El juzgado de lo Penal número siete de Alicante ha condenado a una pareja a dos años y medio de cárcel a cada uno por homicidio imprudente. Son ambos de seis perros peligrosos que mataron a mordiscos a un hombre de 74 años en 2016 en la localidad de Pinoso. La pena concluye que eran conscientes del riesgo que entrañaban los animales y no tomaron medidas para evitar que causaran daños a terceros.
La sentencia del juzgado considera probado que Juan, de 40 años, y Sandra, de 28, son culpables de la muerte de José. Además de los dos años y medio de prisión a cada uno por homicidio imprudente grave, les obliga a indemnizar con 130.849,37 euros: 100.000 euros a la viuda, 20.400 euros a cada una de las tres hijas y 10.449,37 a la Conselleria de Sanidad, por los gastos en la atención médica de la víctima.
Los hechos ocurrieron el 26 de octubre de 2016. La víctima volvía de un paseo a su casa en la pedanía El Faldar de Pinoso. Durante el trayecto fue brutalmente atacada por los seis perros. Sufrió graves heridas que le causaron la muerte unos días después en el hospital de Elda.
El juez concluye que la pareja, actualmente separada, era "plenamente consciente" de los riesgos. Frecuentemente, la valla metálica de la finca sufría cortes y manipulaciones de sus tensores. No obstante, tuvieron una actitud "negligente" al no adoptar medidas para evitar que los perros salieran al exterior y atacaran a alguien.
Sobre los animales, la sentencia señala que la supuesta raza de cruce de American Stanford y Boxer no ha quedado suficientemente acreditada. Sin embargo, queda claro que eran "de fuerte musculatura y robustez, configuración atlética, cabeza voluminosa, pelo corto y mandíbulas poderosas".
También refleja que, "con anterioridad" al ataque que resultó mortal, "habían dado muestras de su agresividad y fiereza". Estuvieron a punto de atacar un mes antes a una vecina, que se salvó al refugiarse en un coche. Era "habitual" que se abalanzaran contra la valla metálica de su finca con violencia al paso de algún viandante. Este hecho era conocido por los dueños, aunque no les ponían bozal ni los ataban, entre otras posibles medidas de seguridad.
El fallo señala que, independientemente de que se haya constatado la raza, los perros presentaban una marcada "peligrosidad y potencialidad lesiva". También recoge que, a partir del testimonio del forense, las graves mordeduras causaron la muerte de la víctima unos días después en el hospital.