"La pérdida de un hijo es una pérdida única, no existe un dolor como ese. Es un dolor que dura toda la vida". Así lo define Angela Miller, una madre que perdió a un hijo y escribió su experiencia del duelo, un difícil trance que deja cicatrices. También lo es la de una pareja en una época en la que esta es el centro de tu vida, con niños pequeños a los que criar.
La muerte de José Antonio Reyes, con solo 35 años, y de una forma tan inesperada como violenta a consecuencia de un accidente de tráfico, vuelve a poner encima de la mesa los consejos de los especialistas para poder superar un dolor, que hoy en día, horas después de los ocurrido parece insuperable. La mujer de Reyes ya ha dejado constancia de las pocas ganas de vivir que le quedan y en estos momentos es normal.
A pesar de todos, los expertos consideran que es un dolor que se supera, aunque provoque desgarro. ¿Cómo sobrevivir a algo así? Dos expertos en duelo, Sara Losantos, psicóloga de la Fundación Mario Losantos del Campo y José Manuel Garrido, editor de la web Psicopedia.org dan algunas pautas, entre ellas, dejar que el llanto salga, no quedarse dentro el dolor.
Los expertos dejan claro que en las lágrimas del ser humano hay componentes comunes con el lexatín, sí, por eso, cuando ponemos fin a una gran llorera nos quedamos como vacíos, pero relajados. Por lo tanto llorar, desahogarse, quitarse la pena de dentro de forma física es fundamental.
También es importante que el ambiente que les rodea decide ayudar empujando no al olvido del ser querido, algo imposible, sino a la superación. Lo primero que tienen que hacer los padres es asumir la pérdida, pero hay padres que entran en un estado patológico, que crean altares, ponen velas a diario. Aunque duela, es la postura menos idónea para superar el trauma.
Luego está el reto de aprender a vivir en un mundo en el que esa persona no está para luego colocar al ser querido que se ha perdido en el lugar que corresponde en nuestra vida y seguir viviendo. "El tiempo no lo cura todo, lo que cura es lo que se hace con él", señalan los expertos. Otra de las claves es poner en valor lo que se ha vivido con esa persona, los éxitos, los momentos felices.
La Negación: La persona está en 'estado de shock'. Se choca contra la realidad. Quien pierde a un hijo de forma traumática necesita ayuda psicológica para aforntarla, comenta Hernández.
La Rabia: Es una etapa de resentimiento, en la que se busca una responsabilidad
La Negociación: La persona empieza a pensar qué habría pasado si hubiera actuado de otra forma.
La Depresión: Turno de la tristeza y el vacío. La persona vive la realidad sin su ser querido.
La Aceptación, quinta y última fase: La persona aprende a convivir y tratar con el sentimiento de dolor y empieza a hacer pequeñas cosas para construir su rutina.