Los cocodrilos son una de las especies más antiguas de nuestro planeta. Sobrevivieron hace 66 millones de años al impacto del asteroide que acabó con los dinosaurios y a la extinción masiva del Eoceno de hace 34 millones de años. ¿Cómo lograron estos grandes reptiles resistir a las condiciones más desfavorables? Pues porque son unos padres muy cuidadosos. Un estudio del 'Biological Journal of the Linnean Society' que recoge la agencia Sinc ha revelado que la capacidad de sobrevivir de estos reptiles se debe a sus habilidades parentales al incubar los huevos, además de a su dieta y a su naturaleza acuática.
Al igual que sus parientes las tortugas, los crocodilios no tienen cromosomas sexuales; el sexo de las crías está determinado por la temperatura a la que se incuban los huevos. Cada especie tiene un umbral de temperatura a partir de la cual la proporción de machos y hembras se iguala. En el caso de los cocodrilos, cuanto mayor es la temperatura, más machos se producen, mientras que en las tortugas se produce todo lo contrario. De hecho, el cambio climático está causando que algunas poblaciones de tortugas tengan el 80 % de hembras, lo que en el futuro podría traer consecuencias devastadoras. El equipo de investigación quiso determinar si este efecto se producía también en las especies de cocodrilos.
Los científicos analizaron datos de 20 especies diferentes de cocodrilos de todo el mundo para ver la relación entre su latitud y una variedad de características como el tamaño corporal y los datos reproductivos. Los resultados mostraron que las especies más pequeñas tienden a vivir en latitudes cercanas al ecuador, y las más grandes generalmente viven en climas templados en las latitudes más altas. Pero sorprendentemente, al contrario de las tortugas, el umbral de temperaturas para la incubación no se relaciona con la latitud.
Los cocodrilos parecen ser más resistentes al cambio climático que las tortugas por la forma en que cuidan a sus crías. Así, mientras que las tortugas ponen los huevos en playas independientemente de las condiciones ambientales locales, dejando a sus crías nacer solas y valerse por sí mismas, los cocodrilos seleccionan los lugares de anidación con cuidado. Entierran los huevos en nidos de vegetación o tierra en descomposición que los aísla contra las alteraciones de temperatura. “Si bien sus habilidades parentales y otras adaptaciones los preparan para el cambio climático, no son inmunes”, lamenta Rebecca Lakin, investigadora en el Centro Milner para la Evolución de la Universidad de Bath (Reino Unido). De hecho, la principal amenaza de estos animales no es la crisis climática, sino los humanos.
Los crocodilios son más vulnerables a las amenazas inducidas por los humanos, como la contaminación, la represa de ríos, inundaciones de nidos y caza furtiva de carne o piel. Es paradójico que, a pesar de su increíble capacidad de recuperación ante el cambio climático y la pérdida de hábitat, la mitad de todas las especies de cocodrilos vivos están en peligro de extinción.
“La tasa de pérdida de especies de vertebrados pronto será igual o incluso superior a la de la extinción masiva que mató a los dinosaurios”, recalca Lakin. Además, debido al aumento de temperaturas, estos grandes supervivientes podrían desplazarse hacia áreas cercanas a las densamente pobladas por los humanos, “lo que supone una amenaza aún mayor”, concluye la investigadora.