Cómo cuidar a un menor con autismo en estado de alarma: “Salir a la calle identificándose”

  • Si se baja a la calle es recomendable llevar el diagnóstico del menor para justificar la salida

  • Solo es necesario salir al exterior para evitar que el niño no sufra una crisis

  • Los padres deben encomendar ejercicios o actividades que los pequeños manejen a la perfección

La consigna durante el estado de alarma es no salir de casa para evitar la propagación del coronavirus, que en España ya ha causado más de 30.000 contagios y casi 3.000 muertes. Pese a que la gran mayoría de los ciudadanos no les ha costado adaptarse, con algunas excepciones de malos comportamientos, para las familias con menores con Trastorno del Espectro Autista (TEA) estos días están siendo especialmente complicados.

Para algunas es bastante difícil compaginar el teletrabajo o trabajo presencial, junto con las tareas del hogar y mantener entretenidos a los pequeños, evitando que sufran crisis debido al confinamiento. El psicólogo especializado en TEA José Alberto Monseco, que dirige en centro de formación especializado en autismo Abascool, da varios consejos para que los padres se adapten sin caer en precipitaciones o agobios, en una entrevista para NIUS.

Salir a la calle con precaución

Bajar a la calle es uno de los puntos relevantes y que en su caso está permitido, de acuerdo al Ministerio de Sanidad y recogido en el Boletín Oficial del Estado: “Personas con discapacidad, que tengan alteraciones conductuales, como por ejemplo con diagnóstico de espectro autista y conductas disruptivas, el cual se vea agravado por la situación de confinamiento derivada del estado de alarma, pueden realizar los desplazamientos que sean necesarios, siempre y cuando se respeten las medidas necesarias para evitar el contagio”.

Como apunta Monseco, aunque esté consentido es necesario hacerlo “con el diagnóstico y una prescripción porque las autoridades les pueden parar y preguntar”. Además reconoce que ya han sido varios los padres los que le han pedido ayuda “porque necesitan salir a la calle con su hijo”. Sobre este respecto recomienda que bajen aquellos menores que “están acostumbrados a salir, necesiten ejercicio físico o que la casa se les quede pequeña”, pero en aquellos casos en los que no tengan problemas para estar bajo techo “no es necesario”. En la misma línea aconseja “no esperar a que tengan una crisis” con una salida al exterior para “romper con el aburrimiento que puedan tener”.

Como contrapunto recuerda las escenas protagonizadas por vecinos que han increpado e insultado a padres por bajar a la calle con sus vástagos: “Bastante mal lo están pasando como para soportar esto”. Para evitar estas desagradables situaciones, desde la Federación de Autismo de Murcia han creado una iniciativa para que los progenitores vistan con un chaleco reflectante y un cartel: “Mi hijo tiene autismo, puede salir a la calle”. Desgraciadamente esta es una de las únicas maneras “para evitar que te miren desde la terraza”, como dice Monseco.

Hacer lo que les guste y ejercicio

Una de las claves dentro del hogar es “centrarse mucho en lo que les gusta hacer y se les da bien”. De nada vale obligarles a llevar a cabo una actividad lúdica que no les atrae porque la abandonarán o les estresará. Asimismo es conveniente que sean labores y divertimientos que puedan hacer solos, quedándose con los que “disfrutan pero no pueden hacer solos como participar en tareas de la casa o hacer recetas de cocina”.

Por otro lado, el ejercicio físico es fundamental para mantener un equilibrio, ya que van a lograr que “los niveles de ansiedad bajen”. Algunos ejercicios pueden ser bailar, jugar con una pelota y saltar a la comba, entre otros, siempre de acuerdo a las posibilidades de cada familia y hogar. Y cuidado con los paseos a la nevera, porque al no tener tanto movimiento por la situación actual puede afectar de manera negativa a su peso y salud. Por este motivo es aconsejable “cuidar mucho la alimentación y que sea de calidad”.

Videollamadas y trabajo

Una vez más, como cita el psicólogo, se ha de tener en cuenta lo que les apasiona y disgusta. Uno de los ejemplos es un niño al que trata en Murcia, el cual se alegra cada vez que viaja hasta allí una vez a la semana: “Sin embargo, cuando hacemos videollamadas no le gusta”. Este es un punto que puede ser beneficioso al “ver o escuchar a alguien con quien llevan sin tener contacto desde hace tiempo”, aunque también es negativo al saber que no podrán reunirse con dicha persona hasta pasado un tiempo. “Si vemos que no lo entienden o les entristece no les vamos a hacer pasar ese rato”, matiza.

Como en muchas familias, los padres no pueden quedarse al cargo del menor todo el día debido a sus jornadas laborales de teletrabajo o trabajo presencial. En el grupo de los primeros la recomendación es “proponer actividades que manejen a la perfección y no necesiten vigilancia”. Aquí entran en juego los dispositivos electrónicos, aparte de otros métodos, de los que Monseco asegura que no hay que “tener cargo de conciencia” debido a este estado excepcional, siempre dentro de unos límites. En la situación de las familias con trabajo presencial denuncia que “están dejando de trabajar, piden vacaciones o la baja”, ya que muchas no tienen la capacidad económica de contratar a personal de asistencia.

Vuelta a la normalidad

Tal y como anunció el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pedirá en el Congreso de los Diputados a los diferentes grupos parlamentarios la extensión del estado de alarma y, por tanto, del confinamiento. Así estará vigente, previa aprobación este 25 de marzo, hasta el 11 de abril, por el momento. Esta fecha está marcada en rojo para muchos, pero cuidado porque “la vuelta a la normalidad debe ser todo la paulatina que pueda”. El cambio de estar con sus familias a regresar a su día a día, aunque todavía no está claro si la actividad educativa proseguirá en algunas comunidades autónomas, “seguramente les cueste mucho”. Para evitarlo es esencial naturalizar el regreso a sus quehaceres con paciencia.

Contratiempos y beneficios del estado de alarma

La cara negativa de este periodo es el sufrimiento interno de algunos progenitores es ver que sus hijos lo están pasando mal, ya que los menores con TEA no toleran muy bien las improvisaciones. De nuevo, Monseco, recuerda que la comprensión es la mejor herramienta aunque sin tolerar todas las conductas. Es normal pensar que es mejor pasar por alto ciertas acciones para no aumentar el estrés, pero no hay que dejarse llevar. Ante estos momentos de debilidad es primordial imponerse, siempre de una forma racional, porque de lo contrario puede que interioricen ciertos comportamientos que “vayan a costar quitar”.

Pero como toda situación límite, el estado de alarma también tiene un balance positivo y es que muchas familias están haciendo cosas con sus hijos que no habían realizado hasta el momento: “Son conscientes de las capacidades que tienen sus hijos, por lo general me cuentan que están mucho mejor de lo que esperaban”. Hasta en los momentos más grises siempre existe un hueco para ciertos detalles que, aunque no somos conscientes, se diluyen en la rutina.