente. Solo pedimos que nos traten bien".
El juzgado de instrucción de Lorca que dirige las investigaciones decretó este lunes la puesta en libertad sin fianza del detenido, P.M.P., el empresario ecuatoriano para el que trabajaba el fallecido, con la sola obligación de personarse en las dependencias del mismo cuantas veces sea llamado y de comunicar puntualmente sus cambios de domicilio.
El auto en el que se acuerda la libertad señala que aunque de lo actuado hasta ahora se deducen indicios “bastantes” para estimarlo responsable, presuntamente, de un delito contra los derechos de los trabajadores, en aplicación de la ley no procede adoptar otra medida más restrictiva de derechos.
Las diligencias del caso, tramitadas por la Guardia Civil de Águilas, señalan que el empresario manifestó en un principio que cuando viajaba en su furgoneta con otros dos trabajadores encontraron en la cuneta a una persona, por lo que procedieron a trasladarla a un centro de salud de Lorca, desde el que después sería trasladado al Rafael Méndez.
Sin embargo, con posterioridad, admitió ante los agentes que la persona fallecida, por la que volvió al centro de salud para interesarse por su estado, era un trabajador suyo que llevaba con él dos o tres días y al que no había dado aún de alta en la Seguridad Social.
Los investigadores recogieron en el atestado las manifestaciones de compañeros de trabajo de Eleazar. Uno de los cuales indicó que por la mañana, a las 10:00 horas, habían hecho un descanso para el desayuno, y que en ese momento el fallecido se encontraba normal.
Sin embargo, cuatro horas después, lo encontró muy mal, hasta el punto de que tuvo que sostenerlo para evitar que cayera al suelo, ya que sufrió un desmayo.
Por su parte, otro jornalero expuso a los agentes que la jornada de trabajo iba desde las 7:00 horas hasta las 15:00, de lunes a sábado, ya que solo descansan los domingos.