Las residencias de ancianos de Barcelona también son víctimas de la insoportable subida de los alquileres, y algunas han tenido que cerrar al no poder asumir la nueva renta mensual que pedían sus propietarios. Los familiares de los abuelos han tenido que buscar de forma desesperado otras residencias que en la mayoría de los casos ha supuesto llevar a sus ancianos más lejos de sus hogares y pagando más dinero.
José Cívico era el dueño de la Residencia Roger de Flor, situada en la Gran Vía del Eixample de Barcelona. Llevaba allí 25 años y su residencia era el hogar de más de 25 ancianos que en su mayoría superaban los cien años. Pero el propietario ha sido incapaz de aguantar la subida del alquiler que llegaba hasta los 6.000 euros.
“No lo puedo pagar, pero tampoco me daba esa opción. Él quería que desalojara porque quería montar aquí despachos de alto standing”, asegura el dueño de la residencia que ha tenido que despedir a 15 trabajadores y pagar 75 mil euros de indemnizaciones. Además, ha tenido que desalojar el centro de mayores a una velocidad de vértigo.
Por otro lado, los familiares de los ancianos aseguran que se han tenido que "adaptar a otra forma de vivir en otra residencia", que en la mayoría de las ocasiones son más caras y están más lejos de sus familiares, como sucede en el caso de Ángeles, una anciana con alzheimer que ha tenido que mudarse a otro centro.
La residencia Roger de Flor no ha sido la única que se ha visto obligada en cerrar sus puertas, pues el centro de ancianos Ausiàs March, también en Barcelona, desapareció de la noche a la mañana porque el propietario había decidido no renovar el contrato con el dueño de la residencia. Estas son las consecuencias de la subida de los alquileres en el centro de las ciudades, que ahora afecta a un colectivo muy vulnerable: los ancianos.