"Nosotros no tenemos datos estadísticos contrastados, pero que hay casos en los que el cloro ha provocado daños a trabajadores de piscinas cubiertas es algo muy común. Son muchos los empleados que sufren desde rinitis hasta problemas más graves por el cloro, aunque se achaque a otras causas. El cloro te va deteriorando, lentamente, pero estás expuesto y pasa factura". Así explica Fernando García Blanco, secretario de la federación de salvamento y socorrismo, la idea que, desde la experiencia, ha podido formarse sobre el cloro.
Para los socorristas, los efectos del cloro son vox populi. "Por la experiencia propia y de compañeros que han trabajado en este tipo de instalaciones, el cloro provoca problemas respiratorios, daña las cuerdas vocales, perjudica nariz, garganta, ojos, desarrolla alergias en la piel... Otra cosa es que no quieran reconocerlo como enfermedad profesional, pero nosotros no olvidamos que el cloro, que se evapora fácilmente, es un elemento abrasivo", afirma García Blanco.
Desde la federación, acogen con optimismo los datos arrojados por un reciente estudio, que afirma que la presencia de subproductos de la desinfección en las piscinas, en contacto con la materia orgánica, pueden provocar en los usuarios alteraciones respiratorias, e incluso mutaciones genéticas. "Los socorristas siempre nos hemos quejado del cloro, y si ahora se demuestra científica y empíricamente que el cloro es perjudicial para la salud, exigiremos que, o se corrijan las cantidades de cloro utilizadas, o que directamente se eliminen, de forma rápida y eficaz", cuenta García Blanco, que recalca la importancia de estos resultados no sólo afectan al sector del socorrismo, sino a personal de mantenimiento y de limpieza, monitores de natación y, por supuesto, usuarios, y entre ellos los nadadores profesionales, que "entrenan horas y horas" en el agua. "Hay mucha gente que pasa ocho horas en una piscina, y para todos ellos, esto es crucial", insiste.
El cloro se utiliza de forma controlada
En primer lugar, aclaran que la depuración química de las piscinas la marca la normativa del respectivo Ayuntamiento y de la Comunidad Autónoma, con mínimas diferencias en todo el país, y exige unos parámetros mínimos y máximos de cloro en el agua. Además, defienden que "el cloro es mucho más barato, pero no sólo eso, sino que se utiliza con unas dosis muy controladas, de milímetros, y las piscinas pasan inspecciones periódicas de Sanidad, del Ayuntamiento e incluso instituciones privadas".
La opinión de los socorristas sobre los efectos del cloro en las piscinas cubiertas no puede distar más de la que expresan desde distintas piscinas municipales que intentan quitar importancia a los posibles efectos del cloro en los usuarios.