Cataluña es la primera región europea que ha aprobado una ley contra el despilfarro alimentario. El texto, iniciativa del grupo socialista ha salido adelante casi por unanimidad. Solo Ciudadanos se ha abstenido en tres puntos. La norma responde a la petición del Parlamento Europeo que desde hace ocho años viene reclamando a los Gobiernos que legislen en este sentido.
La ley es pionera en la regulación de las pérdidas y el desperdicio alimentario a lo largo de toda la cadena alimentaria. Según los redactores, un tercio de los alimentos del mundo se pierden o desperdician. En Cataluña, cada ciudadano tira una media de 35 kg de comida al año.
Según el texto aprobado hoy, todas las empresas alimentarias, escuelas, hospitales y servicios residenciales deberán tener un Plan de Reducción del Despilfarro Alimentario. Se crea un sistema de control y seguimiento anual de las pérdidas y el desperdicio alimentarios en Cataluña estableciendo las prioridades de destino de los alimentos desperdiciados antes de convertirse en residuo.
Entre las normas más punteras está que los restaurantes y hoteles deberán facilitar al consumidor la posibilidad de llevarse los alimentos no consumidos en envases biodegradables, reutilizables y sin coste añadido. Estos locales deberán explicitar en sus cartas esta posibilidad. La norma también incluye la posibilidad de que los clientes se llevan estos restos de alimentos en sus propios envases. Las raciones deberán ajustarse a los comensales.
Los supermercados o tiendas de más de 400 metros cuadrados deberán poner a la venta de forma diferenciada quince días antes de su caducidad aquellos alimentos con fecha de vida útil a punto de concluir. caducidad próxima. Se legisla también para evitar tirar comida caducada y se recomienda la colaboración con organizaciones sociales. Cuando esto no sea posible se podrá destinar a uso animal o para la generación de energía.
La ley también incluye obligaciones para las administraciones. Estas están obligadas a impartir cursos en las escuelas e institutos para formar a los más jóvenes en la lucha contra el desperdicio alimentario.
También obliga a diseñar estrategias de colaboración entre entidades públicas y organizaciones sociales para coordinar con los productores excedentarios el aprovechamientos de los alimentos sobrantes. para ello se crea la figura de los "espigadores" que recogerán de las explotaciones agraria aquellas materias que hayan sido desechadas por su dificultad de introducción en la cadena de distribución ya sea por su tamaño o imagen deteriorada.